Morelia, Michoacán.- Es latente la presencia de un sismo intenso con epicentro en el estado de Guerrero, superior incluso al de la ciudad de México en 1985, debido a una gran brecha existente en esa región y que actualmente se estudia por científicos mexicanos La repercución de un temblor de grandes proporciones no solo afectaría a Michocaán, sino varios estados del Centro del país y el pacífic, incluído el Districto Federal, advirtió la científica Maria Teresa Ramírez Herrera, integrante del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la UNAM, Campus Morelia.
Las placas tectónicas de la brecha en Guerrero han acumulado energía desde hace 99 años y al desfogarse habría uno o varios sismos que podrían ser de hasta 8.4 grados, más fuerte que el de 1985.
En 1911 hubo un gran temblor que fue el último que originó esta falla o brecha ubicada en el estado de Guerrero. Actualmente se investiga, cuando ocurrió otro anterior a la fecha señalada, para así poder determinar cada cuantos años se puede presentar este fenómeno. El temblor de 1985 ocurrido que generó grandes estragos en la ciudad de México, se originó en esa “megafalla” pero más hacia el noroeste, fue frente a la Costa michoacana.
Las fallas no se mueven en su totalidad, sino por zonas, el temblor de 1985 permitió a esa área liberar energía, sin embargo la zona de Guerrero en el sureste no se ha movido y tiene una longitud de más mil kilómetros. Dicha brecha o falla nunca se ha movido toda, de lo contrario, provocaría un sismo de grandes magnitudes.
La presencia de un fuerte temblor también podría desencadenar un tsunami, como ocurrió en Chile, dice la científica en entrevista con Cambio de Michoacán. Recordó que tras el temblor de 1985 se presentó un tsunami en el Pacifico mexicano aunque no fue de la magnitud del de Chile.
Todo depende de las condiciones de la configuración de la Costa, si se puede producir o no. Documentos históricos revelan que después de 1700 hubo un tsunami fue fuerte en la Costa de Oaxaca.
Teresa Herrera quien participó recientemente en el Grupo de Respuesta Rápida de la UNESCO para investigar el tsunami del 27 de febrero pasado en Chille, dice que alertar de este tipo de eventos sísmicos, no es alarmar a la población, sino prevenir y crear condiciones para que haya seguridad. Y que no haya un desastre. No se puede precisar cuando va a suceder exactamente, pero si es latente, asegura la experta.
“Al saber que se trata de una zona donde puede haber un sismo grande se deben tomar las medidas adecuadas, como el crear simulacros y se va a construir se haga con las condiciones adecuadas”.
Señala que existe falta de coordinación con los científicos y académicos mexicanos y las autoridades encargadas de tomar de decisiones, pese que los investigadores muchas veces se ofrecen para este tipo de sucesos, lo cual atribuye a falta de interés e ignorancia de parte de los políticos.
.-Michoacán, en alerta constante ante sismos de grandes magnitudes.
Las placas tectónicas de la brecha en Guerrero han acumulado energía desde hace 99 años y al desfogarse habría uno o varios sismos que podrían ser de hasta 8.4 grados, más fuerte que el de 1985.
En 1911 hubo un gran temblor que fue el último que originó esta falla o brecha ubicada en el estado de Guerrero. Actualmente se investiga, cuando ocurrió otro anterior a la fecha señalada, para así poder determinar cada cuantos años se puede presentar este fenómeno. El temblor de 1985 ocurrido que generó grandes estragos en la ciudad de México, se originó en esa “megafalla” pero más hacia el noroeste, fue frente a la Costa michoacana.
Las fallas no se mueven en su totalidad, sino por zonas, el temblor de 1985 permitió a esa área liberar energía, sin embargo la zona de Guerrero en el sureste no se ha movido y tiene una longitud de más mil kilómetros. Dicha brecha o falla nunca se ha movido toda, de lo contrario, provocaría un sismo de grandes magnitudes.
La presencia de un fuerte temblor también podría desencadenar un tsunami, como ocurrió en Chile, dice la científica en entrevista con Cambio de Michoacán. Recordó que tras el temblor de 1985 se presentó un tsunami en el Pacifico mexicano aunque no fue de la magnitud del de Chile.
Todo depende de las condiciones de la configuración de la Costa, si se puede producir o no. Documentos históricos revelan que después de 1700 hubo un tsunami fue fuerte en la Costa de Oaxaca.
Teresa Herrera quien participó recientemente en el Grupo de Respuesta Rápida de la UNESCO para investigar el tsunami del 27 de febrero pasado en Chille, dice que alertar de este tipo de eventos sísmicos, no es alarmar a la población, sino prevenir y crear condiciones para que haya seguridad. Y que no haya un desastre. No se puede precisar cuando va a suceder exactamente, pero si es latente, asegura la experta.
“Al saber que se trata de una zona donde puede haber un sismo grande se deben tomar las medidas adecuadas, como el crear simulacros y se va a construir se haga con las condiciones adecuadas”.
Señala que existe falta de coordinación con los científicos y académicos mexicanos y las autoridades encargadas de tomar de decisiones, pese que los investigadores muchas veces se ofrecen para este tipo de sucesos, lo cual atribuye a falta de interés e ignorancia de parte de los políticos.
.-Michoacán, en alerta constante ante sismos de grandes magnitudes.
En Jalisco, Michoacán, Guerrero y Oaxaca, han ocurrido con frecuencia grandes temblores y las aceleraciones del terreno pueden ser superiores a 70 por ciento.
El Distrito Federal se encuentra en dos de las zonas de mayor peligro de sismo alto o severo en el territorio mexicano, con una población de unas 9 millones de personas, de acuerdo al Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).
Los expertos del Cenapred subrayan que en esta región hay más de 32.6 millones de personas, es decir, 33 por ciento del total de mexicanos que están expuestos a un sismo de gran magnitud.
El Cenapred dividió en cuatro la regionalización sísmica del país con base en los registros históricos de grandes sismos en México, catálogos de sismicidad y datos de aceleración del terreno.
La zona A, que considera a los estados de Baja California, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo y parte de Chihuahua y Zacatecas, es aquella donde no se tienen registros históricos, ni se han reportado sismos de gran dimensión en los últimos 80 años.
Las zonas B y C presentan sismicidad con menor frecuencia, o bien están sujetas a aceleraciones del terreno que no rebasan 70 por ciento del valor de la gravedad, donde se ubica a Sonora, Durango, Guanajuato, Querétaro, Puebla, Tlaxcala, Morelos, Tabasco, parte de Chihuahua, el estado de México y Chiapas.
En la zona D, donde están entidades como Jalisco, Michoacán, Guerrero y Oaxaca, han ocurrido con frecuencia grandes temblores y las aceleraciones del terreno pueden ser superiores a 70 por ciento.
En las zonas C y D, las de mayor peligro, juntas incluyen mil 1 municipios de los 2 mil 443 que tiene la República Mexicana, región que concentra más de 24 millones de habitantes, además del DF, según cifras del Censo poblacional 2000.
En su estudio, el Cenapred resalta que el territorio nacional forma parte de una “gran zona generadora de sismos que han ocurrido durante millones de años”.
“Los epicentros de la mayor parte de los terremotos de gran magnitud, es decir de siete grados, que ocasionan grandes daños, se ubican en la costa del Pacífico, en Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas”, indica el texto.
Sin embargo, también han ocurrido grandes sismos en el centro y sur de Veracruz y Puebla, norte y centro de Oaxaca y Chiapas, estado de México y en la península de Baja California.
El Distrito Federal se encuentra en dos de las zonas de mayor peligro de sismo alto o severo en el territorio mexicano, con una población de unas 9 millones de personas, de acuerdo al Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).
Los expertos del Cenapred subrayan que en esta región hay más de 32.6 millones de personas, es decir, 33 por ciento del total de mexicanos que están expuestos a un sismo de gran magnitud.
El Cenapred dividió en cuatro la regionalización sísmica del país con base en los registros históricos de grandes sismos en México, catálogos de sismicidad y datos de aceleración del terreno.
La zona A, que considera a los estados de Baja California, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo y parte de Chihuahua y Zacatecas, es aquella donde no se tienen registros históricos, ni se han reportado sismos de gran dimensión en los últimos 80 años.
Las zonas B y C presentan sismicidad con menor frecuencia, o bien están sujetas a aceleraciones del terreno que no rebasan 70 por ciento del valor de la gravedad, donde se ubica a Sonora, Durango, Guanajuato, Querétaro, Puebla, Tlaxcala, Morelos, Tabasco, parte de Chihuahua, el estado de México y Chiapas.
En la zona D, donde están entidades como Jalisco, Michoacán, Guerrero y Oaxaca, han ocurrido con frecuencia grandes temblores y las aceleraciones del terreno pueden ser superiores a 70 por ciento.
En las zonas C y D, las de mayor peligro, juntas incluyen mil 1 municipios de los 2 mil 443 que tiene la República Mexicana, región que concentra más de 24 millones de habitantes, además del DF, según cifras del Censo poblacional 2000.
En su estudio, el Cenapred resalta que el territorio nacional forma parte de una “gran zona generadora de sismos que han ocurrido durante millones de años”.
“Los epicentros de la mayor parte de los terremotos de gran magnitud, es decir de siete grados, que ocasionan grandes daños, se ubican en la costa del Pacífico, en Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas”, indica el texto.
Sin embargo, también han ocurrido grandes sismos en el centro y sur de Veracruz y Puebla, norte y centro de Oaxaca y Chiapas, estado de México y en la península de Baja California.
Fuente: Cambio de MichocánMx
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