Un tema central de discusión en la conferencia internacional de esta semana en la capital de Suecia podría resumirse en dos palabras: "agua sucia".
Paradójicamente, la sede de este vibrante debate, centrado principalmente en el efecto de los contaminantes y los desechos industriales y humanos, es una ciudad reconocida como capital del "agua de primera clase".
Y con todo derecho, según Gosta Lindh, directora gerente de la municipal Compañía de Agua de Estocolmo. A diferencia de los habitantes de la mayor parte del mundo, "somos bendecidos con un suministro casi ilimitado de agua buena, limpia y potable", se jactó.
La compañía, que atiende a unos 1,2 millones de consumidores, defiende métodos ecológicos: recicla las aguas servidas y promueve el uso de lodo como fertilizante en la agricultura en vez de químicos para no contaminar los ríos.
Sin embargo, el resto del mundo está bastante detrás de una ciudad que ganó el primer Premio Capital Verde de Europa 2010, otorgado por la Comisión Europea.
En la vigésima Semana Mundial del Agua, organizada por el Instituto Internacional del Agua de Estocolmo (SIWI, por sus siglas en inglés), las discusiones se centran en el impacto del líquido contaminado en la vida humana.
El tema de la conferencia, que concluirá este viernes, es: "Respondiendo a los desafíos globales: el reto de la calidad del agua".
Y la calidad importa, señaló Achim Steiner, subsecretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
"Tener un vaso de agua no es algo bueno si amenaza tu salud", señaló.
Por su parte, Clarissa Brocklehurst, jefa de Agua, Saneamiento e Higiene en el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), indicó que unas 1,8 millones de personas, en su mayoría niños y niñas menores de cinco años, mueren cada año de enfermedades diarreicas causadas por agua sucia.
Eso corresponde a una muerte cada 20 segundos.
Y más de la mitad de las camas de los hospitales del mundo están ocupadas por pacientes que sufren enfermedades provocadas por agua contaminada.
Las estadísticas provistas por SIWI son igualmente preocupantes.
Cada día, unas dos millones de toneladas de desechos humanos son vertidos en los recursos hídricos.
Y 70 por ciento de la basura industrial en los países del Sur en desarrollo es lanzada sin tratar en el agua, contaminando el suministro.
Rita Colwell, ganadora del Premio Estocolmo de Agua 2010, dijo que las fallas en la calidad del agua, junto a los problemas derivados del cambio climático, podrían causar desastrosos brotes de enfermedades, como el cólera.
Las enfermedades, parásitos, bacterias y virus transmitidos por el agua reducen la capacidad de trabajo y las funciones diarias de las personas, lo que puede causar un trastorno social y económico, y frenar el potencial de un país, alertó.
"El agua segura es absolutamente fundamental para la estabilidad económica y social, e incluso para la seguridad nacional", señaló Colwell, profesora en la estadounidense Universidad de Maryland y en la Escuela de Salud de la Universidad Johns Hopkins.
Fue galardonada por el SIWI por su investigación pionera en la prevención de enfermedades infecciosas transmitidas a través del agua, que ayudó a proteger a millones de vidas, sobre todo en el Sur en desarrollo.
En su informe titulado "Agua enferma", el PNUMA, con sede en Nairobi, señaló que la gran cantidad de agua sucia en el mundo hace que más personas mueran hoy por ella que por toda forma de violencia, incluyendo las guerras.
"El agua sucia es también un factor clave para el surgimiento de las ‘zonas muertas’ desoxigenadas en los mares y océanos de todo el mundo", alertó.
Según el estudio, divulgado en marzo, más de 900 millones de personas carecen de acceso a agua potable, y unas 2.600 millones no tienen saneamiento básico.
El informe señala que limpiar el agua sucia y hacerla potable y un recurso económicamente atractivo es uno de los grandes desafíos del siglo XXI.
El estudio propone una serie de medidas, entre ellas reducir el "escurrimiento agrícola" (vertido en ríos y arroyos de las aguas usadas en la agricultura y contaminadas con fertilizantes u otros productos químicos) y mejorar el manejo de los desechos humanos.
El trabajo también llamó a adoptar sistemas de reciclado e invertir en obras sanitarias.
Según SIWI, hay dos formas de prevenir y mitigar la contaminación.
En primer lugar, a través del principio "el que contamina paga", que hace responsable penalmente al que afecte la calidad del líquido.
En segundo, mediante la práctica de "nombrar y avergonzar", esto es, denunciando públicamente los responsables de los daños ambientales.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, señaló que, por demasiado tiempo, se ha acusado la industria de ser la responsable.
Es bien sabido que las chimeneas de las fábricas han corrompido la atmósfera, y sus efluentes los ríos.
"Pero ésta es una imagen engañosa", sostuvo. "Más que nunca, los negocios se están convirtiendo en parte de la solución, no en el problema".
En la Semana Mundial del Agua, la ITT Corporation prometió 10,5 millones de dólares durante un periodo de tres años (2011-2013) para ayudar a que un millón más de personas en todo el mundo accedan a agua potable y saneamiento.
A través del programa llamado ITT Watermark, la compañía se asociará con reconocidas organizaciones internacionales sin fines de lucro como Agua para la Gente, Mercy Corps y la Fundación por el Desarrollo de las Mujeres de China.
Los países que se beneficiarán serán Birmania, China, Guatemala, Haití, Honduras, India, República Democrática del Congo y Sri Lanka.
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