domingo, 19 de septiembre de 2010

NO A LA EXTRADICIÓN DEL COMPAÑERO GALVARINO APABLAZA GUERRA

Nuevamente la larga mano del pinochetismo llegó hasta la Argentina. La Corte Suprema de Justicia dio vía libre para extraditar a Chile al compañero Galvarino Apablaza Guerra (Salvador), ex dirigente del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, ”acusado” de haber formado parte de la dirección política del FPMR que decidió la operación en la que resultó muerto, en 1991, Jaime Guzmán, senador del partido derechista UDI y colaborador de la dictadura de Augusto Pinochet. A Apablaza también se le adjudica haber tomado decisiones respecto del secuestro del empresario trasandino Cristian Edwards.

Si bien Apablaza pidió asilo político en Argentina hace varios años, los sucesivos gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner no respondieron al respecto. Esta definición oficial es la base del fundamento de los jueces de la Corte que dieron su visto bueno para reiniciar el proceso de extradición que puede conducir a este combatiente chileno, también internacionalista ya que participó en el proceso revolucionario sandinista en Nicaragua, a ser un rehén más de los herederos políticos de Pinochet.

Los hechos señalan que tanto la insistencia de las clases dominantes chilenas como la complicidad de sus pares de Argentina que no concedieron el asilo político requerido por Apablaza, muestra una vez más que las administraciones civiles en ambos países representan a los poderosos y coinciden en sus objetivos comunes.

La reciente extradición del militante chileno Juan Aliste Vega, sumada a la entrega de los militantes Freddy Fuentevilla y Marcelo Villarroel a los tribunales militares de ese país, son los antecedentes inmediatos de este nuevo acto de injusticia por parte del gobierno nacional que deja perfectamente en claro a quiénes representa desde sus intereses de clase.

Para los militantes populares argentinos, represión, persecución, procesamientos, cárcel y una larga lista de asesinatos; para los compañeros de otros países, ni siquiera el refugio por razones humanitarias, sino la entrega en las garras de los asesinos que asolaron Chile.
Otra vez el imperialismo muestra su vocación de no reconocer fronteras a la hora de reprimir, nuevamente el castigo a los que luchan.
Impedir la extradición de Galvarino Apablaza y lograr el asilo político para él y su familia debe ser una necesidad de todo el campo popular argentino. Eso sólo podrá lograrse con organización y movilización del conjunto de los que luchamos.

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