domingo, 6 de febrero de 2011

A gran escala - Javier Ortiz

Lo importante, está visto, es hacer las cosas a gran escala. Los antimilitaristas lo tienen dicho: si matas a cuatro, eres un inmundo asesino, sólo merecedor de cárcel y patíbulo; en cambio, si matas por decenas de miles, te habrás ganado el título de líder y te invitarán a la siguiente ronda de conversaciones de paz en Ginebra. ¿Ejemplo? Karadzic, un tipo ante el que Jack el Destripador hubiera empalidecido de envidia

Con las cosas del dinero ocurre otro tanto. No abone usted la letra del piso y verá la que se le cae encima. ¿Cuatro alquileres sin pagar? ¡A la calle, so moroso! Pero deje un pufo de cinco mil millones: la Policía le protegerá cuando vaya a declarar al Juzgado; si le procesan, le fijarán una fianza que podrá pagar, y las probabilidades de que conozca usted el interior de un penal son las mismas que tengo yo de hacerme multimillonario con la lotería, a la que no juego.


De Ibercorp a KIO, pasando por el AVE, Filesa, Casinos y otras Renfes, el país se nos ha llenado de historias escandalosas en las que solamente un extremo resulta indiscutible: que alguien ha evaporado cantidades de dinero monumentales. Yo no soy juez, así que no me corresponde decidir quiénes son los verdaderos culpables de tales desmanes. Pero, digo yo que algún culpable habrá, ¿no? Pues no. No sólo nadie ha ido a la cárcel por estos macrochanchullos, sino que los implicados en estas historias -¡todos!- siguen viviendo al mismo tren de lujo que antes. Y bien en el escaparate, para que no haya dudas sobre el recochineo.

¿Cuál es la moraleja de todo esto? Ninguna. Aquí no hay ni moral ni moraleja, al menos con minúscula.

¿Debemos deducir que lo mejor es timar a gran escala? Qué va. Ya se encargan ellos de que a nosotros, pobres diablos, las cosas a gran escala nos resulten inalcanzables. Salvo el cabreo a gran escala, por supuesto.

Javier Ortiz. A gran escala. El Mundo. 4 de febrero de 1993.

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