LIMA, 19 de feb (PL).- Una nueva prueba de la injerencia de Estados Unidos en Perú impacta hoy en la prensa peruana, que recoge un informe en tal sentido publicado por un diario español.
La versión se refiere a un cable diplomático norteamericano divulgado por el sitio virtual WikiLeaks, según el exministro del Interior Fernando Rospigliosi, del entorno del entonces presidente Alejandro Toledo, tuvo una reunión sobre política interna peruana a fines de 2005.
El informe confirmó la denuncia hecha en días pasados por el candidato presidencial nacionalista, Ollanta Humala, sobre esa reunión, en la que Rospigliosi pidió apoyo de Washington para detener su entonces ascendente campaña electoral.
Originalmente el hecho le fue comunicado a Humala por la embajadora de Estados Unidos, Rose M. Likins, pero esta hizo un confuso y ambiguo desmentido a la versión del pretendiente nacionalista, quien señaló que el informe señalaba que la injerencia había sido pedida por funcionarios de Toledo.
Consultado por radioemisoras locales, Rospigliosi admitió la reunión y hasta se ufanó de haber ayudado a Perú para impedir el triunfo de Humala en el 2006 y la supuesta injerencia de países extranjeros, de lo que no dio ninguna prueba.
El exministro negó sin embargo haber sido emisario de Toledo y aseguró que no lo veía desde 2004.
El pedido de injerencia estadounidense contra Humala fue hecho por Rospigliosi junto al exfuncionario del Ministerio de Defensa Ruben Vargas, siendo ambos socios en una organización financiada por Estados Unidos para difundir noticias favorables a su política antidrogas.
El informe reseñado apareció al día siguiente que Ollanta Humala y dirigentes de su organización, Gana Perú, emplazaron a la embajadora Likins a difundir el cable materia de controversia y a no intervenir en la campaña electoral con declaraciones ambiguas.
Entretanto, importantes analistas dan por descontada la intromisión norteamericana contra Humala en 2006 y entre ellos el comentarista César Hildebrandt denuncia que el pedido buscaba la acción de la Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), dedicada a operaciones sucias como la solicitada.
“Se trataba (de) hacerle creer a la gente que (presidente venezolano) Hugo Chávez estaba en el escenario, que Humala no era sino su marioneta y que un triunfo suyo sólo podía equivaler al apocalipsis”, dice, a tiempo de señalar que Toledo debe dar explicaciones por su servilismo.
“Dudo mucho que Alejandro Toledo, presidente en ese momento, no haya estado al tanto” de los afanes ante la embajada norteamericana, indica por su parte el analista Alberto Adrianzén.
Recuerda que Toledo se sumó a la feroz campaña política y mediática contra Humala en 2006, al pedir al electorado no dar un “salto al vacío” votando por el nacionalista.
Señala que en la época del pedido de injerencia se desató una guerra sucia de mentiras sobre falsas operaciones intervencionistas de Venezuela y Bolivia que buscaba torcer la voluntad popular.
Anota que Estados Unidos era hostil a los avances de fuerzas de cambio en la región, lo que internacionalizó la elección de 2006 y la intromisión externa en ese proceso.
Mientras se acusaba falsamente a Humala de ser instrumento de la supuesta penetración venezolana, “otros hacían el trabajo sucio contra Humala y corrían a la embajada norteamericana a pedir ayuda”.
Humala ganó la primera vuelta de las elecciones de 2006, pero en la segunda perdió ante el actual presidente, Alan García, respaldado por un bloque político y mediático derechista, afín a Estados Unidos.
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