domingo, 6 de febrero de 2011

Honduras: Manuel Zelaya, las tareas del pueblo hondureño y el EL FNRP

El Frente Nacional de Resistencia se encuentra en un proceso de discusión amplio, muy intenso y enriquecedor acerca del quehacer inmediato y el mediato correspondiente. La dialéctica, madre de toda filosofía contemporánea, nos enseña que la realidad social, política y económica es la que determina la conciencia social y nunca al revés.


Del mismo modo, el análisis concreto para situaciones concretas nos impulsan a conocer el principio y naturaleza de algunas leyes con el fin de que al establecer conclusiones y por ende recomendaciones, todas ellas surjan del análisis dialéctico atingente.

Para establecer el sendero de las acciones pertinentes es necesario en primer lugar entender que la ley de la transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos está presente en el proceso político que configura el 28 de junio de 2009, cuyo contexto histórico, inmediatamente produce un movimiento social sin precedentes en el decurso de la hondureñidad.

Podemos perfectamente asegurar que nos encontramos en un momento de la historia en donde estamos por dar el salto cualitativo como producto de la acumulación de factores cuantitativos históricos que ha establecido el sistema político liberal, desde principios y mediados del siglo XX, para pasar en los inicios del siglo XXI a una etapa cualitativa transformadora.

Durante el siglo XX, la dictadura del general Carías montó un sistema de represión cuyo lema destierro, entierro y entierro representaba la trilogía del terror que se fue diluyendo por el avance de la organización de la clase obrera que había tenido en Juan Pablo Wainrigth, Manuel Cálix Herrera y Gracielita García y otros compañeros, los abanderados de la nueva ideología revolucionaria que necesitaban los obreros agrícolas de la costa norte y que condujeron a la gran Huelga de 1954, proceso en el que nacen los partidos de izquierda revolucionarios como los ideólogos de tan portentoso movimiento social sin precedentes en la reciente historia contemporánea.

Más tarde con el aparecimiento de la burguesía golpista y vende patria, los árabes y la élite criolla terrateniente, militar y comercial, surgió la práctica de producir gobiernos reformistas, tales como el de Villeda Morales y la etapa de los reformistas militares sobre la base del desarrollo de un movimiento campesino vigoroso que logró ciertos objetivos de producir al menos una tibia reforma agraria que se asentó más que todo en las tierras del Aguán. Siempre hubo muertos, perseguidos y torturados durante este período corto en la historia nacional.

Por último está la fase de la democracia representativa negociada por la élite árabe burguesa, aliada con la embajada americana y las transnacionales, con la cual produjeron una Constitución que cerró toda perspectiva de protagonismo del pueblo hondureño como eje central de la institucionalidad democrática, para montar el juego de los partidos tradicionales de alternar el poder político asumiendo siempre una retórica vacía y siempre demagógica.

Basados en un poder fáctico compuesto por la burguesía mediática, financiera, comercial e industrial, la democracia fue para todos ellos un paraíso terrenal en donde las leyes jugaban el rol de una disimulada dictadura de la burguesía tramontana y fundamentalmente parasitaria del Estado que administraba con el apoyo de la embajada norteamericana los bienes y el territorio nacional a su antojo y conveniencia.

El movimiento revolucionario en este época estuvo subsumido todavía en aquellas contradicciones no antagónicas producidas por la disputa del liderazgo de la revolución socialista ya fuese de la Unión Soviética o de la China continental, olvidándose durante este tiempo de la lucha de clases representada en las masas populares versus burguesía nacional, como motores fundamentales en la historia del país.

Fue una época de acumulación de la fuerza donde lo viejo y caduco se fueron resituando en el fondo de la lucha popular.

Fueron los acontecimientos del 28 de junio del año 2009, con el golpe de estado y la salvaje represión contra el pueblo volcado a las calles, los que sirvieron de partera para que surgiera cualitativamente un nuevo movimiento popular organizado y liderado por un conductor democrático de la talla de Manuel Zelaya Rosales y los compañeros dirigentes obreros, campesinos, intelectuales, pobladores de barrios,etc,etc., quienes hasta el momento desarrollan la posibilidad de la construcción y fundación de una nuevo país.

En ese orden de ideas, con el golpe de Estado toda aquella demagogia, aquella pantomima, aquella comedia montada por la burguesía nacional y sus adláteres internacionales del imperio, mostraron finalmente su verdadero rostro de explotadores, represores y fundamentalmente rabiosos enemigos del pueblo hondureño.

Entonces se clarificó el verdadero sentido de la lucha de clases entre el pueblo explotado, vilipendiado y perseguido hasta la muerte, es así que el Frente Nacional de Resistencia Popular bajo el liderazgo de Manuel Zelaya Rosales surge a la palestra pública para proponer al pueblo dos metas muy importantes que ya el Presidente Zelaya había esbozado durante su corto gobierno: la Asamblea Nacional Constituyente y la redacción de una nueva Constitución.

Desde esa época del golpe, con el presidente Manuel Zelaya Rosales lanzado al exilio, la represión sangrienta contra el pueblo y las argucias malabaristas del gobierno de Porfirio Lobo Sosa, hijo putativo del golpe, es que se ha llegado a una nueva etapa de la lucha por alcanzar las metas descritas anteriormente.

Dentro de este proceso, y siguiendo la línea de la dialéctica, se presentan dos importantes fenómenos, la unidad y la lucha de contrarios, al interior del movimiento social de la resistencia.

Todo fenómeno social e histórico, presenta dos particularidades, el de la identidad y el de la diferencia. El primero, consiste en una concreción de todo aquello que es idéntico consigo mismo, pero a la vez conlleva lo diferente. Y es que la identidad como tal implica la diferencia con todo lo demás. El FNRP es idéntico a sí mismo por las razones históricas de su nacimiento, pero, es diferente a los demás movimientos políticos, por la particularidad de su aparecimiento en la vida política de la nación.

Todo proceso contiene en sí mismo una lucha de elementos contrarios entre sí, debido a que precisamente esta lucha de contradicciones constituyen el motor del desarrollo de las luchas sociales, de los movimientos políticos, y el aparecimiento de esa contradicciones y su dilucidación representan el movimiento dialéctico en sí.

Se puede decir que la unidad es una coincidencia, una identidad y una igualdad de las acciones, y que la unidad de las contradicciones solamente en algún momento es convencional, temporal y transitoria. Las contradicciones constituyen un motor de movilidad y que luchan contra la inmutabilidad, como expresión misma del movimiento no dialéctico.

El FNRP en este momento está surcando por el tiempo de la unidad y la lucha de contrarios con respecto a su futuro político, cuestión que es básicamente necesaria para romper el círculo de lo inmutable y lo estancado del proceso.

La discusión de su organización, la discusión de su minuta política, la discusión de si es necesario un partido para participar en un proceso lectoral próximo, son puntos de divergencia a veces aguda, pero, no necesariamente que conlleve al rompimiento de su unidad.

La lucha de contrarios alimenta el proceso de la discusión ideológica y son las masas quienes deberán ir asumiendo conciencia de cuáles son los problemas fundamentales y las tareas que se deben asumir para salir por la tangente sobre asuntos propiamente políticos, ideológicos y esencialmente pragmáticos.

Lo importante es no perder de vista que existen contradicciones antagónicas y no antagónicas. Las antagónicas están señaladas y determinadas por la lucha de clases. Nos encontramos con un enemigo común denominado burguesía hondureña, poder fáctico, mediático, político y económico. Y un movimiento amplio de la clase explotada de Honduras, los obreros, los campesinos, las capas medias, los intelectuales, los artistas, etc.

Hay que esclarecer de una vez por todas que todavía no discutimos el problema del poder general de la nación, asunto que habría de tenerse en cuenta para el momento mismo en que el FNRP asuma como resultado de sus consultas con la base, con el pueblo, la directriz que emane de la discusión en la próxima asamblea nacional de representantes de FNRP.

Así que en este momento es indispensable tener en claro algunos puntos fundamentales de arranque y llegada en esta porción de la lucha contra el sistema político que deseamos desmontar.

En primer lugar, se deben tener en cuenta los criterios que el líder de la Resistencia y coordinador del FNRP, el ex presidente Manuel Zelaya Rosales, expone:

· La derecha nacional junto a las derechas internacionales prosiguen con su proyecto de sostenibilidad del poder político y para ello golpean a las clases populares con sus arbitrariedades de un Estado de Leyes sin ley y de un sistema de justicia sin derechos humanos, intensifican la represión y asumen la impunidad como estrategia represiva en su propósito de desarticular para su destrucción al FNRP.

· La oligarquía asistida por la inteligencia norteamericana invierte recursos inimaginables en todos los campos posibles en el que se incluyen salarios para mercenarios, infiltrados y zapadores conspirativos dentro y fuera del FNRP.

· En este sentido la única arma que posee el pueblo hondureño es la existencia del FNRP, movimiento social de amplio espectro político e ideológico incluyente, al cual teme la oligarquía nacional y sus asesores internacionales.

· En julio de 2010 remití al FNRP un proyecto político de organización y auto convocatoria con el objetivo de fortalecer este poderoso movimiento político de base amplia y diversa, mismo que ahora es necesario revisar y ponerlo a la altura de los acontecimientos políticos que se suscitan en el contexto nacional e internacional.

· Los conflictos surgidos al interior del FNRP son de tipo no antagónico y se debe buscar el entendimiento para que los diferentes grupos junto a las bases puedan esclarecer los intereses que convienen al pueblo hondureño. No es extraño que hayan ambiciones políticas personales en un proceso altamente participativo y democrático.

· ESTE NO ES MOMENTO PARA PENSAR EN ELECCIONES, dado que no estamos listos para abordar este camino de inmediato. Pero, tampoco se deben satanizar los temas concernientes a los procesos políticos electorales, ya que los mismos constituyen la herramienta por la vía pacífica de acceder al poder general de la nación, sin embargo, la pretensión de la toma del poder es estéril sin la adecuada estructura organizativa, política e ideológica.

· La Asamblea del 26 de febrero debe aprobar mecanismos que permitan impulsar una estrategia común que integre a todas las organizaciones, los grupos y las personas, que asuman la causa común con nuestro FNRP para refundar el país.

· No existe otro camino hacia la aspiración nacional sino el de instalar la Asamblea Nacional Constituyente, redactar la nueva Constitución para refundar nuestro país, ambos objetivos representan el sendero de la restauración de los derechos y de la democracia, rotos el 28 de junio de 2009.

· La verdad no debe esgrimirse como propiedad de un grupo, de una organización o de una persona, es la verdad en este caso política una conciencia colectiva en la medida en que somos solamente representantes provisionales del soberano. No deben producirse debates filosóficos e ideológicos con agudo extremismo ya que tales contradicciones no antagónicas no pueden ser parte de la discusión pública ante el adversario contumaz, represor y sangriento.

· En nuestra Asamblea se juega el futuro de la lucha que ha librado el pueblo hondureño a sangre y fuego. La Asamblea debe proceder de manera franca y abierta a producir los acercamientos de alto nivel con todos los grupos integrantes del FNRP, de tipo social, político como por ejemplo la UD y la Resistencia del Partido Liberal, con el fin de definir cuanto antes nuestra estrategia y preparar las alianzas posibles, divulgar, difundir y promover el espíritu unitario de todos los miembros de la Resistencia Nacional y Popular.

· Los resultados de Nuestra Asamblea debe ser visibles para el pueblo hondureño, por lo tanto debemos estar a la altura de tales circunstancias y anteponer los intereses del pueblo y del FNRP sobre cualquier ambición personal.

· El proceso dialéctico definirá si el futuro está en la participación política como partido o explorar otras posibles rutas y formas políticas. Por ahora lo esencial está en definir claramente la disposición de crear una estructura sólida para enfrentar el abuso a que estamos sometidos, elaborar un calendario de trabajo con un determinado ordenamiento y una estructura tal que nos permita obtener los objetivos políticos que aspiramos satisfacer.

· En este momento, es decir hoy, somos parte solamente de un proceso histórico y político que tiene un fin basado en la defensa de los derechos humanos, el retorno inmediato de los exiliados, el fin de la impunidad, el seguimiento de los juicios internacionales a los golpistas con lo cual adquiriremos la legitimidad que ellos no poseen.

· Sinceridad y sanas intenciones políticas representan valores éticos que deben alumbrar y determinar el sentido de nuestra lucha.

· Finalmente pido a los hondureños en resistencia y simpatizantes de nuestra lucha lo siguiente:

Cerremos filas alrededor de una estrategia de unidad del FNRP, procedamos a realizar la Asamblea con los delegados nombrados por las bases, todos ideológicamente comprometidos con los cambios señalados y aprobar una agenda para el trabajo inmediato en derredor de la reconstrucción del orden democrático de Honduras.

Esta será una ardua tarea.

Como se puede observar Manuel Zelaya Rosales propone al pueblo hondureño y al Frente Nacional de Resistencia Popular una minuta de trabajo inmediata y compleja, pero no difícil de realizar.


La dialéctica nos enseña que estamos precisamente el borde mismo de la transformación de un movimiento de cantidad social a un movimiento de calidad ideológica y política sin precedentes, es un momento histórico especial que se desprende del golpe de Estado de 2009, cuando el pueblo salió a las calles a defender lo único que posee en su conciencia política: la soberanía popular.

Manos a la obra.

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