domingo, 13 de febrero de 2011

Los negocios tras la pacificación de Río de Janeiro

Una dinámica económica cimentada sobre el dinero fácil y el consumo ostentoso, tras décadasde dominio narco en las favelas de Río de Janeriro, ahora es el foco de las grandes empresas cariocas que se aprontan a invadir territorios que hasta hace poco tenían su propia lógica, al margen de las redes de especulación neolibaral.

Cuandolos humos del combate reciente se habían disipado, el alcalde de Río, Eduardo Paes, prometió que luego de la incursión militar en la zona norte de la ciudad habrá una ‘invasión de servicios públicos’. Puestos de salud, un teleférico que cruzará por encima de las favelas de la ciudad, regularización de los títulos de propiedad, módulos de enseñanza digital y hasta un cine conforman la oferta del Estado.                                                   

Pero si las fuerzas armadas iniciaron la toma del control, el ejército de ocupación permanente serán los agentes privados, ávidos de hacer buenos negocios sobre los pilares dejados por décadas de narcotráfico, que hizo la primera gran inversión en esos territorios, dejando una cultura del dinero fácil y seducción por objetos de consumo. Así, la ciudad carioca hoy asiste a la ampliación de los límites del neoliberalismo urbano hacia el que era el territorio irreductible de las favelas.


La biopolítica en curso ya no será en términos policiales y represiva, sino que apuesta por la inclusión de los habitantes de los morros en la economía formal, de dar rentabilidad a sus lazos sociales y producir una subjetividad tan salvaje como la dejada luego de décadas de narcotráfico, claro que hoy ajustada a los mecanismos de plusvalía del libre mercado. “Queremos pensar en una favela como un espacio que puede dar lucro”- sostuvo la subsecretaría estadual de Río.

La vida morro arriba
La autoconstrucción en altura, el trazado irregular de calles, la conexión ilegal a la electricidad y, cada cierto tiempo, la instalación de agua potable y alcantarillado por parte de la Prefectura, han modelado la geométrica irregular de las favelas que se extienden en los bordes de Río de Janeiro.

Con la crisis del capitalismo de mediados de la década de los ’70, quienes llegaban a la ciudad buscando transformarse en asalariados fabriles y obtener algo de protección social, vieron mudar sus expectativas hacia los sectores más dinámicos de la economía de mercado: La venta de drogas declaradas ilegales y la de armas para cuidar el negocio.     
El narco fue el emprendedor nato. Es el primero que ‘cachó para dónde iba la micro’. Se dio cuenta antes que nadie que no tendría gran futuro pagando por años una moto para transportar la carga humana arriba del morro o cruzando la ciudad todos los días para ir a trabajar a los barrios ricos.

Como fue el primero en ‘avisparse’, fue el que caminó por los becos y callejuelas antes que nadie con zapatillas de marca, paseó su auto ostentoso por las circunvoluciones de las favelas y se puso con más plata que nadie cuando un vecino enfermo pidió ayuda en alguna de las más de mil favelas de Río, en donde se calcula viven unos dos millones de personas. Además, como durante décadas primó el sálvate a ti mismo, la cultura está atravesada por el elogio del emprendimiento fácil e informal de la ilegalidad en una sociedad asolada por el capitalismo salvaje para poder ver televisión, tener gas o fumar tranquilo un porro de ‘macoña’ a la salida del trabajo.
Quien visite una favela se sorprenderá con el dinamismo comercial de sus calles. El ir y venir de cientos de mototaxis, peluquerías, carnicerías, supermercados, ferreterías y toda una red comercial a escala local inflada por el dinero gastado por los narcos                                                                                 
Un estudio del economista fluminense Sergio Ferreira Guimarães, publicado recientemente, estima que el tráfico de drogas en Río puede facturar entre 317 y 633 millones de reales por año. O sea, entre cien mil y 190 mil millones de pesos. Además, calcula que el tráfico da empleo a unas 16 mil personas, similar cantidad de los contratados por Petrobras, la mayor petrolera de Brasil.

FABRICACIÓN DEL CONSENSO PARA LA INVASIÓN MILITAR

La tropas del Ejército que desde diciembre ocupan los complejos de Alemão y la Penha estarán por 7 meses. La misión militar denominada ‘Fuerza Tarea’ está integrada por más de mil hombres, entre policías y paracaidistas del Ejército. Su misión es mantener la ‘guerra al tráfico de drogas’ a nivel territorial. Hasta ahora, el saldo dejado en la incursión fue de 30 muertos, entre ellos Rosángela Barbosa, una niña de 14 años alcanzada por una bala de la policía al interior de su casa.


El Ejército brasileño fogueó su experiencia en el control territorial durante la misión de la ONU en Haití, que comanda desde el 2004. Así, el general a cargo de las operaciones en Haití, Fernando Sardenberg, está a cargo de la ocupación en los morros cariocas.

La operación precisó generar un consenso que refuerce las decisiones políticas y de aliento a la policía. Si en el territorio el despliegue era militar, en lo simbólico la imagen que más circuló los días previos a la ocupación era la de un chico con un fusil apuntando desde el morro a la policía y el diario O Globo llamó el ‘Día D’ a la incursión.

Una campaña mediática que se inició hace dos años con la instalación de las primeras Unidades de Policía Pacificadoras (UPP) inauguradas en las favelas que rodean la zona sur de la ciudad, la más rica y turística. Fotos de policías sonrientes junto a niños pobres o adolescentes felices junto a un carro lanza aguas es la foto de rigor. Incluso O Globo, en su versión en Internet, tiene un link especial titulado 'Favela libre', donde mapas y galerías fotográficas aplauden la labor de las UPP.

Para que el trabajo no fuese en vano había que medirlo. El mismo día de la incursión militar los medios encargaron una encuesta a Ibope, que concluyó que un 88% de la población de la ciudad apoyaba las medidas de fuerza adoptadas por las autoridades y un 93% se manifestaba de acuerdo en utilizar a las fuerzas armadas. A fines de diciembre otra encuesta vino a respaldar la misma senda: Un 90% de la población, esta vez, aprueba ocupar militarmente el Complexo do Alemão.

La imagen de una bandera de Brasil flameando en lo alto del complejo de favelas de la zona norte de Río vino a sellar el optimismo frente a la acción armada. A las pocas semanas, el propio presidente, Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, fue para allá a hablar de optimismo y esperanza” y ratificó la lógica de guerra. “Quiero decirle al pueblo de Río de Janeiro: Mucha tranquilidad, porque ganaremos esta guerra”- sentenció.
El discurso de las autoridades habla de 'pacificación’. Un palabra blanca, pero con muchos silencios y que es una práctica vieja en la ciudad. Para que Juan Pablo II visitara la urbe sin sobresaltos, el Bope 'pacificó  las cercanías de la casa del arzobispo, dejando un saldo de 30 muertos. Otra veintena quedó tras el paso de la policía en los días previos a los Juegos Panamericanos de 2007.

LA POLICÍA PACIFICADORA

La Policía Militar de Río (PMERJ) tiene fama de gatillo fácil. Un informe de Amnistía Internacional sostiene que junto a las fuerzas de orden de Sao Paulo, entre el 2005 y el 2009 mataron a 11 mil personas. Mientras la policía de Estados Unidos, conocida por su violencia, mata a un sospechoso por cada 37.751 detenciones, sus pares de Río terminan con la vida de alguien por cada 23 arrestos. En 2009, según datos del Instituto de Seguridad Pública, murieron 3.272 personas en enfrentamientos con la policía sólo en el estado de Río de Janeiro.

A fines de 2008 fue inaugurada en la favela de Santa Marta la primera UPP. Hoy están en 13 de las mil favelas que hay en el área metropolitana de la ciudad, manteniendo un control sobre unas 231 mil personas.

Las UPPs son integradas por policías jóvenes y se instalan en los accesos a las favelas. Su función es escrutar cada movimiento que ocurra en la comunidad intervenida, ya sea esforzándose por conocer a los moradores, revisando los bolsillos de los jóvenes para saber quien es usuarios de drogas o haciendo buenas acciones como plantar árboles o jugar con los niños para ganarse la confianza de los vecinos.
Se planea instalar otras 55 UPP en los próximos 4 años para formar un “cinturón de seguridad” que resguarde a la ciudad para el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, según la propia definición del secretario municipal del Programa de Seguridad con Ciudadanía (Pronasci), Ricardo Rotembergue.


NUEVOS NEGOCIOS

Según reportó la agencia Reuters para la invasión a los complexos do Alemão y La Penha, Coca-Cola y Bradesco donaron millones de dólares para ayudar a financiar las operaciones policiales, debido a que éste era el momento de combatir un problema que cuesta a Brasil hasta 100 billones de dólares al año en gastos de seguridad, pérdida de inversión y productividad, según cálculos hechos por el Banco Mundial.

“Nunca antes hubo tanta voluntad de componer Río”- sostuvo Eike Fuhrken Batista, el hombre más rico de Brasil y que ocupa el puesto entre los más ricos del mundo según la revista Forbes. Es más, prometió ponerse con 20 millones de reales al año hasta el 2012 para ayudar en la instalación de más UPPs
La apuesta es que un millón de moradores de las favelas entren en la economía formal en los próximos años. La imagen de las favelas y sus habitantes resulta molesta para el discurso de Brasil como potencia emergente. Es más cómoda la imagen de una clase media emergente que integra hasta a moradores de las favelas capaces de adquirir un auto o ávidos de la cultura del shopping.

A la masificación de las tarjetas de crédito, el uso de celulares y la compra de televisores último modelo, le siguen políticas que buscan transformar a los excluidos de ayer en “emprendedores” o “buenos trabajadores”. Así, desde noviembre de 2010 se hacen cursos en las favelas para aprender a comportarse y obtener un empleo. “Entregamos cosas básicas, como aprender a vestirse, a comportarse y que actitud tener”- dijo Kátia Watts, una de las promotoras de las sesiones.
En Cidade de Deus -Ciudad de Dios-, por ejemplo, luego de la llegada de las UPPs, hasta agosto de 2010, mil pequeñas empresas fueron formalizadas. No sólo pagarán impuestos las peluquerías pequeñas, los restaurantes y bares que eran clandestinos, sino que servicios como la luz y la televisión por cable tendrán su cuenta mensual. Incluso se anunció ya un censo para “identificar la vocación empresarial de sus moradores”.

El presidente de Light, empresa eléctrica de Río, José Luiz Alquéres, aplaudió que en la favela de Santa Marta después de la llegada de las UPPs el hurto de energía eléctrica se redujera del 70% al 1%. Light acusaba perder 200 millones de dólares al año por hurto de electricidad en las favelas.

La empresa regaló ampolletas que gastan menos energía y hasta refrigeradores más económicos. Pero lo principal fue poner medidores de luz en todas las casas de las favelas ocupadas.
Otro negocio a recuperar es la televisión por cable. En el Complexo do Alemão, días después de la ocupación militar, un ejército de promotores de telefonía y televisión pagada recorrió sus estrechas calles. Sky había lanzado ya en septiembre un servicio exclusivo para las favelas pacificadas con una tarifa más baja que lo que se paga en otros puntos de la ciudad. En tanto, Oi, la compañía telefónica, dijo que invertirá 15 millones de reales para expandir sus redes de telefonía, banda ancha y televisión pagada.
Otro plus es el aumento de la valorización inmobiliaria de los predios cercanos a las UPP, lo que ha obligado a los pobres que vivían allí a trasladarse de barrio. Agentes inmobiliarios aplauden que los aumentos en los arriendos subieron hasta un 148% y un 59% las ventas de inmuebles en los barrios cercanos a las favelas ocupadas por las UPPs.
Los cientistas políticos Bruno Lima Rocha y Rafael Cavalcanti advierten que las UPP “no sólo acompañan las áreas de mayor valorización inmobiliaria o de futuro uso de territorios para los aparatos de la Copa del Mundo y de las Olimpiadas, también prepara el terreno para la flexibilización de leyes ambientales y el aumento de la especulación inmobiliaria en zonas de la ciudad que tienden a valorarse”.

DEL COMANDO VERMELHO A BRADESCO

El temido Comando Vermelho, acusado de ser el instigador de la violencia que provocó la invasión militar a las favelas en Río, dejará su espacio a otro gigante rojo: Bradesco, el segundo mayor banco privado del Brasil y de América Latina que tiene una cartera de 16,8 millones de clientes.

El diseño económico del gobierno de Lula permitió que altas tasas de crecimiento económico hicieran crecer el ingreso de los más pobres. Así, entre los años 2001 y 2008 el ingreso del 10% de los más pobres creció un 72%.
Y si el pobre tiene más dinero, los ricos se han preocupado de darles incentivos para que lo gaste. Así todos ganan. Si con Lula los más pobres obtuvieron unos recursos anuales de 10.500 millones de dólares; los grupos económicos, a través del mercado financiero, ganaron 100.500 millones.
Bradesco, que cimentó su riqueza con préstamos a pequeños comerciantes y funcionarios públicos, tiene muy buen olfato para hacer buenos negocios en un contexto de crecimiento de la economía que aumentó la demanda por crédito en Brasil.
Los resultados durante el 2010 fueron el crecimiento de su cartera de crédito un 18,6% y de los créditos de consumo a un 23%. Según datos de octubre de 2010, Bradesco registró utilidades por US$ 1.480 millones debido a una gran demanda en créditos de consumo y terminó el trimestre con activos totales por 611.900 millones de reales (U$D 359 mil millones).

En la misma fecha las tasas de interés de las tarjetas de crédito eran de 10,66%, las más altas desde el 2000. En Brasil, con menos del sueldo mínimo (540 reales) se puede obtener una tarjeta de crédito y visa. Así, el dinero dejado por el negocio de drogas declaradas ilícitas en las favelas no sólo se gastará en ropa de marca, motos y celulares. Para preparar el terreno, en diciembre, Bradesco se puso con un árbol de navidad en el Complexo do Alemão y anunció que abrirá agencias en diez favelas de Río hoy aseguradas por las UPPs. El dinero seguirá circulando, ahora en manos de corporaciones que no tienen el sello de la ilegalidad, pero cuya procedencia es la misma.

Por Mauricio Becerra

El Ciudadano Edición Nº95






































































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