Por Carlos Del Frade
(APe).- -Hubo un instante en que las miles de personas congregadas en lo alto del Cerro de la Gloria enmudecieron con un nudo en la garganta. Ocurrió en la mañana del viernes 15 de agosto, cuando varias mujeres, vestidas como las residentas, madres de la Guerra del 70, se arrojaron al suelo, sobre los cuerpos yertos de sus niños soldados, mientras una de ellas, deambulando como un fantasma haraposo entre el humo y los cadáveres, empezó a entonar a viva voz: “Aquí en mi tierra, bordeando el monte, se extiende el campo de Acosta Ñu...” – cuenta el periodista paraguayo, Andrés Colmán Gutiérrez, del sitio “Última Hora”. Agrega la crónica que “fue el momento más emotivo de la dramatización que un grupo de niños y jóvenes ofrecieron durante el acto central del homenaje, en el mismo lugar en que más de 3.000 niños soldados fueron masacrados en la épica batalla del 16 de agosto de 1869, durante la Guerra de la Triple Alianza, gesta por la cual se conmemora el Día del Niño en el Paraguay”.
La llamada “triple alianza” no fue otra cosa que el genocidio perpetrado por las burguesías argentina, brasileña y uruguaya contra el pueblo paraguayo. Fueron los títeres macabros del gran titiritero del mundo de aquel entonces, el imperio inglés.
Paraguay era inaceptable para los dueños del mundo: analfabetismo cero, desarrollo de una industria local, distribución equitativa de la tierra y orgullo por su independencia económica y política.
Fueron cinco años de invasión, saqueo y matanza. Y en Acosta Ñú, más de tres mil pibes paraguayos decidieron dar la vida por lo que pelearon sus viejos. Se hicieron barbas postizas con colas de caballo y pusieron el cuerpo en la idea que defender su país era sostener el proyecto propio de felicidad.
Cuenta el historiador Juan José Chiavenatto que “los niños de seis a ocho años, en el fragor de la batalla, despavoridos, se agarraban a las piernas de los soldados brasileros, llorando que no los matasen. Y eran degollados en el acto. Escondidas en a la selva próxima, las madres observaban el desarrollo de la lucha. No pocas agarraron lanzas y llegaban a comandar un grupo de niños en la resistencia”.
El Conde D´Eu, “un sádico en el comando de la guerra, después de la insólita batalla de Acosta Nú, cuando estaba terminada, al caer la tarde, las madres de los niños paraguayos salían de la selva para rescatar los cadáveres de sus hijos y socorrer los pocos sobrevivientes, el Conde D´Eu mandó incendiar la maleza, matando quemados a los niños y sus madres.” Su orden era matar "hasta el feto del vientre de la mujer…Mandó a hacer cerco del hospital de Peribebuy, manteniendo en su interior los enfermos – en su mayoría jóvenes y niños – y lo incendió. El hospital en llamas quedó cercado por las tropas brasilera que, cumpliendo las órdenes de ese loco príncipe, empujaban a punta de bayoneta adentro de las llamas los enfermos que milagrosamente intentaban salir de la fogata. No se conoce en la historia de América del Sur por lo menos, ningún crimen de guerra más hediondo que ese”, agregaba Chiavenatto en su libro "A guerra do Paragaui”.
Después de Acosta Ñú y el asesinato del presidente Francisco Solano López, el idioma guaraní fue prohibido y aquella conmemoración del día del niño paraguayo y latinoamericano también quiso ser borrada de la faz de la tierra por la dictadura de Alfredo Stroessner. Sin embargo, 145 años después del inicio de la guerra contra los pibes, el guaraní sigue vigente y el recuerdo de los chicos de Acosta Ñú marcan un desafío para los habitantes de estos arrabales del mundo: ¿Seremos capaces, nosotros, actuales padres, de pelear hasta el final por dejarle un mejor lugar a nuestros hijos más allá de las bellas palabras?. ¿Los pibes que hoy son masacrados por el gatillo fácil, el encarcelamiento o inmolados en el altar del perverso dios dinero que alienta el narcotráfico que los convierte en soldaditos, no son, acaso, la continuidad de Acosta Ñú?. La única respuesta posible la tenemos nosotros.
Fuentes: “La guerra del Paraguay y las montoneras argentinas”, de José María Rosa; sitio “Última Hora”, del Paraguay; sitio “La gaceta federal”, de Leonardo Castagnino.
Fuente: Pelota de Trapo
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