miércoles, 20 de agosto de 2014

La herida de García Lorca, 78 años después

Dibujo de Federico García Lorca
Por Manuel Rico | El 19 de agosto de 1936, Federico García Lorca era asesinado en algún barranco entre Viznar y Alfacar, en Granada.
 


El 19 de agosto de 1936, Federico García Lorca era asesinado en algún barranco entre Viznar y Alfacar, en las afueras de Granada. Dos meses antes había cumplido 38 años y hacía justo un mes del golpe militar encabezado por el general Franco contra el gobierno del Frente Popular. Para los rebeldes, más allá de las razones de carácter local y de las circunstancias en que se produjo su asesinato (contadas con todo detalle por Ian Gibson y por Félix Grande en dos ensayos imprescindibles), el poeta formaba parte de uno de los sectores más odiados por los ideólogos del fascismo: la intelectualidad republicana. Federico García Lorcaestaba en el ojo del huracán de la renovación y democratización de la cultura española que se vivía en la República. Su condición de homosexual, además, hacía especialmente odiosa su figura a quienes se autoproclamaron salvadores de la “España eterna”.
Federico García Lorca
SU ASESINATO, UN PRECEDENTE
La muerte de Federico supuso una conmoción en el mundo cultural en lengua castellana y, más allá, en la cultura universal. Puso de relieve la brutalidad de quienes habían decidido acabar con el gobierno democrático de la República y anticipó, en cierto modo, el ensañamiento que contra el mundo de la cultura se desplegaría a lo largo de los años posteriores: durante la Guerra Civil, en la postguerra inmediata y, en el ámbito europeo, antes y durante la Segunda Guerra Mundial bajo el dominio del nazismo.
En Federico García Lorca se concentraba, además, una serie de cualidades que hacían de él un ser excepcional y un creador de una magnitud pocas veces vislumbrada en la historia de la literatura española y, más allá, en la historia de la literatura universal (no sólo en castellano). Fue un poeta inabarcable, desde su casi adolescente Libro de poemas (1921) hasta el surrealismo de Poeta en Nueva York (1936) o del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935), pasando por mundo en claroscuro, en el que se mezclan realidad y ensoñación, de los gitanos en Poema del cante jondo (1921) o en el Romancero gitano (1928) o por la delicadeza extrema deDiván de Tamarit (1936) o de sus canciones, sin olvidar el homoerotismo próximo a lo maldito de sus Sonetos del amor oscuro (1936). Fue un poderoso dramaturgo, tal y como mostró en obras como Bodas de sangre (1933),Yerma (1934)La casa de Bernarda Alba (1936) o un dibujante original y rupturista y no desdeñó acercamientos a la música clásica y popular: componiendo e interpretando. También nos mostró su condición de más que notable prosista en un libro iniciático, Impresiones y paisajes (1918).
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