lunes, 18 de agosto de 2014

LAS POSIBLES ALTERNATIVAS DE CUBA

Por: Harold Cárdenas Lema (haroldcardenaslema@gmail.com)
La incertidumbre es la palabra del momento en mi país. Ya no son los tiempos de antaño en que la lucha contra la colonia, gobiernos corruptos y enemigos foráneos, dibujaban la clásica lucha entre el bien y el mal. Mi generación heredará los matices de un laberinto lleno de disfuncionalidades, donde las esencias a salvar parecen perderse entre las necesidades materiales y muchos prefieren marcharse por no encontrar posibilidades para un futuro, una alternativa viable.

¿Abrazarían los cubanos nuevamente la alternativa capitalista? Definitivamente. El día que la inercia social y el descontento sean lo suficientemente altos, con tal de que cambie algo, no dudo que un segmento amplio de la población apoye algún camino que nos separe de la Revolución. Triste desenlace para más de cinco décadas de resistencia nacional pero las medidas de los últimos tiempos, buscando sacar adelante nuestra maltrecha economía, podrían terminar saboteando por entero el sistema político imperante y creando condiciones para un futuro capitalista. Tampoco hace gracia entregarle de esta forma las riendas de la nación a una caricatura de oposición nacional que carece de programa político serio salvo la subordinación a intereses foráneos.
Otra alternativa sería entregarle el país a un segmento de la burocracia nacional que apoya el actual proceso de cambios, pero puede estar interesado en cambiarlo todo precisamente para que no cambie nada, ese segmento preciso que puede convertirse en la nueva clase. Triste haber enfrentado medio siglo de gobiernos corruptos en la República para terminar en manos de algo semejante disfrazado con ropajes de izquierda. Lo peor de todo es que en este grupo podría mezclarse con los ingenuos conservadores de izquierda, que manteniendo el estado de las cosas inmóvil creen que están salvando la Revolución, mientras la condenan a la inercia.

Una tercera alternativa podría preservar las esencias del proyecto político cubano y romper con las medias tintas. Asumir que cualquier actualización del modelo cubano, no solo puede ser económica sino política también. Visibilizar la gestión de los dirigentes del país en busca de un mayor consenso y protección contra casos de corrupción o simple incapacidad. Mejorar la comunicación entre el Estado y el pueblo, que no se trata solo de representar los intereses populares sino también rendir cuenta ante este sistemáticamente. Y podría seguir enumerando una lista interminable de mecanismos y métodos de dirección que son más participativos, más democráticos y por ende más socialistas.

Estas son algunas de nuestras alternativas posibles El primer escenario peca de aspirar a la destrucción de todo lo construido por la Revolución Cubana, de entregar el presente y futuro del país a segmentos que han luchado poco por él y no ofrece garantías de mejoría alguna que no sea la del cambio. El segundo representa lo peor logrado por lo modelos socialistas del siglo XX, sus enfermedades infantiles que aún no superamos con el paso del tiempo. Mi opción personal sería el tercer camino, que no rompe con el actual proceso de cambios que ocurre en Cuba sino que sería más bien su mejor resultado, no obstante para que se logre es necesario un nivel de reconocimiento de los problemas actuales y de voluntad política que no estoy seguro tengamos aún.
El país debe cambiar si quiere encontrar una alternativa que lo saque de su crisis permanente, si no ocurre esto pronto, quien más sufrirá será el sueño de crear un proyecto socialista viable. Una de las mayores tragedias del siglo XX ha sido el constante asedio que han sufrido los proyectos de izquierda, a los que se les reclama su ineficiencia luego de ser saboteados. Dicho esto, el bloqueo externo (y real) que sufre el país, debe dejar de ser pretexto para justificar la mala administración y la pobre planificación de nuestros pocos recursos.

Lamentablemente en Cuba las formas de hacer política no maduraron con el tiempo, se quedaron varias décadas atrás mientras el mundo y el país cambiaron constantemente. Es como dice una canción cubana: “las nostalgias no valen para hacer hechizos”. Ya el tiempo va tocando a nuestra puerta dejando claro que si no encontramos el camino rápido que nos saque de la incertidumbre, se va todo al diablo y nos toca hacer tabula rasa con una economía de mercado.

Ahora: ¿cuál es el papel del ciudadano en apoyo a la mejor alternativa? A través de la reflexión y el pensamiento crítico, tenemos que sacar a la sociedad civil de la marginación y el recelo al que la hemos condenado para convertirla en arma al servicio del proyecto nacional, al servicio de la opinión pública. Si se logra fortalecer una participación popular que rompa la apatía y la ignorancia política predominantes, podremos influir activamente en la gestión estatal y regularla. No temo a la socialización de la información y la toma de decisiones, la inteligencia colectiva siempre será superior a la de unos pocos. Este debe ser el camino a seguir, porque alternativas, no tenemos muchas.
Publicado en: El Toque


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