El presidente de la Core Inernacional de Justicia de La Haya, Peter Tomka, y
otros miembros del tribunal
Por Bartolomé Clavero*
A lo largo de la historia de la humanidad lo que llamamos genocidio, el intento de hacer desaparecer enteros grupos humanos, es suceso desgraciadamente habitual. En 1948, las Naciones Unidas se propusieron erradicarlo adoptando la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio.
Ahora, en 2015, la Corte Internacional de Justicia viene a confirmar la tendencia perceptible desde temprano de convertir dicho tratado ultilateral entre Estados en poco menos que papel mojado. Si la Convección contra el Genocidio ya se mostró restrictiva en la tipificación del delito, su interpretación por parte de juristas y tribunales está convirtiéndolo en un crimen de imposible comisión por mucho que de hecho se siga cometiendo.
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