Volver a la vida. Tomar la muerte, mirarla a la cara, acogerla y sacarle la lengua. Historizar los procesos, poner los sucesos en contexto y tomar de ellos lo que tienen de vigente para proyectarlos, por encima o atravesando lo que nos quiso fijar en el dolor infinito. Y abrazar la vida en toda su magnitud de ternura y espanto.
Pues a pesar de todo, o con todo, persistimos en esta aventura de ser. Con nuestros muertos, nuestros vivos y los que aún no han nacido y vendrán. Morir, pero a la vida, bullente, sin silencios autoimpuestos. Quedar atados al terror no rompe nada, pues no se yergue nada de la nada. Hacen falta voce, oídos, ruidos, sonidos, música, llantos y carcajadas para darle cabida a la vida.
Poco a poco, "piano a piano" volverá a salir nuestra voz aunque sea en sordina, como en la trompeta de Miles Davis, como en la voz quebrada de Bob Dylan, como en los rasgueos finos de Víctor o como en el metal tranquilo de Allende. leer más “La lucha cotidiana para mantener la cordura, la razón, la ternura, el amor a la vida, a pesar de lo ocurrido”
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