Esta vez no habrá impunidad
A los falsos profetas y "patriotas"
fríos e indolentes al clamor de los pobres
defensores hipócritas, de nuestra constitución.
A los empedernidos fariseos
eternos aduladores del poder y del dinero
que desgarran sus gargantas en el nombre de su dios.
A los gorilas y gendarmes
torturadores trasnochados de las ideas
asesinos de cada amanecer en nombre de la democracia.
A los malévolos y oportunistas,
custodios falsos de nuestros derechos humanos,
discípulos de dictadores y de la “doctrina de seguridad”.
A los golpistas, dipusaurios y capellanes
demostremos nuestra indignación y resistencia
por la barbarie cometida en contra de nuestra patria.
La historia habrá de juzgarles…
testaferros pétreos, traidores a nuestro pueblo,
saboteadores de la dignidad y de la participación soberana.
Oligarcas y gendarmes corruptos,
serpientes que muerden a los descalzos.
Usurpadores del poder, esta vez no habrá impunidad.
20 de julio, año 2009
Julio César Pineda A.
Acerca de vivir
Nazmin Hikmet
El vivir no admite bromas.
Has de vivir con toda seriedad,
como una ardilla, por ejemplo;
es decir, sin esperar nada fuera y más alla del
vivir;
es decir, en toda tu tarea se resume en una
palabra:
Vivir.
Has de tomar en serio el vivir.
Es decir, hasta tal punto y de tal manera
que aun teniendo los brazos atados a la
espalda,
y la espalda pegada al paredón,
o bien llevando grandes gafas
y luciendo bata blaca en un laboratorio.
has de saber morir por los hombres.
Y además por hombres que quizás nunca viste,
y además sin que nadie te obligue hacerlo,
y además sabiendo que la cosa más real y
bella es
Vivir
Es decir:
has de tomar tan en serio el vivir
que a los setenta años, por ejemplo,
si fuera necesario plantarías olivos
sin pensar que algún día serían para tus hijos;
debes hacerlo, amigo, debes hacerlo,
no porque, aunque los temas, no creas en la
muerte,
sino porque vivir es tu tarea.
Sucede, por ejemplo,
que estamos enfermos;
que hemos de soportar una difíl operación;
que cabe la posibilidad
de que no volvamos a levantarnos de la blanca
mesa.
Aunque sea imposible no sentir
la tristeza de partir antes de tiempo,
que seguiremos riendo con el último chiste,
mirando por la ventana para ver
si el tiempo lluvioso,
esperando con impaciencia
las últimas noticias de prensa.
Sucede, por ejemplo,
que estamos en el frente,
por algo, por ejemplo, que estamos en el frente,
por algo, por ejemplo, que vale la pena que se
luche.
Nada más comenzar el ataque, al primer
movimiento,
puede caerse cara a tierra, y morir.
Todo esto hemos de aceptarlo con singular
valor,
y a pesar de todo, preocuparnos
apasionadamente
por esa guerra que puede durar años y años.
Sucede
que estamos en la cárcel.
Sucede
que nos acercamos
a los cincuenta años,
y que falten dieciocho más
para ver abrirse las puertas de hierro.
Sin embargo, hemos de seguir viviendo con los
de fuera,
con los hombres, los animales, los conflictos
y los vientos,
es decir, con todo el mundo exterior que se
halla
tras el muro de nuestros sufrimientos;
es decir: estemos donde estemos
hemos de vivir
como si nunca hubiésemos de morir.
Se enfriará este mundo,
una estrella entre las estrellas;
por otra parte una de las más pequeñas del
universo,
es decir, una gota brillante en el terciopelo
azul,
es decir, este inmenso mundo nuestro.
Se enfriará este mundo un día,
algún día se deslizará
en la ciega tiniebla del infinito
-no como una bola de nieve,
no como una nube muerta-,
como una nuez vacía.
Desde ahora mismo se ha de sufrir por todo
esto,
ha de sentirse su tristeza desde ahora,
tanto ha de amarse el mundo en todo instante,
se le ha de amar tan conscientemente que se
pueda decir: "He vivido".
El que no sabe quién es festeja sus derrotas y rechaza sus oportunidades
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