Mi siempre bien amada Violeta Parra:
supe por una nube tu dirección.
Te escribe una guitarra
que te recuerda con devoción,
sólo para cantarte, sí,
cómo va la cuestión.
Por aquí abajo huelgan las maravillas,
la costumbre deserta de la piedad.
Reina la pesadilla
como suprema divinidad.
Ego, fama y dinero, sí,
bendita trinidad.
El afortunado
hace vista gorda
y el vilipendiado
carne de la horda.
Beso a Carmen Luisa,
novia de un arcángel.
Quiero a la Chabel
ay saludo al Ángel.
Las redes tejen sueños para subastas;
la sangre ajena es un efecto especial.
La dignidad se gasta
como la piedra filosofal.
El lucro y la codicia, sí,
forman la patronal.
Mi querida Violeta, mándame aéreos,
voces de tu Universo en evolución,
para usar tu misterio
contra las plagas del faraón,
para que me den fuerzas, sí,
y una buena canción.
El afortunado
hace vista gorda
y el vilipendiado
carne de la horda.
Beso a Carmen Luisa,
novia de un arcángel.
Quiero a la Chabela
y saludo al Ángel.
Silvio Rodríguez
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