Por Ricardo Vicente López
Rebanadas de Realidad - Bahia Blanca, 01/04/10.- He sostenido en otro trabajo (1) que Occidente es el resultado de una síntesis entre dos vertientes culturales: la judeocristiana y la grecorromana. Los primeros mil quinientos años representaron diversos intentos de consolidar esa síntesis, hasta que la modernidad le dio un carácter definitivo a ella. "Éstas se han ido amalgamando, aunque no sin conflictos, a lo largo de estos más de veinte siglos, de modo tal que su resultado ha mostrado la predominancia de una sobre la otra en los diferentes períodos históricos. La pasión por la justicia y la defensa de los marginados, herencia hebrea, se muestra con mucha claridad en los primeros Padres de la Iglesia, entre el siglo I y el IV, retomada con distintas suertes por los movimientos contestatarios y sus revoluciones. Después de las invasiones bárbaras y la consolidación germana de occidente el culto a la razón y los argumentos lógicos, herencia helena, dominan el final de la cultura medieval. La modernidad acentuará este aspecto y profundizará esta tendencia con el peso de la ciencia moderna galileana".
El resultado de este proceso de definir el entramado de la cultura moderna, con todos los avatares que ello suponía, le dio a la modernidad europea ciertas características que no pueden ser encontradas en el resto de los pueblos del mundo. A partir del siglo XVI ningún otro pueblo contó con una burguesía como la europea que se le opusiera en el camino del dominio mundial. Las potencias mundiales que dominaban hasta entonces el mundo conocido, por diferentes razones, se habían ido opacando. Para precisar el uso que estoy dando al concepto "cultura", clave para la comprensión de esta investigación, recurro a una definición del Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Gabriel Medina: "Trabajar la dimensión cultural como el espacio estructurante de la realidad, en tanto constituye un espacio de negociación del poder social; esto es, leer la cultura como un intercambio (no consensuado) de signos mediante el cual los actores sociales 'negocian' su identidad con los poderes hegemónicos. Por lo tanto, cabe abandonar la idea de la cultura como epifenómeno de las determinaciones económicas y/o políticas" (2). Además, para precisar mejor el concepto, leamos la que nos ofrece Jean Ladrière:
******* El término cultura podría tomarse en el sentido amplio que le da la antropología cultural: se trataría entonces del conjunto de instituciones consideradas a la vez en su aspecto funcional y en su aspecto normativo, en las cuales se expresa cierta totalidad, y que representa, para los individuos que pertenecen a esta totalidad, el marco obligatorio que forma su personalidad, prescribe sus posibilidades y, de alguna manera, traza de antemano el esquema de vida en el que podrá insertarse su existencia concreta, por el que podrá alcanzar una forma efectiva. La cultura, desde este punto de vista, es la sociedad misma, tomada en su realidad efectiva, en cuanto impone cierto estilo de vida a los individuos que forman parte de ella. (3)***
Dice Ladrière poco más adelante;
Existen, sin duda, diversos modos de presentar la articulación de las diferentes funciones o de los diferentes dominios de prácticas que pertenecen a la totalidad social… nos contentaremos con proponer una división simple en tres instancias, que bastará para las necesidades del análisis: la instancia política, la instancia económica, la instancia cultural. La instancia política está formada por los sistemas de poder, es decir, por los sistemas que permiten a una sociedad tomar decisiones que la comprometen como tal de forma efectiva y a través de las cuales se forja su destino histórico. La instancia económica está formada por los sistemas de producción por los que una sociedad intenta resolver el problema de su subsistencia… La instancia cultural, por último, está formada por los sistemas que aseguran el funcionamiento de lo que podríamos llamar el aspecto informacional de la vida social; en otras palabras, que sirven de vehículo a los significados.
Entendiendo la cultura de este modo avanzo en este camino, teniendo siempre presente que, aunque hablemos de alguna de estas instancias, se deberá pensar que es sólo una parte de un todo mayor e inclusivo. La cultura de la modernidad nace con la Revolución burguesa que desarticula esas instancias anteriores y las reestructura en un sistema diferente que dará paso al desarrollo del capitalismo. Esto crea las condiciones y el terreno propicio para que se vayan sucediendo otras revoluciones de las que no hay semejanzas en los otros pueblos: la Revolución gloriosa y la Revolución industrial de Inglaterra, la Revolución política de Francia, la Revolución proletaria de Rusia, la Revolución feminista mundial y la Revolución en marcha de los pueblos originarios. Las revoluciones que se produjeron en otros pueblos fueron motivadas por el ejemplo de Europa, aunque ésta, muchas veces, no se lo hubiera propuesto.
Rebanadas de Realidad - Bahia Blanca, 01/04/10.- He sostenido en otro trabajo (1) que Occidente es el resultado de una síntesis entre dos vertientes culturales: la judeocristiana y la grecorromana. Los primeros mil quinientos años representaron diversos intentos de consolidar esa síntesis, hasta que la modernidad le dio un carácter definitivo a ella. "Éstas se han ido amalgamando, aunque no sin conflictos, a lo largo de estos más de veinte siglos, de modo tal que su resultado ha mostrado la predominancia de una sobre la otra en los diferentes períodos históricos. La pasión por la justicia y la defensa de los marginados, herencia hebrea, se muestra con mucha claridad en los primeros Padres de la Iglesia, entre el siglo I y el IV, retomada con distintas suertes por los movimientos contestatarios y sus revoluciones. Después de las invasiones bárbaras y la consolidación germana de occidente el culto a la razón y los argumentos lógicos, herencia helena, dominan el final de la cultura medieval. La modernidad acentuará este aspecto y profundizará esta tendencia con el peso de la ciencia moderna galileana".
El resultado de este proceso de definir el entramado de la cultura moderna, con todos los avatares que ello suponía, le dio a la modernidad europea ciertas características que no pueden ser encontradas en el resto de los pueblos del mundo. A partir del siglo XVI ningún otro pueblo contó con una burguesía como la europea que se le opusiera en el camino del dominio mundial. Las potencias mundiales que dominaban hasta entonces el mundo conocido, por diferentes razones, se habían ido opacando. Para precisar el uso que estoy dando al concepto "cultura", clave para la comprensión de esta investigación, recurro a una definición del Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Gabriel Medina: "Trabajar la dimensión cultural como el espacio estructurante de la realidad, en tanto constituye un espacio de negociación del poder social; esto es, leer la cultura como un intercambio (no consensuado) de signos mediante el cual los actores sociales 'negocian' su identidad con los poderes hegemónicos. Por lo tanto, cabe abandonar la idea de la cultura como epifenómeno de las determinaciones económicas y/o políticas" (2). Además, para precisar mejor el concepto, leamos la que nos ofrece Jean Ladrière:
******* El término cultura podría tomarse en el sentido amplio que le da la antropología cultural: se trataría entonces del conjunto de instituciones consideradas a la vez en su aspecto funcional y en su aspecto normativo, en las cuales se expresa cierta totalidad, y que representa, para los individuos que pertenecen a esta totalidad, el marco obligatorio que forma su personalidad, prescribe sus posibilidades y, de alguna manera, traza de antemano el esquema de vida en el que podrá insertarse su existencia concreta, por el que podrá alcanzar una forma efectiva. La cultura, desde este punto de vista, es la sociedad misma, tomada en su realidad efectiva, en cuanto impone cierto estilo de vida a los individuos que forman parte de ella. (3)***
Dice Ladrière poco más adelante;
Existen, sin duda, diversos modos de presentar la articulación de las diferentes funciones o de los diferentes dominios de prácticas que pertenecen a la totalidad social… nos contentaremos con proponer una división simple en tres instancias, que bastará para las necesidades del análisis: la instancia política, la instancia económica, la instancia cultural. La instancia política está formada por los sistemas de poder, es decir, por los sistemas que permiten a una sociedad tomar decisiones que la comprometen como tal de forma efectiva y a través de las cuales se forja su destino histórico. La instancia económica está formada por los sistemas de producción por los que una sociedad intenta resolver el problema de su subsistencia… La instancia cultural, por último, está formada por los sistemas que aseguran el funcionamiento de lo que podríamos llamar el aspecto informacional de la vida social; en otras palabras, que sirven de vehículo a los significados.
Entendiendo la cultura de este modo avanzo en este camino, teniendo siempre presente que, aunque hablemos de alguna de estas instancias, se deberá pensar que es sólo una parte de un todo mayor e inclusivo. La cultura de la modernidad nace con la Revolución burguesa que desarticula esas instancias anteriores y las reestructura en un sistema diferente que dará paso al desarrollo del capitalismo. Esto crea las condiciones y el terreno propicio para que se vayan sucediendo otras revoluciones de las que no hay semejanzas en los otros pueblos: la Revolución gloriosa y la Revolución industrial de Inglaterra, la Revolución política de Francia, la Revolución proletaria de Rusia, la Revolución feminista mundial y la Revolución en marcha de los pueblos originarios. Las revoluciones que se produjeron en otros pueblos fueron motivadas por el ejemplo de Europa, aunque ésta, muchas veces, no se lo hubiera propuesto.
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