lunes, 12 de abril de 2010

Yo no soy radical, ¿y vos?

Roberto Quesada

"Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo".- Alberto Casmus.

Solo con el título del presente artículo ya uno se gana andanada de espinas de erizos blanos, rojos, azules o de cualquier color pues con la excepción de organzaciones como el Colectivo Violeta, a quienes ampara el arco iris y por tanto son mariposas que flamean orgullosas su colorida bandera demostrando que hay espacio para todos ( y todas), la otra mayoría defiende su color o tendencia ideológica cas sin pensarlo, a ciegas, sin reflexión.

Y esto no lo digo sino que lo afirmo, pues mi firme postura antigolpista me hizo recibir insultos y amenazas a granel del ala ultraderechista hondureña. Ahora que el principal cabecilla junto a algunos de sus achichincles – quedan otros y otras todavía por allí haciéndose las locas-- se han perdido de la vista pública dedicados a contar el billete que le sangraron al erario público, y que entramos a una nueva etapa en donde existen las posibilidades de reconciliación para evitar que el país termine de tocar fondo, también he recibido condenas y calumnias del ala radical de la resistencia.

Y es así más o menos como está el presidente Pepe Lobo: en medio del fuego cruzado.

Honduras sigue en un hervidero pero la presencia del canciller en las Naciones Unidas, gracias al estoicismo del embajador Jorge Arturo Reina y de quienes le acompañamos, así como la presencia del presidente Pepe Lobo en Nicaragua junto al presidente Daniel Ortega buscando consolidar ese mecanismo que nos reintegre al SICA y a todos los otros organismos de los cuales no expulsaron a Honduras sino al golpe de Estado militar, hace posible pensar que la esperanza de que Honduras no toque fondo del todo, es posible.

Y es fácil ver que hay sectores polarizados, los que ayer estaban juntos, incluso, hoy intentan descalificarse. Este es el caso de este señor, a quien no quisiera citar por su nombre pues es contemporáneo de mi padre Lisandro Quesada (alias Chando y Chandito), fueron a la misma escuela, jugaron mables, trompos y trompadas juntos en Olanchito, y sólo ese hecho ya merece respeto. No obstante, el deber del periodismo investigativo de citar la fuente, me obliga. Pues Juan Ramón Martínez, en su columna Exitos en la política exterior, en Diario Tiempo (09/04/10) dice sobre este otro señor que usurpó el poder con el golpe de Estado militar: “… Micheletti que, al margen de su estilo y forma de comportarse…”.

¿Cómo es posible que este señor Martínez opine de esta forma tan grosera sobre alguien que hace apenas algunos meses él elevó a nivel de prócer nacional, de héroe de la República y de la Democracia? ¡Las barbaridades del poder! En este mismo articulo lanza flores (que no es lo mismo que Flores Lanza) al ministro Mario Canahuati y al presidente Pepe Lobo en detrimento de su otrora iluminado.

Hasta el más tonto –y Micheletti no es tonto, será malo pero no tonto—sabe que si alguien dice de uno: “Al margen de su estilo y forma de comportarse”. Le está llamando de todo: salvaje, penco, iletrado, grosero, sin modales, impulsivo, abrupto, áspero, violento, rudo, insensible, lumpen, pernicioso, ególatra, narcisista, y un gran etcétera. No vayan a mal interpretarme de que estoy defendiendo a Micheletti, no, si no dando un ejemplo irrefutable de que en política lo que fue ayer pueda que no sea hoy y mucho menos mañana. Y también refrenda aquel dicho muy de los políticos: En política no hay amigos ni enemigos permanentes.

Visto y aprendido el ejemplo, los hondureños y hondureñas (esto incluye el gobierno del presidente Pepe Lobo), tenemos irremediablemente, para buscar el remedio, que sentarnos a conversar, el diálogo se vuelve imperioso. Los radicales, que afortunadamente siempre son minoría, de donde quiera que pretendan asomarse, deben de ser ignorados. Pretender llevar a Honduras a la ingobernabilidad no conviene a ningún hondureño sensato que ame a su país.

¿La ultraderecha intransigente qué hará si Honduras se hunde en la descomposición total? Bueno, tienen dinero, pueden agarrar su billete y marcharse, pero por mucho que tengan serán extranjeros en otras tierras, y aunque les duela reconocerlo pero es tan duro por rico que se sea (no digamos un pobre) ser exiliado, aunque sea exilio de escape por el dolor que se ha causado a la tierra de donde escaparon. En otra parte nunca serán lo mismo, por el contrario pueden ser estigmatizados como los que huyeron de un país al que hundieron.

Por otro lado, la izquierda ultra que piense que perforando las posibilidades de alcanzar el poder dentro de las reglas del juego y creando situaciones que lleven a ingobernabilidad podrá generar una nueva Honduras, están herrados. Aunque con una constituyente llegaran al poder, es un poder irreal, ¿de qué sirve gobernar en un país destrozado? Quien no me crea que le pregunte a René Préval, presidente de Haití.

La lucha de los verdaderos hondureños debe de ser porque se detengan los asesinatos, que se respeten los derechos humanos, castigo a quienes cometieron crímenes de lesa humanidad y la expropiación de bienes saqueados al Estado (que son del pueblo).
De otra manera terminaremos como el amigo antes citado, que hoy sonríe con dientes tritura huesos, propios de las hienas, a su hasta no hace mucho héroe nacional.

Aunque ya lo he dicho antes, no está demás reiterarlo: Existen en el exterior quienes quieren hacer de Honduras su plataforma para sus propias guerras, para sus odios personales. Tenemos que hacerle saber a esta gente que ya en los ochenta servimos de esclavos para otras guerras que no eran nuestras, que el precio fue alto y que no quisiéramos repetirlo. Si tan valientes son, intérnense en casa de su enemigo, pero dejen a Honduras entenderse entre hondureños/as para buscar la paz.

Si bien es cierto que Honduras es de todos y todas, los actuales problemas de Honduras también son de todos y todas. Un diálogo amplio y sincero, nos evitará ese triste espectáculo del futuro no lejano de que seamos nada más un pobre personaje en un concierto de hienas aplaudidas por ensangrentadas mandíbulas de las pirañas. ¡Qué macabra risa!

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