Nos advierte The Guardian en su editorial que los gritos de "pan y libertad" que se han escuchado en todo el mundo árabe durante las últimas dos semanas no son mera retórica. El precio del pan siempre ha sido un motor tan poderoso para la revuelta como la negación de la libertad y el paro de los jóvenes. El recordatorio más reciente se está produciendo en Túnez, Egipto y Jordania, donde la combinación letal de desempleo y la fuerte subida de los precios de los alimentos básicos están en la base de las actuales protestas. En Davos la semana pasada, los dirigentes del capitalismo mundial meditaban sobre hasta qué punto podían extenderse "disturbios" parecidos... la perspectiva no parecía gustarles demasiado.
En busca de las causas, The Guardian nos dice que las revueltas que provocan noches de insomnio en muchos palacios presidenciales centran la atención política en la espiral ascendente de precios de la energía mundial y de los alimentos. Las revueltas advierten de que debe tomarse en serio la nueva crisis alimentaria. Pero no siempre los informes científicos elaborados para encontrar la manera de mejorar la situación, ayudan a encontrar soluciones: por el contrario, pueden acabar siendo parte del problema
Un buen ejemplo de ello es el estudio sobre sostenibilidad alimentaria que se ha publicado con el nombre de "El futuro de la alimentación y la agricultura" con la firma Sir John Beddington, asesor científico del gobierno. El informe Beddington explica las dificultades que existen para alimentar a una población mundial que puede incrementarse entre 9.000 a 11.000 millones de personas en los próximos 40 años, en un momento en que ya la sexta parte de la población actual, de 6,5 mil millones de personas, ya padece hambre, y otros 1.000 millones, desnutrición... y hacerlo sin exacerbar el cambio climático, ni dañar más el medio ambiente. Se señala la necesidad de contener la demanda de alimentos que consumen muchos recursos (carne), el problema de los residuos evitables, y las debilidades de la gobernanza política y económica de la industria alimentaria. Sin embargo, el Informe no da respuesta a la crisis permanente que plantea la política de poder de la industria alimentaria globalizada: la seguridad alimentaria y el libre mercado pueden ser incómodos compañeros de cama incómoda en ausencia de redes de seguridad social... En resumen, que la dificultad para encontrar una solución accesible, equitativa y sostenible parece ser inmensa con el actual sistema económico.. aunque el Informe ni se lo plantea
Que suban los precios de algunos productos agrícolas no tiene por qué ser necesariamente malo: en cultivos de exportación como el cacao y el algodón, pueden ayudar a sanear la situación económica de algunos de los más pobres países del África subsahariana. Pero la mayoría de los países del África subsahariana son importadores netos de cereales, y ahora están sufriendo de nuevo las consecuencias de la volatilidad de la especulación en los precios cereales en los mercados de productos básicos del mundo.
Tampoco es ésta la única área donde las necesidades de los países pobres entra en conflicto con los deseos de los ricos. La demanda de biocombustibles reduce la cantidad de tierra disponible para la alimentación y hace subir su precio.
El informe destaca con razón las debilidades en infraestructuras -carreteras, falta de almacenamiento- pero no puede darles respuesta, como tampoco puede resolver los problemas de distribución global. Afirma que los subsidios agrícolas en los países ricos distorsionan la producción de alimentos, que prestan poca atención a la cuestión de la seguridad alimentaria nacional (y a los impactos ambientales de las importaciones de alimentos). Toma nota de la concentración del poder corporativo en la cadena de suministro de alimentos, pero sostiene que el mercado debe poder resolver estos problemas por sí solo... Cree ciegamente en la promoción de la investigación agrícola y en las mejores prácticas en los países más pobres, en la introducción de cultivos transgénicos y en la clonación de animales en los países más ricos....
En resumen, el informe Beddington analiza los defectos del sistema y permite que los perjuicios le puedan al análisis científico: llega a la conclusión de que lo que puede funcionar mejor es más de lo mismo.
¡Bienvenidas sean entonces las revoluciones!
Fuente Punto de Vista Àngels Martínez i Castells Dona
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