los indios tomaban sus decisiones de forma asamblearia |
Hace más de de 30.000 años, grupos humanos mongoles atravesaron el helado Estrecho de Bering, después de cruzar Siberia, para adentrarse en el continente americano. Llegaron hasta la Tierra de Fuego y fueron superponiéndose unos a otros hasta llegar a los esquimales, quienes ya no pudieron descender más allá de Alaska, en el Oeste,y Groenlandia, en el Este, por hallarse ocupada su frontera sur por algonquinos e iroqueses
Los algonquinos basaban sus convicciones sobre la solidaridad entre individuos y familias y la sacralización de la naturaleza. Si alguno de sus miembros estaba incapacitado para cazar, construir su cabaña, recolectar frutos, pescar o, simplemente, desplazarse, todos los demás estaban obligados a colaborar en su manutención y la de su familia. En caso de muerte, tanto su mujer como sus hijos eran inmediatamente asumidos por otras familias en régimen de igualdad con los demás parientes. El apoyo mutuo, que tanta repercusión tendría en los movimientos sociales de finales del siglo XIX y principios del XX, era, para estos indígenas americanos, una tradición milenaria.
La constitución iroquesa tenía 117 artículos y era conocida como la Gran Ley de Paz. El gobierno estaba formado por un Consejo de representantes de la población y es considerado el segundo parlamento democrático más antiguo del mundo postclásico; el primero sería el formado por los vikingos en Islandia, conocido como Althing.
Esta constitución imponía estrechos límites y restricciones a la acción de los gobernantes y establecía la división del poder entre hombres y mujeres: ningún hombre podía dirigir un clan y ninguna mujer podía ser jefe militar o sachem. Sin embargo, según la ley del matriarcado que regía a los iroqueses, eran las jefas de los clanes las que tenían que elegir a los jefes militares.
No hay ninguna duda de que la Confederación Iroquesa influyó notablemente en el constitucionalismo democrático y en las ideas de igualdad entre hombres y mujeres de las sociedades modernas. Tanto es así que uno de los padres de la constitución estadounidense, Benjamín Franklin, se sintió inspirado por los principios sociales de estos indígenas. También para pensadores e historiadores de movimientos radicales, como el recientemente fallecido profesor universitario Howard Zinn, de tendencia comunista-libertaria o anarquista, la Confederación de las Seis Naciones constituye una muestra de la democracia directa a través de las decisiones asamblearias.
Tanto algonquinos como iroqueses tenían como principio el no arrebatar al bosque más de lo necesario.
Después de visto ésto, parece que nuestra revolución no es más -ni menos- que la recuperación de la tendencia humana a la solidaridad y la justicia.
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