jueves, 8 de septiembre de 2011

¿Puede negociar un gobierno que sólo quiere obediencia y lucro? La indignación exige derechos que son posibles

Es obvio que el gobierno se rie de los chilenos. Está apoyado por una Constitución sólida: a prueba de toda modificación. Cualquier intento que se haga por las normas "legales" no tiene salida. Aquellas "que podrían ser si la derecha se empezara a plegar" que sugiere un senador nos dará para esperar un par de generaciones adicionales*. Los parlamentarios deben probar en los actos si están dispuestos a perder granjerías y beneficios que los mantienen atados a esta vergonzosa colusión para una dictadura perfecta... que es lo único que sucede. Cuando el Presidente dice que va a mandar al Parlamento las discusiones, nos está diciendo: “haremos lo que mandaría Pinochet”. “Ganar sin discutirlo”.
Lalucha por la equidad y justicia, digna e inspiradora del pueblo Mapuche, de estudiantes, profesores, trabajadores de todos los sectores del país, está cambiando el mapa político y el calendario, que aún sigue definido por el dictador. Ya por casi 40 años...

Una Asamblea Constituyente es un camino importante que puede ser definitorio, si se cumple... Pero eso, por razón alguna, saldrá de los atrincherados miembros del poder o de los poderes Legislativo o Judicial que hacen de comparsa a este país de mentira. La derecha y el poder económico aceptan y buscan más represión. Infundir el miedo es más importante porque mantiene este equilibrio de injusticias, hoy amenazado por aires libertarios y de equidad. La muerte de menores y de quienes sea necesario no es un acto prohibitivo para el poder. Es un poder corrupto sin otro norte que su riqueza. Sin remedio.
La necesidad de generar y fortalecer un amplio movimiento, de carácter nacional, por la defensa de los derechos fundamentales de todos los chilenos (incluyendo a los pueblos indígenas en sus propios términos) puede conseguirlo. Esta va a tener que considerar un amplio proceso de desobediencia civil que deberá llegar hasta donde le duela a este homogéneo poder económico que los obsesiona. Porque el Estado se debate entre mentiras, incapacidad, agendas cerradas y represión a todo nivel. No tiene el menor concepto ni interés en una democracia, que es un proceso incluyente y de respeto.
El pueblo ha entrado a ser partícipe de su destino. Con fuerza y energías juveniles, con apoyos jamás soñados y sin los miedos a la inestabilidad antojadiza laboral y amarras con la que han mantenido al país inmóvil desde la dictadura misma. No habrá más juicios como los actuales: inmorales en toda la línea.
Los derechos humanos para todos y una justicia real, efectiva y sin obediencia al poder como sucede ahora ya vienen. Y no será con banderas partidistas mezquinas ya sobrepasadas. Esta lucha debe unir a los chilenos por una verdadera opción democrática. Y eso se gesta en las luchas que vemos ahora. El terror económico con el que tanto asustan, los chilenos ya lo han vivido.
Y el actual, de magnates que se quieren superhombres, no da para más. Las riquezas de este país deben dirigirse al bien colectivo, a la justicia social tan ausente que llega a dar nauseas.
El futuro no pide permiso, ni la libertad ni la justicia. Los estudiantes, la juventud, el país y los que han sufrido esta vergüenza sostenida, tampoco… Este país ya no tendrá más dueños: hemos alcanzado el nivel de indignados. Las amarras del terror y represión se cortarán, sin duda, porque este sistema no da para más. Por un país de hermanos, de democracia verdadera y no de magnates y esbirros, vamos andando.
* Ver radio.uchile.cl
Dr. José Venturelli
Vocero CECT-Secretariado Europeo / 8 de septiembre del 2011











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