En el siglo XIX, hacen su aparición nuevos parámetros, que impulsan y definen el proceso de colonización que emprendieron en el continente africano las potencias europeas, que veían en él un inmenso filón de materias primas y nuevos mercados, con las que alimentar la voracidad insaciable de la que empezaban a dar síntomas claros, las sociedades resultantes del proceso de implantación y consolidación del capitalismo y la revolución industrial en Europa.
En este nuevo concepto de civilización, el objetivo es la explotación de las materias primas, pasando a segundo plano el objetivo de la anexión del territorio al imperio, como resultado de los nuevos postulados de mercado que anteponen la posesión y control de las materias primas y los medios de producción, a cualquier otro factor ético, moral o social.
Comienza la carrera por el dominio de los territorios africanos, generándose múltiples conflictos, q los que se intentó dar solución en la Conferencia de Berlín que tuvo lugar entre 1884 y 1885, en la quehttps://lh6.googleusercontent.com/- se intentaba, mediante regulación, evitar futuros conflictos entre los países colonizadores, la mayoría europeos, algo similar a lo que ya se hizo, en el Tratado de Tordesillas si bien el entorno social y la amplitud de los términos que se pretendían regular era de diferente magnitud.
Primera fase. Asentamiento
La primera fase, marcada por la competencia entre países por hacerse con los territorios africanos que satisficieran sus ansias imperialistas, se caracterizaba por la necesidad de crear infraestructuras, desarrollar una estructura administrativa y el despliegue de un ejército con el que controlar el territorio; por tanto se trataba de una estrategia de ocupación, que perseguía sentar las bases de la futura explotación intensiva de las materias primas.
Las infraestructuras creadas, los esfuerzos dedicados a imponer la cultura del imperio en la población, intentando hacerlos sentirse parte integrante y el desarrollo impulsado, eran todas estrategias para allanar el acceso a una explotación intensiva de los recursos naturales de que dispone la zona, intentando asegurarse la menor resistencia posible por parte de la población autóctona y de otros países.
En definitiva una estrategia con gran predominio de la visión comercial y poco peso de la visión filosófica y humanista, obviando cultura, tradición, esquemas de organización tradicionales, distribución coherente del territorio y un largo etc. de aspectos sociales de los nativos, en consecuencia se hizo una “delimitación de fronteras de gabinete” en la que brilló por su ausencia cualquier consideración de respeto social.
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