EE.UU, Israel, Inlaterra,,Unión Europea |
Si usted está jugando una partida de ajedrez y todas las próximas movidas que proyecta inexorablemente conducen a jaque-mate, entonces usted tiene dos - y sólo dos - opciones: o Usted voltea su Rey y acepta caballerosamente la derrota, o…
¡Usted patea el tablero, se rehúsa a aceptar la derrota y arma una batahola de novela!
¿Es esto lo que están pensando en hacer los “Cuatro Jinetes del Apocalipsis”, como les hemos dado en llamar a las dirigencias que hoy controlan a Estados Unidos, Reino Unido, Unión Europea e Israel, haciéndolo en contra de los intereses de sus respectivos pueblos?
Todos bien sabemos que si uno le permite a un niño malcriado que haga todo lo que se le dé la gana cediendo ante sus gritos, patadas y lloriqueos cada vez que no se sale con la suya sabiendo que sus ataques de malhumor le conseguirán lo que quiere, entonces será cada vez más difícil lograr que ese pequeño monstruo madure y se comporte algún día como adulto responsable.
Esta bien podría ser una metáfora sobre la manera en que las Potencias Occidentales se vienen comportando y actuando en las últimas décadas, especialmente luego de los ataques terroristas de 11 de septiembre de 2001 que durante algún tiempo les otorgó un cheque en blanco que les permitió avasallar e invadir buena parte de Medio Oriente…
Desde entonces, su principal meta parece ser pelear las guerras que benefician a Israel, según lo definieran con meridiana claridad centros de planeamiento como el notorio “Proyecto para un Nuevo Siglo Norteamericano“ (Project for a New American Century), y la iniciativa estratégica redactada por un equipo de académicos neoconservadores (luego funcionarios del Pentágono de George W. Bush) liderados por Richard Perle, que incluyó a figuras como Douglas Feith, Robert Loewenberg, David Wurmser y Mayrav Wurmser. Ese documento se tituló “Un corte limpio: una nueva estrategia para asegurar al reino” (“A Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm”), entendiéndose por “reino” al Estado de Israel.
Aquél documento ni siquiera fue preparado para el Gobierno norteamericano sino para el entonces ex primer ministro de Israel (hoy nuevamente en el cargo) Benjamin Netanyahu, y tenía como eje central la destrucción del Irak de Saddam Hussein, por ese entonces el archienemigo de Israel.
En posteriores años, utilizaron mentiras flagrantes y obscenas como las inexistentes “armas de destrucción masiva” de Irak; sus conexiones inexplicables con los Talibanes y Osama Bin Laden (cuya familia saudí son socios de la familia Bush en la inversora petrolera The Carlyle Group); las desfachatadas intervenciones en los asuntos internos de Egipto; la destrucción de Libia (que incluyó el asesinato en vivo por TV de su líder Muamar Gaddafi y sus hijos al son de las carcajadas guarangas de la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton); amenazas permanentes de lanzar un ataque militar unilateral contra Irán por su supuesto plan nuclear militarizado; y, más recientemente, la ingenierización de guerra civil contra el gobierno sirio de Bashar al-Assad. Claramente, estos “Cuatro Jinetes” realmente han desparramado muerte, sangre y destrucción en todo el Medio Oriente y otras regiones.
Desde entonces, sin embargo, cientos de millones de personas en todo el mundo van despertando y han comenzado a comprender la profunda verdad detrás de las declaraciones del ex primer ministro de Malasia, Mahmoud Mahathir, cuando en el 2003 con motivo de una reunión de la Organización de la Conferencia Islámica, observó que, “hoy los judíos gobiernan el mundo a través de sustitutos; logran que otros peleen y mueran por ellos”.
Sin embargo, las cosas comenzaron a cambiar de manera dramática hace unos dos años cuando Rusia (y China) se pudieron firmes, reflejando así el fastidio del mundo entero antes la belicosidad de los “Cuatro Jinetes”
En verdad, Rusia particularmente, trazó una “línea roja” que pocos se atreverán a cruzar, pues contrariamente a las anteriores “líneas rojas” que amenazaron a Iraq, Afganistán y Libia, esta vez el desafío es para Estados Unidos y sus aliados.
Eso es lo que ocurrió hace un año cuando el presidente ruso Vladimir Putin finalmente trazó su propia línea roja ante EEUU, Reino Unido, la Unión Europea e Israel, en el momento más crítico de la crisis de Siria. Putin no vaciló ni pestañeó… Obama sí. Y desde entonces los poderosos vienen presionando a la Casa Blanca con creciente fuerza.
¡Usted patea el tablero, se rehúsa a aceptar la derrota y arma una batahola de novela!
No hay comentarios:
Publicar un comentario