miércoles, 20 de agosto de 2014

Sudáfrica: Los pobres serán siempre pobres


Por: Mariano Castrillón

El otro día tuve un pinchazo. Cambié la rueda y me dirigí a la más próxima. Allí uno de los empleados que sirven la gasolina, limpian el parabrisas, miran el nivel del agua, y el nivel del aceite, comprueban la presión de las ruedas, etc., todo por una propina opcional de 0,20 ó 0,30 euros, se apresuró a venir a mi ayuda. Sacó la rueda maligna del portamaletas, arregló el pinchazo, cambió la rueda y comprobó la presión de las cuatro. Pagué por el kit de reparación (4.00 euros) y le di una propina de 2,00 euros. “Gracias boss”, dijo sonriendo de oreja a oreja.

Si bien la democracia está asentada en Sudáfrica oficialmente desde hace veinte años, el blanco sigue siendo el “boss” (otras veces “master”) y el negro sigue siendo el siervo no solamente ya de de los blancos, sino que ahora también de unos pocos millares de negros que el establecimiento capitalista blanco ha enriquecido generosamente estimulado por el gobierno para crear un baluarte entre el lumpemproletariado y el gobierno asociado a el capital.

Una gasolinera normal emplea a un mínimo de cinco personas para servir al motorista y a dos o tres personas más que trabajan en la tienda adjunta. Ninguna de estas personas tiene un sueldo superior a unos trescientos euros mensuales. Esto es una injusticia, pero es imposible reducir el número de empleados para poder aumentar el sueldo del resto, pues el resultado sería incrementar peligrosamente el desempleo, que oficialmente llega al 25%. La misma situación tiene lugar en supermercados, en la construcción, en la hostelería, en la banca, seguros, etc. Tampoco está la solución en ser más generoso con las propinas o en dar limosnas a todos los mendigos. La solución ha de provenir del gobierno y del capitalista blanco y negro, mediante la creación de nueva industria, educación y formación técnica
.

Desgraciadamente, los ideales, patriotismo y la integridad que habían guiado siempre a nuestro primer Presidente de una Sudáfrica “libre” , Nelson Mandela, no se encuentran en el cuerpo político que nos controla desde 1994. La avaricia, corrupción, nepotismo, falta de responsabilidad y todo aquello que destruye el tejido que une a toda sociedad parece ser el motor que impele a las personas que ocupan los altos cargos oficiales… y es contagioso. El CNA se ha convertido en una agencia de empleo para sus miembros.

Las masas están continuamente demostrando su resentimiento hacia la indolencia del gobierno. En los townships esparcidos por toda la geografía del país, millones de familias viven en barracas sin electricidad, agua corriente, sin servicios sanitarios y sin esperanzas de mejorar. No pasa un mes sin que la policía, a imitación de la del tiempo del Apartheid, no tenga que acudir a contener a cientos de “elementos agitadores” que queman coches, erigen barricadas y atacan a la policía con piedras y ladrillos. Es la única manera, dicen, de que el gobierno sepa que están todavía allí, esperando que se cumplan las promesas que por primera vez escucharon de los labios de su ídolo Nelson Mandela, en 1994 y que sus seguidores repiten cada cinco años para conseguir votos, pero que no tienen la menor intención de cumplir. La paciencia tiene su límite. Esperemos que entre nuestros dirigentes se encuentre, y que pronto aflore, quien sepa y pueda encauzar a este gobierno hacia un futuro mejor antes de que la paciencia de las masas se acabe.
Fuente: ARGENPRESS

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