domingo, 29 de noviembre de 2009

El sinuoso camino de los ex tupamaros hacia el gobierno

El periplo recorrido por el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), desde la puesta en libertad de sus líderes con la restauración democrática de 1985 en Uruguay hasta ser una opción de gobierno en el comicio del domingo de la mano de José “Pepe” Mujica, es todo menos lineal.
Derrotado militarmente en 1972, el MLN-T, que en los años de plomo de los 60 y 70 permaneció unido gracias a su máxima «la acción nos une, las palabras nos separan», salió de 14 años de dictadura (1973-1985) «prácticamente destruido», dijo el ex tupamaro Marcelo Estefanell, que estuvo 13 años preso.
Apenas salidos de la cárcel el 14 de marzo de 1985, tras una amnistía impulsada por el presidente colorado Julio Sanguinetti, los tupamaros anunciaron su intención de apostar a la legalidad.
«Vamos a militar y a luchar en el marco de la democracia», dijo Eleuterio Fernández Huidobro en la rueda de prensa que dio la dirigencia al salir de la cárcel.
Era la postura de los principales líderes del MLN -entre ellos Raúl Sendic, Mujica y Fernández Huidobro- que habían sido «rehenes» de la dictadura.
El III Congreso del MLN, el primero en la legalidad, en 1985, «abordó la autocrítica» y «si ingresar o no a (la coalición de izquierda) Frente Amplio», recordó Estefanell.
Irma Leites, nueve años presa y exiliada hasta la restauración democrática, retomó la militancia en el MLN «con la idea de recorrer nuevamente una alternativa revolucionaria». Pero «éramos una montonera que había vivido distintas experiencias, con distintas conclusiones sobre lo sucedido», dijo.
En desacuerdo con la integración del MLN al FA y la creación del Movimiento de Participación Popular (MPP), el grupo de Mujica, en 1989 Leites se fue del MLN.
El ex tupamaro Jorge Zabalza dice en su biografía «Cero a la izquierda», de Federico Leicht, que el respeto a la legalidad «era verdad, (aunque) no toda la verdad». La dirigencia del MLN realizó «reuniones secretas» de un «núcleo selecto» que incluía a Sendic, Fernández Huidobro, Mujica y al propio Zabalza, para «mantener despierto el horizonte insurreccional», dice el libro, «mientras se armaba la estructura superficial del MLN y se discutía (...) el ingreso al FA».
«Los que apostaban a defender la conquista democrática tuvieron internas muy duras en el MLN», dice Estefanell y en el IV Congreso, previo al comicio del 89, el MLN ingresó finalmente al FA, aunque no presentó candidatos.
En el V Congreso de 1990 el asunto fue «definir qué MLN se pretendía construir: un partido político abierto que buscara alianzas» en «o una organización político-militar», indica Zabalza, y agrega: «se impuso la apuesta revolucionaria».
Un punto clave fue la asonada del 24 de agosto de 1994, frente al Hospital Filtro, cuando una manifestación para evitar la extradición de cuatro vascos requeridos por España por presuntos delitos de la organización separatista ETA se saldó con un muerto y varios heridos.
Teníamos 5.000 miguelitos (pincha neumáticos), bombas Molotov y «una banda de jóvenes radicales deseosos de entrar en acción», aunque a la postre desistieron, agrega Zabalza.
«El Filtro representó la expresión más ultra del MLN en esa coyuntura», dijo Estefanell. «Fue el momento más polarizado de este período democrático».
Después del Filtro, el MPP hizo «un gran proceso hacia una socialdemocracia». En 1994 «ganó la tendencia de presentar candidatos» y Mujica fue el primer tupamaro en ingresar al Parlamento, dijo Estefanell.
Para Leites, «de los proyectos sociales con los que hoy está embanderado» Mujica, «se han ido retirando las propuestas de revolución». Y afirmó: «ya decidí hace mucho tiempo que el camino no son las elecciones. Es la vieja consigna, que tal vez tenga algo de anarquista, de que si las urnas cambiaran algo, estarían prohibidas»
Editorial 28-11-2009 Entre Ríos Argentina Diario de Paraná

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