Ignacio Coló
Enviado especial
MONTEVIDEO.- Hace más de 40 años, tomaron las armas y, desencantados con la democracia, intentaron llegar al poder a través de la violencia y hasta alrededor de 1994 aún no descartaban la lucha armada. Hoy, a un paso de llegar a la presidencia mediante las urnas, los tupamaros (Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, MLN-T) son una peculiar organización política que, insertada en el sistema democrático uruguayo, todavía mantiene "rasgos semiclandestinos", pero la revolución ya no figura entre sus planes.
"El MLN-T es una organización que está en la penumbra. Tiene rasgos semiclandestinos porque, por ejemplo, no es fácil acceder a sus documentos internos o conocer sus debates; algunos de sus miembros principales no aparecen en la prensa? Todo esto alimenta el misterio", explicó a LA NACION el politólogo Adolfo Garcé, autor del libro sobre los tupamaros Donde hubo fuego y uno de los mayores conocedores de este movimiento político uruguayo.
"La historia de los tupamaros es increíble; es como el guión de una película. Nunca pasó en América latina que un presidente electo en las urnas saliera de un movimiento guerrillero", agregó Garcé, quien destaca el "total pragmatismo" del MLN-T para intentar explicar su metamorfosis permanente, y su supervivencia y ascenso en el sistema político.
Hoy por hoy, el MLN-T es el grupo político más votado de Uruguay. No sólo uno de sus líderes históricos, según todas las encuestas, será el futuro presidente, sino que la lista de legisladores tupamaros fue la que más sufragios cosechó en los comicios legislativos que se celebraron junto a la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 25 de octubre.
En Uruguay, cada partido (Frente Amplio, Partido Nacional y Partido Colorado) está dividido en facciones, y aunque hay un solo candidato a presidente por partido, cada facción interna presenta su lista de diputados y senadores. El Frente Amplio presentó 15 listas y fue la 609 -liderada por el MLN-T y encabezada por la mujer de Mujica y miembro histórico de los tupamaros, Lucía Topolansky- la más votada (con el 33,7%). Como indica la Constitución, la cabeza de la lista más votada del partido mayoritario, o sea Topolansky, será la encargada de tomar juramento al futuro presidente.
"Topolansky y Mujica, que en los 60 y 70 atentaron contra la Constitución y fueron presos por ese delito, ahora uno le tomará juramento de fidelidad constitucional al otro, que será el presidente democrático de los uruguayos. Una vuelta de la historia brutal. Pero también es una cosa de la democracia. El pueblo los eligió", señaló a LA NACION Claudio Polillo, director del semanario Búsqueda y analista político, con lo que dio por sentado el triunfo del Frente Amplio.
Pero a pesar del crecimiento de los tupamaros dentro del Congreso (tienen 25 de 99 diputados y 8 de 31 senadores), el propio sistema político uruguayo tiene los contrapesos suficientes como para impedir cualquier aventura refundacional.
"El MLN-T creció de forma significativa y, a la vez, moderada. No es un cambio dramático, porque el contrapeso es fuerte. El otro 50% de los legisladores del Frente Amplio son del ala social demócrata, liderada por [el candidato a vicepresidente, Danilo] Astori y por Tabaré [Vázquez], y no responden a Mujica. Incluso si todo el mujiquismo fuese superradical, sus posibilidades de llevar a cabo políticas radicales son escasas por el poder de veto de los astorisas y socialistas. El poder de veto del ala socialdemócrata es fuertísimo, y eso impide cualquier intento de aprobar leyes populistas, radicales, refundacionales", explicó Garcé.
Dentro del gabinete, el peso de los tupamaros también se hará sentir. En el marco de las negociaciones entre Mujica y Astori para la formación del gobierno, el líder tupamaro delegó a su vice el ministerio de Economía, pero se reservó para sus hombres de confianza los ministerios del Interior, Defensa y Relaciones Exteriores.
A la cancillería iría un hombre cercano a Mujica, pero no tupamaro. Sin embargo, en la cartera de Interior (que controla la policía) y en Defensa (que maneja a los militares), probablemente vayan dirigentes históricos de los tupamaros, ex guerrilleros.
Eduardo Bonomi, referente histórico de la guerrilla, que estuvo 13 años preso, sería ministro del Interior. Quien suena con más fuerza para quedar a cargo de Defensa es Eleuterio Fernández Huidobro, uno de los fundadores de los tupamaros, que fue arrestado por los militares en 1972 y pasó más de 12 años en la cárcel por su participación en la guerrilla.
"Los derrotados hace 36 años pasan a comandar a aquellos que los habían derrotado", dijo Polillo, sin disimular su sorpresa por las vueltas inesperadas de la política oriental.
Pero mañana, a la hora de ir a las urnas, todo este pasado de plomo y sangre poco parece importarle a la gran mayoría de los uruguayos, que pondrá su voto con la mirada en el futuro y no en el pasado.
"¿A mí qué me importa que haya sido guerrillero? Yo lo que no quiero es trabajar todo el día y no poder juntar un peso, como en 2002", dijo a LA NACION el taxista Ernesto Ferreira, que valora el éxito en materia económica y social del primer gobierno frentista, más allá de cualquier ideología.
"Los que votan a Mujica saben que no reniega de su pasado, pero hace años que lo ven actuar dentro de las instituciones democráticas. Como diputado, senador, ministro y candidato, ya dio suficientes pruebas de estar incorporado a la vida democrática del país", subrayó Garcé, antes de concluir: "El MLN-T nace en el escepticismo de la democracia y termina en el entusiasmo. En el fondo, es una victoria de las instituciones democráticas uruguayas".
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