martes, 24 de noviembre de 2009

Uruguay: Carta de Henry Engler al Decano de Medicina

El decano de Medicina, Felipe Schelotto, llevó a San Javier una carta del científico Henry Engler proponiendo que la localidad pase a llamarse Colonia rusa “Dr. Vladimir Roslik”. Engler vivió allí su infancia.

Estimados:

Quisiera, por lo que la familia de Vladimir y la mía propia han significado para ese lugarcito que se llama San Javier, rendir homenaje a ese Médico con mayúscula que fue asesinado en la tortura.

Quisiera decir que, aunque resulte difícil creerlo, hubo un tiempo en Uruguay donde tener sangre rusa era motivo de sospecha. Y donde todo un pueblo pagó un precio descomunal por el delito de descender de aquellos gringos que don Batlle y Ordóñez trajo desde Rusia en 1913 para repoblar un país que los blancos y los colorados, después de sangrientas guerras habían dejado sin gente.

Allí se levantó una colonia modelo con sus molinos de piedra y un puerto activo al río Uruguay.. San Javier se levantó gracias al trabajo de esos rusos que siempre estaban escarbando la tierra y que para los criollos -poco acostumbrados a cosechar-, era porque los rusos comían arañas peludas.
Para los criollos entonces si se escarbaba la tierra lo único que salía eran arañas peludas. Pero en San Javier tal como en Isla Patrulla hasta la casa más pobre tenía su jardín en flor. Es ese San Javier que Vladimir, yo y unos cuantos jóvenes con sangre rusa conocimos. El de la miel, el girasol, el de los carros de cuatro ruedas cargados de verduras y frutas (los carros criollos tenían sólo dos ruedas).

En ese río junto a San Javier y en el arroyo, pescábamos y nos bañábamos. En el Centro Cultural y en el Máximo Gorki, bailamos nuestros primeros bailes. En el cine Povieda vimos aquel film que se llamaba “Lo que el viento se llevó”. Desde el puerto veíamos pasar el vapor de la carrera, lleno de luces y disfrutamos de las olas enormes que dejaba el buque y que se rompían contra el muelle.

Yo era más chico que Vladimir y no lo conocí personalmente. Pero en San Javier todos los jóvenes tenían en común estas cosas que cuento y además éramos los únicos en el Uruguay que comíamos semillas de girasol enteras en los partidos de fútbol y después escupíamos las cáscaras. Pertenecíamos al grupo de privilegiados que comían pirashkí, baréñiki, jaladiétz, kisiel. Y conocimos el kvás.

Yo veo a Vladimir en San Javier sin conocerlo directamente. Vladimir además se enamoró de la solidaridad y la justicia y emprendió el camino de la medicina con la vocación y la dedicación que hizo que los habitantes de San Javier lo tuviesen de ejemplo. ¡Imagínense para los viejitos que el médico hablara ruso! Pero no todos lo veían con buenos ojos … Porque la mezquindad y el espíritu ruin infectan hasta el paraíso. Y porque la dictadura sólo puede sobrevivir con el apoyo de ciertos civiles.

En una mala hora, cayeron sobre San Javier los jinetes del Apocalipsis. En plena agonía la dictadura pegó sus últimos manotazos para tratar de justificar su permanencia. Con la ayuda de tres o cuatro fascistas locales inventaron la conspiración comunista y se ensañaron con el que era Ejemplo. Ese médico había cometido dos pecados mortales: tenía sangre rusa y había estudiado Medicina en la Unión Soviética. Y cuidado: la mayor parte de la gente lo adoraba.

Hoy están presos algunos de los que ordenaron estas cosas. No todos los responsables. Los que desde San Javier fueron cómplices tampoco han sido juzgados.

Por Vladimir tenemos la obligación de hacer cuanto podamos para que los hechos se aclaren, que sepamos quiénes elaboraron su muerte y para que jamás vuelva una dictadura. Para que San Javier sea, de veras, un dulce lugar apacible y para que desde ahora se pase a llamar: Colonia rusa Dr. Vladimir Roslik. Esa es mi colonia, para siempre.

Estoy seguro que don Javier Espalter, que ayudó a los rusos a establecerse allí y por cuyo nombre se denominó “San Javier” a la colonia, me estará apoyando desde el cielo de todo corazón. Para él, que también murió asesinado sin que se sepa por qué o por mano de quién, debe haber también un lugar de honor en la colonia Dr. Vladimir Roslik.

Con toda admiración y ternura, te saludo Valodia Roslik, compañero y colega!

Henry Engler.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Henry, y hay alguna localidad que le podamos poner Pascacio Baez, que salga de tu pluma, y tal vez agregues "donde la meti hasta el caracu"?

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