Perdió más de cien mil votantes, lo dejaron en banda muchos de los caudillos blancos del interior, pero no lo conmovió la gran derrota, desde lo alto del balcón habló a la ciudadanía con gesto de dios bajando a la tierra, típico de Mussolini, de Jorge Pacheco Areco, de la megalomanía fascista. Fracasado el impresentable Lacalle, Pedro Bordaberry surge como conductor del viejo-nuevo frente unido de la clase dominante, el pacto clasista y combativo que festejaron sus bases sociales en la Rambla de Pocitos. Los dueños del Uruguay son insaciables, quieren más y más, por eso muestran la firme voluntad de recuperar el control del gobierno, la gerencia de sus grandes negociados que dan vida a los pequeños negocios. No les alcanza conque el Pepe se vista de traje, se peine a la gomina y les rinda pleitesía en ADM y en Buenos Aires. Quieren controlar directamente el aparato del Estado. ¡Alerta! Pachecato en puerta.
El mismo 25 de octubre, lágrimas de cocodrilo por los difuntos plebiscitos, la tristeza de no haber sido en primera vuelta, los tres tigres progresistas tendieron el brazo hacia sus contendores: “no hay diferencias insalvables en los programas”, “no son dos modelos de país lo que está en juego, sino dos formas diferentes de gobernar”. Intercambio de mutuas promesas con ministerios y cargos en entes autónomos, jugando a quién es más democrático y liberal. Se podrán decir “perritos falderos”, “asesinos” o que “en sus filas hay gente de la dictadura”, pero son escaramuzas menores de una campaña electoral entre gentilhombres.
Antaño también me embarcaba fácilmente tras falsas promesas de falsos profetas, pero ahora me cuesta tragarme esas pastillas, a fuerza de reja y palo me he vuelto desconfiado. Además no me gustaría quedar como un tonto, gritando “¡viene el lobo, viene el lobo!” mientras los tres tigres, cual tiernas caperucitas rojas, se arrojan en brazos de los lobos como antes se abrazaron con las culebras. Una vez más intentarán conciliar con la clase dominante al tiempo que con seductoras canciones de cuna, que hoy dicen una cosa y mañana la contraria, intentarán acariciar los ensueños de esos miles de militantes que cada día renuevan su credulidad con alegría y entusiasmo.
La ley de caducidad fue declarada inconstitucional por todas las instituciones constitucionales y repudiada por todos los organismos internacionales de derechos humanos. Cuando militantes independientes y vecinos sueltos ya habían recogido más de 150.000 firmas para anular esa infame ley, un Congreso del Frente Amplio resolvió incorporarse a la recolección. Después que se entregaron en la Corte Electoral las firmas necesarias plebiscitar la anulación, el “señor presidente” se dignó sugerirnos que debía ser anulada. Ahora sí, los militantes del Frente, en particular del MPP y el PCU, creyeron que se cumpliría lo resuelto por el Congreso y los grandes caudillos se pondrían al hombro la lucha por verdad y la justicia. Error, grueso error.
Hubiera bastado conque Mujica y Astori convocaran en la televisión a votar la papeleta rosada, para que el plebiscito triunfara, pero no, prefirieron el camino solapado, los metamensajes (perdonar a los criminales que colaboren, no meter en cana viejos militares) que resquebrajan la endeble endeble de los pusilánimes. No tuvieron la honestidad intelectual suficiente para explicar en voz alta sus razones para mantener vigente la ley de caducidad, un silencio escandaloso, desconocieron al congreso sin explicar nada. Los más fieles interpretaron el código subliminal inmediatamente, tampoco dieron la cara sino que optaron por una retorcida maniobra cuyos resultados fueron públicos: votos de todos los sectores frenteamplistas sin la papeleta rosada, un esquinazo ético y moral tremebundo, deslealtad vergonzante y vergonzosa, puñalada trapera.
Rindieron la justicia frente al poder sin el menor escúpulo, una guiñada al partido de la impunidad, un claro mensaje de respeto a los acuerdos subyacentes o sobrevolantes del Club Naval (1984) y a las transas desarmadas entre prisoneros y torturadores del Batallón Florida (1972). No dan garantías, nada indica que el segundo gobierno del Frente Amplio vaya a anular la ley de caducidad, por el contrario, la experiencia con el actual gobierno, induce a creer que, con seguridad, sufriremos más esquinazos infamantes. Tanto está yendo el cántaro al agua que, tal vez, los más politizados recuperen cierta independencia de criterio pasando a ejercer su derecho inalienable de pedir cuentas a los dirigentes.
Pese al sabotaje y el ominoso silencio, un millón ciento cinco mil uruguay@s votaron anular la ley de caducidad. Quedará para siempre la incógnita de cuántos electores habría votado por mantener su vigencia, eso no se sabrá nunca, pues los motivos para no meter la papeleta rosa pueden ser desinformación o desinterés, pero no necesariamenteu un apoyo a la impunidad. De todas maneras ha sido un buen resultado teniendo en cuenta lo exiguo de las fuerzas que salieron a la calle para golpear electoralmente la impunidad.
No sé si la cifra de LA REPUBLICA será exacta –Fassano suele mentir y desfigurar- pero, haya habido o no 200.000 personas en la marcha del 20 de octubre, lo cierto es que fue la movilización más grande de toda la campaña electoral, una multitud de todas las edades, desde los liceales a los sobrevivientes de la cárcel y el exilio, la juventud trabajadora y universitaria, los sindicatos, las cooperativas de vivienda, no faltó nadie. Algunos tuvimos la ingenuidad de creer que al otro día, en el acto final del Frente Amplio, Mujica se sentiría obligado a deslizar alguna opinión para dar respuesta a esa multitud vestida de rosa...sigo siendo un nabo de aquellos.
De las decenas de miles que llenaron la Avenida Dieciocho, alrededor de 14.500 votamos solamente las papeletas del SI. Fuimos pocos para que les preocupe a los soberbios, pero fuimos los suficientes para darnos aliento y seguir luchando, porque esa actitud clara expresa ideas muy claras, la opción consciente de hacer saber que se existe, que andamos por ahí, sueltos, desilusionados del sistema y de la partidocracia electoral, fragmentados en pequeñas organizaciones y núcleos, atomizados pero al acecho, prontos a luchar por la transformación revolucionaria de la sociedad.
Unos 300 compañer@s tuvieron la oportunidad de participar en la pintada de la madrugada del 17 de octubre, mucha gente movilizada para estos tiempos y nuestras precarias condiciones. La causa por juicio y castigo al terrorismo de estado es justa, sigue siendo entendida la justicia de esa lucha por esa juventud que desmiente la teoría de que al morir los dos demonios, morirá el terrorrismo de estado y todo será paz y felicidad en un Uruguay Progresista, sin memoria ni verdad. No derrotaron las ideas, la derrota en el plebiscito fue apenas en el campo electoral.
En cambio, los que emprendieron la retirada y se escondieron están siendo derrotados por su ambigüedad política y su conducta desleal, crearon una situación propicia al desengaño y a la división interna. Ahora me vienen a convidar para votar en el ballotage por un gobierno que interprete como Tabaré Vázquez el artículo 4 de la ley de caducidad, un gobierno que cada tanto, luego de ingentes esfuerzos de las organizaciones de DDHH, encarcele un torturador en su cárcel privilegada, mientras 350 terroristas seguirán paseando sus reales por las calles de la impunidad. Me vienen a convidar a tanta mierda. No quiero más interpretaciones presidenciales inconstitucionales, quiero nulidad y nulidad de la ley de caducidad. No hay garantías, no los voto más.
Para convencerme de que sí quieren, podrían anular la ley en este mes de campaña por el ballotage, nada se los impide, es apenas un cachito de voluntad política. O al menos que los candidatos se comprometieran públicamente a anularla apenas pase el acto electoral....no pueden hacerlo, sus compromisos con los impunes se lo impiden. No me dan garantías contra la derecha y no me dan garantías de juicio y castigo, por eso el 29 meteré una papeleta rosada en el sobre. Así de frente lo digo.
Voto rosado por la juventud rebelde y decidida a luchar contra la impunidad del terrorismo de Estado. Para autoconvocarnos a continuar movilizados. Para meter las papeletas que faltaron vergonzosamente en demasiados sobres frenteamplistas.
Por los compañer@s asesinados y desaparecidos, por l@s miles de torturad@s, el 29 de octubre meteré una papeleta rosada en la urna del ballotage.
Jorge Zabalza
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