Eugenio García Gascón*
El primer ministro de Israel, Binyamin Netanyahu, ha firmado una nueva regulación que impide el acceso de los historiadores a los archivos del Estado. A partir de ahora los documentos del Estado deberán permanecer ocultos durante 70 años, en lugar de 50. Netanyahu ha respondido así a las demandas de los servicios secretos para el interior y exterior, el Shin Bet y el Mosad.
“La información que permanece clasificada tiene que ver, entre otras cosas, con las expulsiones y masacres de árabes en la guerra de la Independencia, con las operaciones del Mosad en países extranjeros, con la vigilancia de políticos de la oposición por parte del Shin Bet en los años cincuenta, con el Instituto de Investigación Biológica de Nez Ziona (que se encarga de la guerra bacteriológica y química) y con el Centro de Investigación Nuclear de Dimona”, dice Haaretz.
En realidad, todo ese material no era accesible hasta ahora. Aunque teóricamente estaba permitido consultarlo después de 50 años, en la práctica la documentación se ocultaba. La decisión de Netanyahu lo que hace es legalizar que no se puede consultar hasta después de 70 años. El archivero del Estado de Israel, Yehoshua Freundlich, había advertido que una parte de ese material clasificado “tiene implicaciones sobre la adhesión de Israel a la ley internacional”, y recomendó a Netanyahu que firmara la orden porque “estos materiales no deberían ser vistos por la gente”.
Haaretz dice que la gente tiene derecho a conocer las decisiones que adoptaron los líderes de Israel en el pasado, “incluso aunque impliquen violaciones de los derechos humanos, ocultación de crímenes o acoso a los oponentes políticos”. A estas alturas en los archivos del Estado todavía hay documentos secretos sobre la matanza de palestinos en la aldea de Deir Yasin, durante el establecimiento de Israel en 1948, a pesar de que han transcurrido más de 60 años de los hechos.
*Es corresponsal de Público. Ha trabajado casi ininterrumpidamente en Jerusalén desde 1991, el año de la Conferencia de Madrid, como corresponsal de varios medios de comunicación. Antes residió en Damasco durante cuatro años. Actualmente vive en el barrio de Rehavia, en el sector oeste, a un kilómetro de la ciudad vieja. Es un barrio que inicialmente, a partir de 1921, lo habitaron judíos centroeuropeos laicos que poco a poco han ido desapareciendo. Hoy en Rehavia se ven más y más religiosos, como ocurre en toda Jerusalén y en gran parte de Israel. Ha escrito Israel en la encrucijada. Crónicas e historia de un sueño imperfecto, y, bajo el seudónimo de Andrés Jal, es coautor de la novela Doce Olas, una intriga religiosa ambientada en Jerusalén y Barcelona
El primer ministro de Israel, Binyamin Netanyahu, ha firmado una nueva regulación que impide el acceso de los historiadores a los archivos del Estado. A partir de ahora los documentos del Estado deberán permanecer ocultos durante 70 años, en lugar de 50. Netanyahu ha respondido así a las demandas de los servicios secretos para el interior y exterior, el Shin Bet y el Mosad.
“La información que permanece clasificada tiene que ver, entre otras cosas, con las expulsiones y masacres de árabes en la guerra de la Independencia, con las operaciones del Mosad en países extranjeros, con la vigilancia de políticos de la oposición por parte del Shin Bet en los años cincuenta, con el Instituto de Investigación Biológica de Nez Ziona (que se encarga de la guerra bacteriológica y química) y con el Centro de Investigación Nuclear de Dimona”, dice Haaretz.
En realidad, todo ese material no era accesible hasta ahora. Aunque teóricamente estaba permitido consultarlo después de 50 años, en la práctica la documentación se ocultaba. La decisión de Netanyahu lo que hace es legalizar que no se puede consultar hasta después de 70 años. El archivero del Estado de Israel, Yehoshua Freundlich, había advertido que una parte de ese material clasificado “tiene implicaciones sobre la adhesión de Israel a la ley internacional”, y recomendó a Netanyahu que firmara la orden porque “estos materiales no deberían ser vistos por la gente”.
Haaretz dice que la gente tiene derecho a conocer las decisiones que adoptaron los líderes de Israel en el pasado, “incluso aunque impliquen violaciones de los derechos humanos, ocultación de crímenes o acoso a los oponentes políticos”. A estas alturas en los archivos del Estado todavía hay documentos secretos sobre la matanza de palestinos en la aldea de Deir Yasin, durante el establecimiento de Israel en 1948, a pesar de que han transcurrido más de 60 años de los hechos.
*Es corresponsal de Público. Ha trabajado casi ininterrumpidamente en Jerusalén desde 1991, el año de la Conferencia de Madrid, como corresponsal de varios medios de comunicación. Antes residió en Damasco durante cuatro años. Actualmente vive en el barrio de Rehavia, en el sector oeste, a un kilómetro de la ciudad vieja. Es un barrio que inicialmente, a partir de 1921, lo habitaron judíos centroeuropeos laicos que poco a poco han ido desapareciendo. Hoy en Rehavia se ven más y más religiosos, como ocurre en toda Jerusalén y en gran parte de Israel. Ha escrito Israel en la encrucijada. Crónicas e historia de un sueño imperfecto, y, bajo el seudónimo de Andrés Jal, es coautor de la novela Doce Olas, una intriga religiosa ambientada en Jerusalén y Barcelona
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