Ciudad de México.- Con una maracad vocación por la música, pero también a tocar asuntos delicados y difíciles porque dice, "si nosotros mismos no indagamos en nuestras contradicciones, ¿qué vamos a esperar de los que no nos quieren?", el cantante, guitarrista y compositor Silvio Rodríguez (1946), fundador en los años 60 de la Nueva Troa, junto con Pablos Milanés, no duda cuando le preguntamos si las excarcelaciones de los presos políticos que tienen lugar en la isla son parte de la 'evolución' que él alienta, como ha reiterao en los últimos meses dentro y fuera de Cuba, y también es su más reciente disco, Segunad cita (2010) con temas como 'Sea Señora' (2008) que, en paalbras de Silvio' salió como exabrupto. Es como un votoa a la eolución política de Cuba, sin olvidar a dos pilareas de nuestra historioa, los próceres Maceo y Martí".
La conversación incluye su opinon sobre la nueva disidencia y el paso dado por el presidente Raúl Castro ante las excarcelaciones que, según Silvio, "es tan trascendente que cambia la visión de todo".
-. ¿Consideras las liberaciones de presos políticos como parte de la “evolución” que alientas en la isla?
-. Me parece que sí, es un paso que necesitaba nuestra nación para salir de una especie de punto muerto en que se hallaba.
.- ¿Por qué ahora y no antes? ¿Hubo una preocupación real de que Guillermo Fariñas muriera y se valoró que lo mejor era enfrentar el problema con una excarcelación masiva?
-. Yo no sé por qué sucedió precisamente ahora, pero desde hace tiempo tenía la impresión de que esta era la voluntad del gobierno, o de la parte del gobierno con la que más me identifico. Supongo que se estaba trabajando en esa dirección, buscando el modo de hacerlo.
Guillermo Fariñas calificó de “importantísimo y esencial” que el ex presidente Fidel Castro haya reaparecido estos días en público “para que los más recalcitrantes” en el gobierno “no puedan acusar a Raúl Castro y a los que quieren los cambios, de traidores al líder”. ¿Compartes esta opinión?
No niego que pueda verse de esa manera aunque, desde que la enfermedad lo separó del gobierno hace cuatro años, Fidel sólo se ha pronunciado sobre aspectos de la política internacional. Para mí esa es una señal de que no está gobernando el país. Por otra parte, me parece que el peso moral de Fidel lo va a sobrevivir. Su trayectoria ha creado una imantación sólo comparable a la de Martí en la historia de Cuba.
-. ¿Por qué ahora sí la Iglesia católica local fue un buen interlocutor?
-. Las relaciones Iglesia-gobierno han madurado mucho, en una dirección positiva. Gracias a eso el gobierno ha tenido el mediador idóneo y por eso la Iglesia ha podido jugar este excelente papel en función de la nación de la que es parte.
-. ¿En qué medida influye la grave crisis económica que enfrenta la isla a que el diálogo con la Iglesia y España haya prosperado? De hecho, falta saber qué hará la Unión Europea con su “posición común”, que desde 2003 condicionó el comercio y la cooperación con Cuba a la puesta en libertad de 75 presos “de conciencia”, como los llama Amnistía Internacional?
-. La economía suele ser un motor que jala en una dirección o en otra. La situación económica es delicada pero, viendo otros lugares, incluso países desarrollados, pudiera pensar que estamos mejor preparados para ciertas eventualidades. Cuba ha sufrido el bloqueo más largo de la historia. Los seres más racionales del planeta han coincidido en que se trata de una agresión “injustificable” e “inmoral”, como dijo el papa Juan Pablo II. Hace mucho que debió terminar. La llamada “posición común” no es más que un eslabón de la injusticia. Europa tiene la oportunidad de dar un buen mazazo a esa cadena.
-. ¿Qué sigue y qué falta dentro de la “evolución”? ¿Es posible pensar en una disidencia interna legalizada, con un medio de prensa propio?
-. Hace algunos años, en México, en un panel público durante una feria del libro, un cubano residente en el exterior me preguntó algo similar. Recuerdo que le dije que el papel que pretendía la oposición le llegaría en su momento. No sabría decir si es ahora, pero hoy estamos más cerca que entonces de que pueda haber una oposición permitida y a la vez permisible —porque esa es una moneda, como todas, de dos caras—. Por otra parte, la evolución de la que he hablado no es sólo política, es también económica.
-. ¿Cambió la posición de la revolución frente a la disidencia, a la que siempre calificó de “mercenaria”, o cambió el perfil de la disidencia?
-. El paso dado es tan trascendente que cambia la visión de todo, nos sitúa en una nueva realidad donde el próximo movimiento le corresponde al otro. La situación anterior era muy curiosa, porque todas las partes estaban de acuerdo en que había que superarla. Después del paso, esa coincidencia se ha animado.
-. Por último, hacía 30 años que no viajabas a Estados Unidos porque se te impedía hacerlo. ¿Por qué crees que se levantó la restricción, y qué país y qué gente hallaste?
-. El país que vi, antes que nada, es enorme. Y muy rico. Lo digo consciente de que el mundo es mucho más grande que un solo país, por grande y rico que éste sea. Donde más tiempo estuve fue en la fabulosa ciudad de Nueva York, donde ya había estado un par de veces. Es un lugar espléndido que por supuesto arroja sombras, porque toda magnificencia tiene un precio.
En todas partes encontré gente maravillosa, muy trabajadora y también acostumbrada a disfrutar de la vida, como debe ser. La gira tuvo que ser muy improvisada, porque todavía existía la improbabilidad de la visa y los teatros no esperan por esas cosas. La gira no hubiera sido un éxito sin el apoyo constante del público, mayoritariamente latinoamericano y cubano, aunque en todos los conciertos hubo estadunidenses, algunos que ni hablaban español.
Me fue entrañable que Pete Seeger asistiera al segundo concierto en el Carnegie. Su presencia fue como una batería moral. Otro buen amigo, Benicio del Toro, viajó desde Puerto Rico, su tierra natal, para vernos, y después estuvo en el concierto de Los Ángeles. En Oakland, en San Francisco, me conmovieron mucho las combativas palabras de una alcaldesa de la zona del puerto, que subió al escenario a darnos la bienvenida. En Washington pedí al presidente Obama que liberara a nuestros cinco héroes, gesto que el pueblo cubano le va a agradecer, él no se imagina cuánto. En Orlando me reencontré con familiares y amigos muy queridos. Fue un concierto donde la mayoría eran cubanos, pese a la coacción que algunos medios miamenses ejercen sobre nuestra comunidad.
Cierto que hacía 30 años que no me daban visa y que yo sentía curiosidad por volver a EU, de viajar al oeste del país, donde nunca había estado. Cierto también que a Obama no le deben ser fáciles muchas cosas, muy especialmente las relacionadas con Cuba y el bloqueo. Pero el paso que ha dado Cuba no se puede ignorar, aunque la ultraderecha cubana se oponga.
Irene Selser
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