miércoles, 27 de julio de 2011

26 de Julio - Una corta versión de Haydée Santamaría

Mucho se ha escrito en estos días sobre el 26 de Julio, El Moncada.

Quiero dejar un corto homenaje a las mujeres que participaron, y no he encontrado mejor forma de hacerlo que con las palabras de Haydé Santamaría.
Para ello he recurrido al último libro de su hija Celia Hart, titulado de Haydée del Moncada a Casa.
Sea esta también una forma de recordar a Celia, que seguramente estuvo presente junto a su hermano Abel, este 26 de Julio.
Quizás en forma de mariposa, quizás ambos miraban desde los girasoles; símbolos de Celia.
"EL MONCADA NO HUBIERA SIDO NADA SIN LA FIRMEZA DE LOS QUE MURIERON Y SIN LA FIRMEZA DE LOS QUE VIVIERON"
Haydée Santamaría
"...Hemos vivido cosas todos los cubanos, unas más grandes, otras más pequeñas, pero todas con un sentido profundísimo. Nos hemos preguntado pot qué razón, si hemos vivido después del Moncada, la Sierra; antes de la Sierra, la clandestinidad; después de un 1959, un Girón, cosas enormes, ¿qué razón hay para que el Moncada sea algo distinto al otro? Y esto no quiere decir que podamos querer más a uno que al otro.

Yo algunas veces he dicho -no sé si en alguna entrevista o con alguna persona con quien he hablado- que a mí esto se me reveló muy claramente cuando nació mi hijo.
Cuando nació mi hijo Abel fueron momentos difíciles, momentos iguales a los que tiene cualquier mujer cuando va a tener un hijo, muy difíciles. Eran dolores profundísimos, eran dolores que nos desgarraban las entrañas y, en cambio, había fuerza para no llorar ni maldecir. Cuando ocurren dolores así, se maldice, se grita y se llora.
¿Y por qué se tienen fuerzas para no llorar ni maldecir cuando hay dolores? Porque va a llegar un hijo. En aquellos momentos se me reveló qué era el Moncada. A pesar de aquellos dolores, de aquella cosa que creíamos -sentíamos- perdida, de aquel dolor, más dolor que cualquier dolor, ¿cómo no maldecímos y cómo no llorábamos y cómo estábamos serenos? Pensamos que únicamente por la llegada de algo grandioso se pueden resistir esos dolores.
La llegada del hijo -el hijo que esperamos- no se puede recibir llorando ni gritando. Y aquí hablamos del primer hijo. No se quiere al primero más que al segundo ni más que al último; pero sí: el primero es distinto. No estamos preparados para recibirlo, no sabemos si resistiremos los dolores, no sabemos si seremos buenas madres, no sabemos si sabremos criarlo, y eso nos produce una cosa distinta al segundo y al tercero y a los que vengan después, porque ya sabemos que sí podemos resistir, que sí sabemos criar.
Queremos a ese segundo o tercero igualito que al primero, pero ese primero es lo inesperado, es para lo que una no está preparada.
Y ahí se me reveló muy claramente qué había sido el Moncada. No era el hecho más pudiéramos amar ni el más grane, pero sí el primero, ese primero que no sabíamos cómo podríamos enfrentar, hasta dónde seríamos capaces de resistir. Y tal vez íbamos preparados para ver morir, para dejar allí a los que debían haber vivido muchos años. Pero también surge lo inesperado: no estábamos preparados para vivir lo que vivímos allí.
Hasta aquellos momentos, sabíamos que podían existir cosas terribles: habíamos oído hablar mucho de lo que siempre nos hizo pensar que eran hombres; por nuestra fe en los hombres no podíamos pensar que una sociedad podía convertir hombres en mounstros. Y fue un choque, un dolor, una alegría que cambió nuestra vida totalmente; tanto, que siempre hablamos de antes y después.
Cuando hablamos muy naturalmente de cualquier cosa insignificante, decimos: "Eso nos pasaba antes", o decimos: "Esto no pasaba después". Y ese antes y ese después son antes del Moncada y después del Moncada.
La transformación después del Moncada fue total. Se siguió siendo aquella misma persona que fuios llena de pasión, y pudimos -se pudo- seguir siendo apasionada.
Pero la transformación fue grande; fue tanta que si allí no nos hubiéramos hecho una serie de planteamientos, hubiera sido difícil seguir viviendo o, por lo menos, seguir siendo normales.
Allí se nos reveló claramente que el problemas no era cambiar al hombre, que el problema era cambiar el sistema; pero también que si no hubiéramos ido allí para cambiar al hombre, tal vez no se hubiera cambiado un sistema.
Melba y Haydée
Allí pensamos cuánto podíamos seguir haciendo y la enorme voluntad que teníamos que seguir teniendo. Porque recordamos siempre - lo recordamos como si fuer ese primer día- cuando Abel1 nos decía: "Después de esto es más difícil vivir que morir, por lo tanto tienes que ser más valiente tú que nosotros; porque nosotros vamos a morir y ustedes, Melba2 y Haydée, tienen que vivir, tienen que ser más fuertes que nosotros, es más fácil esto que lo otro". Aquello nos ayudó a pasar las horas más terribles que podamos haber vivido, pero también nos ayudó a vivir.
Tal vez sea para ustedes, los estudiantes, un poco difícil comprender el porqué, ya que hoy todo es distinto, ya que hoy ir al combate es distinto. Hoy vamos al combate co todo el respaldo del pueblo, con todo el respaldo de los seres queridos. Allí nos preparábamos para un combate no con ese respaldo del pueblo que pudiéramos haber tenido o no haber tenido -no sabemos-, sino sin el respaldo siquiera de la familia. Y es difícil prepararse para combatir así.
Hoy nuestros padres se sienten orgullosos de vernos coger un rifle para ir a combatir al enemigo. En aquellos momentos éramos unos "locos" , en aquellos momentos llevábamos el dolor a las personas que tanto queríamos; y sentíamos el dolor de quedar y de que nuestros niños nos recordaran como una locura, como un grupo de locos.
Esto no quiere decir que no tuviéramos fe en nuestro pueblo y en nuestros niños, pero es que los hechos quedan cuando quedan también del hecho algunos hombres firmes.
Porque el Moncada se hace grande por la firmeza de los que mueren y por la fuerza de los que viven. El Moncada no hubiera sido nada sin la firmeza de los que murieron y sin la firmeza de los que viviero" ...
"LA NOCHE ER AMÁS LINDA,ERA COMO ALGO QUEMERECÍA VERSE TODA LA VIDA,Y A LO MEJOR YA NO VERÍAMOS MÁS"
Pregunta de un estudiante:
"Compañera Haydée: yo quisiera formular una pregunta en relación con la víspera del ataque al cuartel Moncada.

Nosotros quisiéramos conocer cuál fue la impresión más fuerte que usted recibió esa noche del 25 de julio antes de procederse al ataque al cuartel Moncada
Haydée: Si me situara ahora, pudiera decirte otras cosas. Si quieres que vaya a aquel momento y que me sitúe en aquel momento, era como quien va a su fiesta de quince años. Aquella noche fue una de las noches de más alegría.

Aquella noche no puedo decirte qué fue lo que más me impresionó, porque todo era impresionante.
Aquella noche me impresionó que no sabía qué iba a pasar pero sabía que sería grande. No sabía si vería más el sol de mi patria, que solamente por eso merece la pena vivir; pero sabía que si no lo veía, sería grande también.
Aquella noche fue la noche de la vida, porque queríamos ver, sentir, mirar todo lo que tal vez nunca más miraríamos, ni sentiríamos, ni veríamos. Todo se hace más hermoso cuando se piensa que después no se va a tener. Salíamos al patio, y la lucha era grande y más brillante; las estrellas eran más grandes, más relucientes, las palmas más altas, más verdes. Las caras de nuestros compañeros eran las caras de algo que tal vez no veríamos más y que tendríamos toda la vida.
Por eso la cosa más fuerte era que todo era más hermoso, todo era más grande, todo era má bello y todo era más bueno. Nosotros mismos nos sentíamos mejores, nos sentíamos más buenos. Pensábamos en nuestros padres los veíamos más buenos; no recordábamos si algunas veces nos regañaron y nos pegaron injustamente.
Pensábamos....
Miraba a Abel y me confortaba pensar que tal vez no le vería más, pero no tendría la necesidad porqu yo tampoco viviría. Pero, de todas maneras, lo miraba.
Mirábamos a Fidel, y sí: había algo que nos decía que sí viviría, que él sería tal vez el único que viviría; porque tenía que vivir y lo mirabamos pensando qu si no lo veríamos más, como podríamos dejar de mirarlo un minuto.
Compañeros, tal vez es distinto ir a un combate hoy o tal vez sea igual. Pero por lo menos en aquel momento, de verdad, lo que más había en mí era toda la belleza que había en la naturaleza, que había en el ser humano. Todo lo encontrabamos bello que hasta unos taburetes -de los dos o tres días antes nos reíamos porque no servían-, en aquellos momentos antes de partir, ique hermosos eran!
Así que creo que si me dices qué cosa veía con más profundidad, era todo: porque todo era bello
Notas
1. Abel Santamaría Cuadro (1927-1953), segundo jefe del Movimiento 26 de Julio y mártir del Moncada. Hermano de Haydée

2 Melba Hernández Rodríguez del Rey (1922), asaltante al Moncada. Heroína de la República de Cuba












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