Cuando le pregunté a mi vieja qué pensaba acerca de El Día de la Mujer me contestó lo increíble: “Hija, este día es una farsa; es un día machista, un día que se nos ‘concede’ a modo ‘tregua’ para que ‘dejemos de huevear un rato’. Simplemente sirve para hacernos creer que está todo bien con nosotras las mujeres, que hemos avanzado harto, que ya tenemos derechos suficientes y bla, bla, bla”.
Y qué cierto. Mi madre tenía toda la razón. Y extraño resulta (hay que decirlo) que de una persona como ella haya salido tal opinión. Pues claro, mi vieja es del tipo de persona que sabe más de belleza que de luchas sociales. La moda, el “buen gusto”, la combinación correcta de colores, la perfecta distribución de los finos muebles dentro de la fina casa, los cuadros ecuestres, los exóticos platos preparados para deleitar al público y cuanta cosa que el “mundo de la superficie” pueda entregar, parecen ser los temas que a ella le importan más. Sin embargo, e independiente de su tendencia a estar más inclinada hacia esas áreas de vida (aclaro: áreas para nada deplorables, sino que sencillamente más “livianas”), también es bastante real que esos no son sus únicos intereses, por supuesto. Su opinión sobre este nefasto día lo confirma. Ella supo, sin necesidad de ser “experta”, que éste es un día de castillos en el aire, de falsas ilusiones, de testimonios amargos bañados con la miel que fue robada a las pobres abejitas explotadas. Es un día de show en donde las mujeres somos protagonistas de la comedia más ridícula de todas. El espectáculo debería llamarse:
“LA MUJER QUE CREE QUE TENER UN DÍA ES SINÓNIMO DE EVOLUCIÓN Y LIBERACIÓN”.
Y es que no es necesario ser tan inteligente para darse cuenta de que a las mujeres se nos otorga un día tal cual hacen los padres al regalarles un juguete a sus hijos pequeños; ciertamente el juguete se compra con la finalidad de que el niñito aprenda cosas y se incentive. Y sí, es probable que, en parte, el objeto de entretención cumpla dichos propósitos, por qué no, pero no menos cierto es que, así también, el juguete ocupe su tiempo en distraer al cabro chico para que los padres puedan vivir soltera y felizmente sus vidas. ¡Yes! con eso logran “zafarse del cacho”.
Suena macabro. Suena como si los padres no quisieran a ese hijo. Y el punto, desde luego, no es que no lo quieran, sino “de qué forma quieren cuando dicen querer”. Crudo. Mas no deja de ser verdadero, pues ninguna buena intención es totalmente buena. Dentro de todo acto noble siempre hay algún beneficio que sacar. Muy pocos se arriesgarían por algo en lo que podrían perder, más aún si se peligra perder demasiado, por lo tanto siempre que se hace algo, se hace sabiendo que con ello ganaremos. El riesgo se corre, obvio, siempre y cuando exista algún provecho que sacar. Y el Día de la Mujer no está lejos de esa idea y es perfectamente análogo al ejemplo de “el padre, el juguete y su hijo”.
"Yo me quedo con los que creen, piensan, imaginan y sienten profundamente en su pecho que las luchas sociales, la justicia, la igualdad, el amor, el respeto deben existir los 365 días del año y SIEMPRE con la misma intensidad."
Sin embargo dejo en claro que en ningún caso le intento quitar valor al hecho que inspiró este día. Las mujeres trabajadoras que murieron luchando contra la explotación capitalista, sin lugar a dudas marcaron un Antes y un Después en la Lucha por la Emancipación de la Mujer. Pero creo, sinceramente, que hay que separar las cosas. Primero porque aquellas mujeres luchaban en favor de TODOS los trabajadores existentes hasta ese entonces (y no se limitaban al género) y segundo porque, a mi juicio, la creación de UN DÍA DE debería sostenerse (en el caso de que “los días de” tuvieran que justificarse, puesto que bastante absurdos son) sobre la base de triunfos NOTORIOS y REITERADOS, y no sobre “medidas parche” como las que hasta ahora existen. OKEY: las mujeres votamos, pero NO EN TODOS LOS PAÍSES. Las mujeres podemos optar a cargos públicos de importancia, sin embargo, NO TODAS LO HACEN (las demás, “esperando un milagro” deben estar). Las mujeres hoy estudiamos carreras a la par con los hombres, no obstante EL SALARIO PARA NOSOTRAS SIGUE SIENDO MENOR. Las mujeres podemos tener relaciones sexuales por placer sin correr el riesgo de quedar embarazadas, mas NO PODEMOS OPTAR LIBREMENTE POR ABORTAR. Las mujeres de hoy podemos pegarle un combo al gil de pareja/marido/etc. que “de repente” se puso agresivo, pero si él nos pega devuelta (y de seguro diez veces más fuerte, porque es hombre) NO CONTAMOS CON LEYES QUE NOS AMPAREN AL 100%.
Las mujeres actuales creemos que somos más libres que las de ayer, porque las de ayer usaban faldas largas y no mostraban las piernas, y no nos damos cuenta que nosotras, las de hoy, sólo hemos ACORTADO LAS FALDAS. Pero las faldas siguen, están igual. Y el punto es ese: nuestros objetivos e ideales se han distorsionado y se han vendido al mejor postor… se ofrecen en bandeja a aquel que nos promete felicidad momentánea. En vez de ABOLIR las injusticias de género, nos hemos conformado con lo que se conoce en el Movimiento Animalista como MEDIDAS BIENESTARISTAS, las que dentro de la Lucha Animal, se explican así: “es aceptable que los seres humanos usemos a los animales para sacar provecho de ellos, siempre que el sufrimiento innecesario (de éstos) sea evitado”. Y miren qué entrete… se cambia la jaula, por una casa cómoda, pero con rejas y candados ¿Hasta dónde queremos llegar?
Es por eso que no acepto y no aceptaré jamás un Día de la Mujer, NO hasta que las cosas REALMENTE hayan cambiado para nosotras. No estoy de acuerdo y nunca estaré a favor de conmemorar lo que no tiene sentido de ser conmemorado. Allá ustedes, los que compran todas las ofertas del mercado. No los pesco. Yo me quedo con los que creen, piensan, imaginan y sienten profundamente en su pecho que las luchas sociales, la justicia, la igualdad, el amor, el respeto deben existir los 365 días del año y SIEMPRE con la misma intensidad. Me quedo con las personas que se atreven a pensar desde afuera del sistema, que arman sus proyectos en la vereda de enfrente, que caminan contra la corriente, o mejor todavía, que caminan SOBRE la corriente, aquellos que SOBREVUELAN LAS CABEZAS. Me quedo, como decía Víctor Jara, a cantar con los obreros, y desde luego, con las obreras. Pero ojo… no me quedo a cantar por cinco minutos, sino que me quedo con ese canto eterno: el canto del pueblo que todos los días. Así de simple.
Por Mayda Plant
Fuente: El Ciudadano
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