domingo, 27 de julio de 2014

TRAGEDIAS Y ENIGMAS EN EL AIRE

Jorge Gómez Barata

A propósito de la tragedia del avión Malasio derribado sobre Ucrania conversé con un ex piloto y estudioso de la aviación, y le participé mi optimismo acerca de que la verdad del vuelo HM17 se conocería pronto.

―“Que se conozca es una cosa―me dijo― que se revele es otra. Te tengo una mala noticia: todavía no se sabe toda la verdad acerca del vuelo 007 de KAL (Korean Air Line) derribado sobre territorio soviético en 1983”.

― Cuéntame, le pedí. Este fue el relato.

“Se trató de un Boeing 747 con 240 pasajeros y 29 tripulantes que despegó de Nueva York con destino a Seúl con escala en Anchorage, Alaska; el vuelo era de unos 11 000 kilómetros.

Te imaginaras que en las condiciones de la Guerra Fría, el tramo de Alaska a Seúl por las proximidades a la Unión Soviética, Japón, China y Corea del Norte, era un ejercicio aéreo complicado. El avión despegó de Nueva York y sobre territorio de Estados Unidos llegó a Anchorage, a unos 5 000 kilómetros, cargó combustible y despegó rumbo a Seúl, a más de 6 000 kilómetros.

En esa ruta había dos zonas soviéticas prohibidas y extremadamente sensibles: la península de Kamchatka y la isla de Sajalín, en cuyas inmediaciones fue derribado el aparato.  

LOS HECHOS 

Con pronóstico de buen tiempo, (cosa rara en esa ruta), el avión partió de Anchorage, creo que a mediodía (hora GMT) y, según se supo diez años después, cuando el gobierno de Boris Yeltsin entregó las “cajas negras”; cumpliendo instrucciones de rutina, se fijó la ruta en el piloto automático.

El caso fue que a unos 1.300 kilómetros de su destino el avión se desvió unos 500 kilómetros al oeste de su ruta, saliéndose del corredor autorizado, y aproximándose peligrosamente a la península de Kamchatka y luego a Sajalín, ambas territorio soviético que, dicho sea de paso, están a más de 1.000 kilómetros una de la otra.

Semejante desvió llevó al Boeing del vuelo 007 a coincidir en el mismo espacio aéreo con otro aparato de su propia línea KAL y, según se dijo, el día anterior, en ese mismo paraje, había estado operando un avión norteamericano, probablemente un SR71 dedicado a labores de espionaje.

En medio de aquellas tensiones en esa zona, próximas a La Unión Soviética, Japón, China y Corea, hubo argumentos suficientes para despegar los Mig de alguna base cercana; aunque no para el derribo. Probablemente,  alarmado por la presencia de los cazas soviéticos, el piloto de KAL realizó maniobras evasivas, ante lo cual, desde tierra se ordenó disparar.

Inicialmente la Unión Soviética dijo que ignoraba que fuera un aparato civil, versión que fue retirada asumiendo la excusa de que se disparó porque bajo cobertura inocente, el aparato realizaba labores de espionaje.

Hay muchos detalles perdidos, no hubo sobrevivientes, y no todos los pormenores han sido revelados, los protagonistas de entonces se atuvieron a la “obediencia debida” y no revelaron sus vivencias, y poco a poco el olvido se ha tragado la tragedia que otro incidente hace ahora recordar.

Todo eso está bien explicado pero y el elemento humano ―comenté― ¿Qué habrá ocurrido a bordo del avión?

¡Imagínate! Debe haber sido terrible. El incidente pudo demorar lo suficiente como para que los pasajeros se percataran de que algo no marchaba bien, y luego vinieron los disparaos. Fueron dos misiles aire-aire que impactaron al avión por atrás. No puedo imaginar una angustia mayor. 

―Ojalá no haya que esperar tanto para conocer la verdad de HM17 ―comenté―

―Tal como van las cosas; “te arriendo la ganancia. 

―Y eso que significa.

―Más o menos lo mismo que: “Allá nos vemos”.

La Habana, 27 de julio de 2014

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