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Por: Harold Cárdenas Lema (haroldcardenaslema@gmail.com)
Todos nacemos sin escoger nacionalidad… entonces, ¿quiénes somos para decidir el país donde deben vivir los demás? En 2008 una encuesta afirmaba que la telenovela más influyente en Latinoamérica era la cubana “El derecho de nacer”, su historia narra la lucha de una madre por proteger a un bebé que es rechazado por su familia y le ha tocado nacer en un contexto adverso. El post de hoy no trata sobre mortalidad infantil ni melodramas sino sobre ese derecho a nacer y vivir donde consideremos, ya se trate del bebé en la historia o los cubanos en general. Hoy comentaremos algunos puntos sobre la emigración en Cuba.
La Isla fue un país atípico desde 1959 al verse obligado a exigir un permiso estatal autorizando a sus ciudadanos la salida de sus fronteras. Si esto no fuera poco, existió una mirada muy ideologizada respecto al fenómeno migratorio, prejuiciando una diáspora que aunque inicialmente tenía un carácter más político, con el tiempo fue definida por la búsqueda de mejorías económicas. No sería hasta enero del 2013 cuando entró en vigor una nueva ley migratoria que barre con muchos de los límites impuestos y se convierte quizás, en el cambio más importante operado en los últimos años.
Un año y medio después de la implementación de la nueva ley este es un país más saludable, con mejores relaciones con sus emigrados y donde el tabú migratorio ha perdido mucho terreno. Estos pueden ser algunos de los factores que propician el actual acercamiento entre Cuba y Estados Unidos que impulsan algunos sectores en el país norteño.
Los cubanos que se marchaban del país en décadas pasadas eran acusados de “traidores” al proyecto político y marginados automáticamente del destino nacional. Quizás el punto más intenso en estas contradicciones fue el año 1980, cuando diez mil personas irrumpieron dentro de la embajada del Perú en la Habana pidiendo asilo, esto provocó días después el éxodo del Mariel en que 125 mil cubanos salieron del país.
Las consecuencias de nuestra emigración han trascendido incluso las fronteras nacionales y afectan la propia política interna de los Estados Unidos. Cuando miles de estos cubanos llegaron al país norteño, el gobierno advirtió que la mayoría de estos eran indeseables y un peligro para la sociedad, estas declaraciones tuvieron un efecto boomerang y terminaron influyendo (sumado al poco crecimiento económico) en la derrota del presidente Carter en las siguientes elecciones.
Un capítulo oscuro en la historia nacional son los actos de repudio que se pusieron de moda en la Isla contra personas opuestas al sistema político e incluso otras que no encajaban en el modelo de revolucionario que imponía la sociedad. Manifestaciones de rechazo público que en el caso de la emigración llegó a expresarse a través de huevos que les eran lanzados antes de la partida y eran acompañados de exclamaciones políticamente ofensivas como “gusano” o “traidor”. Si bien algunos de los que se marchaban se manifestaban contra el proyecto nacional, otros ni siquiera lo hacían voluntariamente sino que era una decisión movida por la necesidad o la marginación. Irónicamente, no pocos de los que fueron agredidos y recibieron la agresión albuminoidea, regresaron años después durante la crisis económica de los 90 y regalaron cartones de huevos a sus ofensores.
A pesar de las contradicciones, los últimos años han provocado un cambio tan radical en Cuba que los ejemplos de intolerancia van quedando atrás y nos encontramos con una nación más madura, que asume el fenómeno migratorio con normalidad. Muchos de los que se marcharon antes en el Mariel o alguna otra de las sucesivas olas migratorias, regresaron de visita al país e hicieron las paces con el pasado y sus raíces.
El paso del tiempo nos permite hacer balance del valor simbólico y práctico que tiene esta nueva regulación migratoria. Los cubanos además de nacer pueden moverse libremente y decidir si regresar o no. Si hace más de 60 años el derecho del bebé Alberto a nacer tuvo el país en vilo, en el 2014 no es menos importante el derecho de este pueblo a desplazarse con normalidad y regresar si se desea, no es necesaria una encuesta para saberlo.
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