martes, 14 de septiembre de 2010

El peligro de la ilusión reformista -Ángeles Maestro

Los grandes núcleos de poder del capital, locales e internacionales, continúan conduciendo y echando leña a la locomotora. Su programa se desarrolla inmutable. Han planificado sus tareas para conseguir salvar los beneficios de las multinacionales aunque se hunda todo lo demás, y hasta ahora, nada les impide cumplirlas meticulosamente. Ellos sí saben que esto es una gran guerra de clases. Llevan décadas invirtiendo enormes recursos para debilitar y confundir a los pueblos, y, sobre todo, para comprar a las cúpulas dirigentes de la clase obrera. Con los gobiernos nunca hubo problema, siempre estuvieron a su servicio. Conservadores y socialdemócratas, PP y PSOE, se han turnado desde hace 30 años para demoler derechos laborales y conquistas sociales. Reforma laboral tras reforma, cambios fiscales –siempre con más impuestos indirectos y menos directos- privatización tras privatización. Cada vez la participación de las grandes fortunas y de la patronal en la tarta social es más grande y la debilidad de la clase obrera mayor.

La crisis les abre la oportunidad de dar pasos de gigante para poner la totalidad de la economía y del funcionamiento social a su exclusivo servicio.

Cuentan con un escenario más que favorable: las izquierdas institucionales y las direcciones de los supuestamente grandes sindicatos, mitad compradas, mitad desprestiguidas[1] y un enorme ejército de reserva de parados y paradas obligados a trabajar a cambio de cualquier cosa. El engranaje ha funcionado hasta ahora a la perfección: el desempleo se ha disparado hasta llegar a casi 5 millones, se acelera el recorte y la privatización de la sanidad, la educación y los servicios sociales, continúan las reformas fiscales que reducen impuestos sobre el capital, se han transferido a la banca más de 100.000 millones de euros, mientras se incrementa el gasto militar y de policía y se mantiene los gastos de la Casa Real y de la iglesia católica, sin apenas respuestas. La generosa financiación de los “agentes sociales” a partir de los Presupuestos Generales del Estado tiene que ver directamente con esta situación [2].

Cuando se ha tratado de dar una nueva vuelta de tuerca y de imponer disciplina pretoriana en determinados gobiernos europeos, como el de Grecia y el del Estado español, ha resultado muy eficaz la tríada Fondo Monetario Internacional (FMI), UE y Banco Central Europeo (BCE). El reto era tan importante que valía la pena pagar el peaje de dejar al descubierto quién de verdad manda en cada Estado y que, de soberanía de verdad, ni mijita. De ahí viene, seguramente, la explosión de nacionalismo españolista debidamente alimentada por todos los poderes y sus medios de comunicación tras la victoria del mundial de fútbol. A la “madre patria”, de independencia y lustre, no le queda mucho más. Unas llamadas de atención, y el gobierno Zapatero ha marcado el paso y donde dije digo, hago diego. ¿Las medidas? Los mismos ajustes estructurales que han llevado a numerosos países a la bancarrota y al 100% de sus pueblos al desastre [3].

Diálogo social o independencia de la clase

El elemento más destacado de la realidad en el Estado español es la enorme debilidad de las organizaciones de clase y de los movimientos sociales, excepción hecha de las nacionalidades históricas y, de forma destacada, de Euskal Herría.

Podría argüirse que tal debilidad es un hecho general reproducido en otros países de la UE. En parte es cierto, pero sólo en parte. En Francia, Italia o Portugal el sindicalismo no está para tirar cohetes, pero se convocan huelgas y manifestaciones que son seguidas masivamente.

Aquí es necesario hablar de Grecia
Siete huelgas generales, con seguimiento masivo y creciente han sido convocadas desde finales de 2009 por un sindicato alternativo al oficialismo de la Confederación Europea de Sindicatos (CES): el Frente Unido de Todos los Trabajadores (PAME). ¿Cómo ha sido posible? ¿De la noche a la mañana? Evidentemente, no. El PAME como Confederación alternativa surge en 1999 con una propuesta de lucha decidida contra el Tratado de Maastricht, frente al “sí crítico” del sindicalismo oficialista griego y del conjunto de la CES. Desde entonces, su lucha coherente, y sobre todo, su decidida resistencia a los planes del gobierno “socialista” griego, del FMI y de la UE les han permitido contar con 700.000 afiliados, de una población laboral de 3 millones, con una fuerza creciente. Las palabras de un dirigente del PAME, en un acto convocado en junio en Madrid, no dejan lugar a dudas: “La CES es nuestro enemigo de clase” y “nos constituimos diciendo NO al Diálogo Social porque con él tratan de imponer retroceso tras retroceso y neutralizar la respuesta de clase”.

En los tiempos en los que se fundaba el PAME en Grecia, en el Estado español se creaba la “Plataforma por las 35 horas por ley”, impulsada por la izquierda de IU e integrada además por CGT, el sector crítico de CC.OO (entonces en su momento más brillante), otros sindicatos alternativos, y movimientos sociales como el Movimiento contra la Europa de Maastricht. Esta Plataforma se creo con el objetivo de construir un nuevo movimiento obrero, desde la voluntad de lucha y la independencia de clase, alternativo a CC.OO. y UGT. Además se apuntaba la fusión, fuera de cualquier objetivo electoral, de organizaciones políticas, sindicales y movimientos sociales que coincidían en situar al PSOE en la “orilla” del consejo de administración de la burguesía, del terrorismo de estado y de la corrupción.

Ahí se encendieron todas las alarmas; lo que la Transición dejó atado y bien atado, amenazaba con resurgir. Se actuó en todos los frentes y se logró derrotar el proyecto: los medios de comunicación exacerbaron sus ataques contra la izquierda de IU simbolizada por Anguita [4]. La derecha de IU –mayoritaria en la dirección estatal y en las federaciones más importantes– boicoteó el proyecto por acción y omisión, la dirección del sector crítico de CC.OO. no resistió las presiones, yendo de vacilación en vacilación hasta su disolución, y se acabó con el tremendo esfuerzo unitario que la Plataforma alumbró.

Las derrotas también sirven, si se aprende de ellas. En este caso se hundió el pilar político fundamental –la parte de IU que había apostado por el proyecto– y el sector crítico de CC.OO., pero se había realizado el diagnóstico adecuado:

-la irreversibilidad de la traición de clase de las cúpulas sindicales y la necesidad de reconstruir el movimiento obrero desde otras bases, e intentado actuar en consecuencia.
-la necesidad de alumbrar una izquierda política, estrechamente vinculada al nuevo movimiento obrero, y que se construyera identificando con toda claridad al PSOE como gestor privilegiado del capital precisamente para mejor neutralizar la respuesta de clase y popular.

Otro capitalismo es imposible

El debilitamiento electoral progresivo de IU, que pasó de 21 diputados en 1996 a 8 en 2000, a 5 en 2004 y a 2 en 2008, se ha producido al mismo tiempo que su práctica desaparición de la lucha reivindicativa y de las calles. Su larga agonía no ha impedido que sus dirigentes hayan puesta en marcha una supuesta “refundación de IU”. Se trataba, una vez más, de ver si se pescaba a alguna o algún incauto. Los límites estaban claramente delimitados. Era el retorno a las posiciones de Nueva Izquierda [5], cuyo primer acto fue el pacto pre-electoral Frutos-Almunia en el año 2000 y que se resumen así: el papel de IU es apoyar al PSOE y hacer que “gire a la izquierda”, los aliados “naturales” son CC.OO. y UGT y sin ellos no hay nada que hacer, el Derecho de Autodeterminación sólo existe en los papeles –no en la práctica política– y ni en ellos se hace el más mínimo gesto de denuncia de la represión o las torturas, etc.

En IU, reducida a una minúscula presencia institucional, cuando ha hecho de la opción electoral su objetivo exclusivo, cada vez quedan menos militantes que reúnan –a la vez- las cualidades del conocimiento y la honradez. Más bien es exactamente al revés: las y los honestos no están informados y los dirigentes –que obviamente sí saben-, o dejan hacer, o abandonaron la honestidad entre los recuerdos de juventud.

Pero no se trata sólo de la decadencia mortecina de la izquierda institucional. El hundimiento de IU y de fuerzas políticas que levantaron tantas expectativas como Refundación Comunista en Italia, deja un vacío que de ninguna manera el sistema puede permitir: el riesgo de que organizaciones no controladas puedan ocuparlo. Así, del combativo movimiento surgido en Seattle, Praga y Génova, con fuerte presencia del movimiento obrero –sobre todo de jóvenes precarios– y con voluntad de denuncia y confrontación, se pasó a un proceso de desnaturalización que dura 10 años. La red de foros sociales ha sido mayoritariamente controlada por la socialdemocracia con el objetivo de impedir que se señalara, tanto a sus gobiernos, como al sindicalismo oficial, como agentes privilegiados o cómplices de la agenda de las clases dominantes.

Desde estas posiciones se teorizó el final del “trabajo” [6], de la clase obrera y de la lucha de clases. Según ella las funciones del Estado tendían a desaparecer y el papel de los gobiernos iba a ser insignificante. La toma del poder político por la clase obrera carecía de sentido: la clase obrera era algo residual y el poder era difuso, no lo tenían los gobiernos sino las corporaciones financieras y las multinacionales. Tampoco cabía hablar de imperialismo, sino de globalización.

Se destinaron ríos de tinta a definir si el movimiento que debía enfrentar este maléfico engranaje debía llamarse “antiglobalización” –que a algunos parecía demasiado radical, negativo y poco propositivo– o “altermundismo” que reflejaba mejor la idea de que, sin destruir nada, ni tomar el poder, se iba a crear el “otro mundo posible”.

La realidad, la única prueba de la verdad, vino pronto a derribar ese castillo de naipes: el 11S, Afganistán, Iraq, el incremento de la represión hasta cotas hasta entonces inconcebibles en “democracias” y, sobre todo, la feroz respuesta a la crisis capitalista ejecutada por los gobiernos de turno. Es decir, el Estado puro y duro.

La responsabilidad directa del Gobierno PSOE en el demoledor ataque contra la clase obrera, precedido por otros muchos y que no ha hecho más que empezar, no mereció mención alguna, ni en el manifiesto de “Activos contra la crisis” de Barcelona del 6 de junio [7], ni siquiera en el de ámbito estatal para la manifestación de Madrid el 16 de junio, cuando ya se habían anunciado las primeras medidas de ajuste.

Sus propuestas, frente “al utopismo de la izquierda” son la introducción de una tasa sobre las transacciones financieras, y la eliminación de los paraísos fiscales; medidas que los propios Sarkozy y A. Merkel empiezan a contemplar. Añaden dos propuestas más: “el reparto de bienes, riqueza y reconquista de derechos y del espacio público”. Es decir, repartir bienes y riqueza sin expropiar a sus poseedores, reconquistar derechos sin hablar de tocar el derecho sacrosanto a la propiedad privada, ocupar el espacio público sin llamar por su nombre a quienes lo secuestran. Y ninguna denuncia seria ni del PSOE, ni de las cúpulas sindicales, con la que está cayendo.

Cuando dicen cómo conseguirlo la cosa se aclara: “Es pues improrrogable la construcción de un espacio transformador, social y de izquierdas, para enfrentarnos a la derecha y para obligar a los y las gobernantes a no seguir cercenando derechos, defender la democracia, y a actuar con justicia fiscal y económica” [8]. Es decir, el espacio transformador destinado a llevar a cabo tales tareas está integrado por PSOE, IU, CC.OO., UGT y satélites

Las tareas de ahora mismo. La reconstrucción del sindicalismo alternativo

Es muy importante identificar con claridad el peligroso confusionismo que destilan estas propuestas porque encandilan a sectores juveniles seducidos por su discurso “radical”. La grandilocuencia y vaporosidad de los términos “dictadura de los mercados”, “justicia económica global”, justicia fiscal global, “altermundismo” se intenta matizar con la famosa frase “piensa en global, actúa en local”. En realidad, el objetivo es no parecer que se anda por los cerros de Úbeda, saltando de lo macro a lo micro, sin pasar por la estructura de clase que llevaría inevitablemente a otras conclusiones, y que para evitar molestias se descalifica de entrada como “obrerismo trasnochado”.

Apenas se oculta el objetivo de situar al PSOE –y su satélite IU- en el ámbito de la izquierda y sobre todo, de actuar como muro de contención para impedir el surgimiento de una izquierda coherente y de un movimiento obrero que necesariamente tiene que enfrentar como enemigos de clase, no sólo al capital, sino a quienes contribuyen a sustentarlo.

La tarea es enorme y la necesidad de ampliar la unidad por la base, acuciante. Pero hay que identificar bien al enemigo de clase y sus instrumentos. Los árboles no deben impedir ver el bosque y que la realidad se convierta en un puzzle incomprensible, sólo abordable desde ONGs bien financiadas por los gobiernos. O que un movimiento presuntamente anticapitalista, con señuelos” altermundistas” y de lucha por “la justicia económica global” de a luz al ratón a propuestas como la Tasa Tobin, que sólo serán una realidad si sirve a los intereses del capital.

Es un derroche inadmisible que las capacidades y voluntades de jóvenes –y no tan jóvenes–, trabajadores y estudiantes, se gasten en perseguir una imposible reforma del capitalismo. Hoy, más que nunca en la historia, la contradicción principal del sistema, aunque no la única, es trabajo-capital y para hacerle frente el objetivo prioritario es la construcción del nuevo movimiento obrero.

Que nadie se confunda. La reivindicación del análisis marxista, de la centralidad de la clase obrera y del socialismo como única alternativa a la barbarie capitalista, no tiene nada que ver con volver al siglo XIX. La alianza entre el movimiento obrero y los movimientos sociales está más vigente que nunca, es necesario un replanteamiento de las formas de delegación de la representación que incluya el poder decisorio de la asamblea y la revocación de dirigentes, es imprescindible que el feminismo, de clase y antipatriarcal, y el ecologismo –incluyendo el replanteamiento radical de los modos de producción, distribución y consumo– formen parte del código genético de las organizaciones revolucionarias, y que, el internacionalismo y el derecho de autodeterminación de los pueblos, se identifiquen como la columna vertebral que aúne la lucha por la emancipación de clase y por la liberación de los pueblos, empezando desde luego, por el Estado español.
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[1] Según datos del Mº de Trabajo e Inmigración, CC.OO. y UGT perdieron 270.000 afiliados de trabajadores ocupados a lo largo de 2009. La franja de edad en la que más bajas se produjeron es entre 16 y 29 años. Los datos de CC.OO. son aún peores, calculan que solo este sindicato perdió 250. 000.

[2] Como muestra véase la publicación de esta subvención en los días previos a la huelga de l@s empleados públicos del 8 de junio de 2010. http://www.boe.es/boe/dias/2010/05/17/pdfs/BOE-A-2010-7945.pdf

[3] Tanto es así que se pueden identificar los países que han seguido los programas del FMI y los que no lo han hecho en función de la evolución de su Tasa de Mortalidad por Tuberculosis.

StucklerD, King LP, Basu S (2008) Internationational Monetary Fund Programs and Tuberculosis Outcomes in Post- Communist Countries. PLoS Med 5(7): e143.doi:10.1371/journal.pmed.0050143

[4] Apenas un mes después de la votación parlamentaria de la ILP de las 35 horas, que fue el fin y no el principio del perseguido proceso de reconstrucción del movimiento obrero, Julio Anguita se vio forzado a dimitir tras un nuevo agravamiento de su enfermedad cardiaca. Le sucedió Paco Frutos a finales de 1999, quien inició inmediatamente la política de acuerdos con el PSOE que culminó en el pacto pre-electoral de 2000. IU perdió entonces el 50% de su electorado.

[5] Nueva Izquierda fue una corriente interna de IU durante la década de los 90, liderada por Cristina Almeida, Nicolás Sartorius, Diego López Garrido e Isabel Vilallonga. Se caracterizó por un crítica feroz al planteamiento de las “las dos orillas” que situaba en la de la derecha al PSOE y al PP. Abanderó el linchamiento político de Julio Anguita y de la izquierda de IU. Fue muy apoyada por el grupo PRISA y la dirección de CC.OO. Dio lugar al PDNI que acabó en el PSOE, con sus dirigentes bien situados en él.

[6] Los trabajadores irían con bata blanca en modernas bicicletas por los pasillos de las plantas industriales y su función sería solamente poner en marcha y controlar los mecanismos que ejecutarían las máquinas.

[7] http://www.attacpv.info/web3/index.php?option=com_content&view=article&id=629:manifiesto-del-movimiento-activos-contra-la-crisis
[8] http://www.attac.es/la-derecha-no-puede-irse-de-rositas

Angeles Maestro es miembro de Corriente Roja

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