Diana Cordero en Insurrectasypunto
Si se sigue pensando que este es un tema menor, quienes así lo consideran deberán pensar a que le llama temas mayores.
Las fechas emblemáticas tienen su historia, su razón de ser. El 25 de noviembre de 1960 las hermanas opositoras a la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron asesinadas brutalmente, por órdenes del sanguinario dictador, quien gobernó República Dominicana por más de 30 años. Sus cuerpos ensangrentados y brutalmente torturados fueron abandonados en medio del campo. Han pasado desde ese momento 40 años y hoy 25 de noviembre de 2010 me pregunto si hablar o escribir acerca de la violencia contra las mujeres es una noticia más.
Día Internacional de la NO Violencia Contra la Mujer. Marchas, consignas comunicados, vídeos institucionales y de los otros, en fin, como todos los años.
Pero nuestro día a día como periodistas, activistas y ciudadanas, es mucho más que eso: todos los días nos confrontamos con noticias de crímenes, violaciones, abusos, sabemos de gritos y golpes. Relatos de maltrato al parir, la cárcel y las penalidades si queremos abortar, el riesgo de morir en una mesa de abortos clandestinos que el Estado no se aviene a legalizar, la injusticia de cobrar un salario de hasta un 30% menos que un hombre por igual trabajo. Opresión familiar, educacional, mediática y… ver como se difunden los crímenes pasionales cada semana, ya que poco se habla de femicidio, que es el verdadero nombre para los asesinatos de las mujeres por la violencia patriarcal.
Frente a esto se perfila otro riesgo, un riesgo fundamental para la vida de todas las mujeres. Un peligro que acecha en forma constante: señoras, señores seguimos normalizando la violencia, como normalizamos tantos discursos y comportamientos misóginos y machistas, violentos también.
También hay algunas creencias limitantes en algunos sectores de la izquierda. No es extraño que se nos diga: El feminismo y sus reivindicaciones son un problema de la clase media. NO, esto no es verdad, la mayor cantidad de violaciones, maltrato, discriminación y asesinatos lo sufren las mujeres más pobres, las más vulnerables.
Tampoco real el discurso de “solucionemos la pobreza que a partir de ahí ya no habrá violencia contra la mujer” o “el problema no es de género, el problema es de clase”. Tampoco esto es verdad, también las mujeres de las clases medias y altas reflejan un incremento año a año de las cifras de violencia.
Total que el camino es tomar conciencia de la opresión que padecemos y que ejercemos, de las actitudes violentas, de que hay detrás de los llamados “crímenes pasionales”, que una violación es siempre una violación, que la desigualdad laboral existe, que los mandatos y estereotipos de género están vigentes, que es un crimen no el aborto, sino que una mujer muera por hacerse un aborto clandestino. En fin, tomar conciencia de que es el Estado el que debe brindar las garantías para que haya igualdad y equidad entre las personas de uno u otro sexo.
Si se sigue pensando que este es un tema menor, quienes así lo consideran deberán pensar a que le llaman temas mayores.
No aburriré hoy con cifras, en el día de hoy se han presentado informes con datos estremecedores acerca de la violencia contra las mujeres.
Lo que si diré es que si no hacemos algo, esto no va a ningún lado.
Tomemos conciencia. Exijamos a las autoridades leyes adecuadas y de efectivo cumplimiento.
Practiquemos en nuestra vida cotidiana los criterios de no discriminación hacia las mujeres y abramos los ojos acerca de la situación que atraviesa más de la mitad de la población de este planeta.
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