miércoles, 19 de noviembre de 2014

Los torturados



 Por Claudia Rafael  (Argentina)    
 (APe).- Nadie regresa, indemne, del infierono. Los cuerpos que fueron depositados en el territorio del desprecio por la vida mutuan para siempre. En ocasiones, se retorna siendo otro. Con las pesadillas ancladas definitivamente en la piel y en ese cuadrilátero inasible al que llaman alma. Diego Gonzáles, que conoció los infiernos en la cocinita de la comisaría primera de Olavarría, sigue temblando cuando una puerta se golpea. Quizás nunca más soporte el silvido de una pava al fuego, ni el eco de las risas y las burlas.
Ya jamás conocerá el placer hecho elixir que se derrama sobre la piel. El cuerpo de Diego fue durante algunas horas botín del Estado un par de años atrás. Como a los sobrevivientes de las guerras los truenos le arden en las entrañas durante las noches frías de tormenta. Y en las pesadillas más amargas las voces de esos hombres de uniforme, que ahor purgan una condena por torturas, le siguen cavando una fosa a su propia dermis. Diego Gonzalez, el que ni siquiera sabe escribir o leer pero le hicieron garabatear algo llamado firma en una declaración oficial mientras las llagas aún ardían, ya nunca mas regresará de la noche en la que fue el Estado lo arrojó a la hoguera del sacrificio.

 Los cuerpos en manos del Estado se diluyen en la nada. Como una sombra congelada, los va despedazando cruelmente para que se los devore el olvido. Sólo las voces altas y furibundas del amor que no cesa, son capaces de arrancarlos de los cofres de la desmemoria.
leer más: http://www.pelotadetrapo.org.ar/el-cuerpo-de-los-torturados.html 

    

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