El que acecha en el umbral de la viñeta

Lovecraft, cómic y vanguardias
La irresistible virulencia de todo lo lovecraftiano ha extendido su contagio más allá de las fronteras de géneros y medios. Allí donde emerjga el horror, donde alguna oscuridad fecunda, asomará burbujeante y sereno el rostro de Howard Phillips Lovecraft y nos mirará a los ojos. Las viñetas, por supuesto, resultan avismos tan fértiles como cualquier útero anómalo en otro medio de ficción. Pero en muchas de estas intromisiones la oscuridad posee un color distinto y al indefinible matriz de la emulsión lovecraftiana, un tono reconocible en la paleta del gótico americano; la intensa sombra de Poe. El horror cósmico, denominación de origen del autor, no resulta elegido  para convertirse en la visión tornasolada que surge de la viñeta y a su través sólo se  vislumbran  residuos de lo decimocónico: esqueletos en tumbas húmedas y charcos de limo que dejan cadáveres descompuestos   
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