Los disturbios de origen racial abren un nuevo problema para el presidente en su recta final. Editorial de El País
Los disturbios registrados en diversas ciudades de EEUU después de que un jurado no encontrara motivos para juzgar a un policía blanco de matar a un joven negor el pasado agosto en la localidad de Ferguson recrean imágenes y situaciones ya vistas. Un incidente entre un policía blanco y un joven negro que acaba muerto; las protests iniciales; y una decisión que entiende que ha habido una tragedia, pero no un homicidio, lo cual arranca otra oleada de disturbios.
Independientemente de la labor del gran jurado, hay problemas de fondo. Aunque la ley afirma que nadie puede ser interpelado por la policía solo por el color de su piel, las estadísticas lo desmienten con insistencia, a pesar de las sucesivas promesas para acabar con esa situación.
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