MIKEL AYESTARAN
Un nuevo error acaba con la vida de 30 civiles, incluidos mujeres y niños, e incrementa el malestar hacia las fuerzas internacionales.
(foto, Civiles afganos pasan junto a una posición vigilada por marines cerca de Marjah, huyendo de los combates)
Un nuevo error de los bombardeos aéreos de la OTAN acabó ayer con las vida de al menos a 27 civiles, entre ellos cuatro mujeres y un niño, en el ataque a tres minibuses de transporte público en la provincia de Uruzgán, al sur de Afganistán. La Isaf (Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad) emitió un comunicado explicando que confundió a los civiles con un grupo de insurgentes que pretendían atentar contra una de sus patrullas y por ello se pidió cobertura aérea. A diferencia de las autoridades afganas no ofreció un número exacto de las bajas causadas por la acción.
«Estamos enormemente apenados por la trágica pérdida de vidas inocentes. He dejado claro a nuestras fuerzas que estamos para proteger al pueblo afgano; matar o herir involuntariamente a civiles socava su confianza en nuestra misión. Redoblaremos nuestros esfuerzos para recuperar esa confianza», declaró el máximo responsable de las fuerzas internacionales, el general estadounidense Stanley McChrystal, que pidió también disculpas personalmente al presidente Hamid Karzai.
Los errores en los bombardeos de las fuerzas internacionales se repiten y los afganos están cansados de explicaciones para acciones como esta que el consejo de ministros calificó de «injustificable». La acción se produjo además 48 horas después de un discurso en el que el propio Karzai exigió la máxima precaución en las operaciones militares -«hay que llegar a cero bajas inocentes», manifestó-, un aviso para las fuerzas internacionales que participan desde hace más de una semana en la ofensiva 'Moshtarak', que trata de limpiar de insurgencia la zona de Marjah, en la provincia de Helmand.
Sin artillería pesada
El segundo día de esta acción conjunta entre unidades de la OTAN y del Ejército afgano al menos doce civiles perdieron la vida tras el impacto en su casa de dos cohetes lanzados por las fuerzas internacionales. Inmediatamente después de hacerse público ese error, el general McChrystal prohibió el uso de artillería pesada en la operación. Otras casi 2.000 familias han huido de la zona para escapar del fuego cruzado y encuentran refugio en los campamentos de desplazados que se han adecuado en la capital, Lashkar Gah, situada a unos cuarenta kilómetros.
El número de civiles muertos en Afganistán aumenta cada año «aunque desde la llegada de Barack Obama al poder parece que la OTAN pone más atención y trata de causar el menor número de bajas posible entre la población inocente», destacó Sima Samar, directora de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán, en una entrevista concedida a este medio durante su reciente visita a Barcelona. En el 2009 murieron en acciones de violencia 2.412 civiles afganos -de ellas el 25% a causa del denominado fuego amigo de la OTAN y las fuerzas del país centroasiático-, según datos de la ONU. Esta es la cifra más alta desde el inicio de la intervención militar en el 2001.
Más de 2.000 familias rotas que, en la mayor parte de los casos, no reciben atención alguna o compensación por parte de unas autoridades carentes de un mecanismo estructurado de ayudas a las víctimas. Las fuerzas internacionales tampoco lo tienen y aplican las compensaciones que a cada país miembro de la coalición le parecen oportunas. Ayer fue Uruzgán, la semana pasada Marjah, el pasado septiembre Kunduz, donde en otro fallo de apreciación los aviones internacionales mataron al menos a 140 personas, la mayor parte civiles.
Estos errores llamados colaterales sirven para fortalecer la propaganda insurgente que en sus áreas de influencia presenta a la OTAN como una «fuerza asesina de inocentes» y a las tropas afganas como sus «colaboradores», según se puede leer en sus comunicados.
El suceso de Uruzgán eclipsó los lentos progresos de la ofensiva en Helmand y un nuevo atentado suicida que mató a quince personas, entre ellas a un jefe tribal, en Nangarhar, al este del país. La Policía aseguró que el suicida hizo estallar su carga durante un encuentro entre oficiales afganos y un grupo de refugiados en Pakistán que había sido repatriado.
El líder muerto es Haji Zaman Ghamsarik, un antiguo comandante muyahidín que combatió contra los talibanes en el 2001 y que había pasado los últimos años exiliado en la ciudad de Peshawar, en el estado vecino.
VÍCTIMAS INOCENTES 2 412 civiles perdieron la vida en Afganistán el año pasado a causa de la guerra que ensangrienta el país centroasiático. De ellos, el 25% perecieron a causa del denominado 'fuego amigo' de la Alianza Atlántica y de las tropas locales. Según la ONU, se trata de la cifra más alta desde que se inició el conflicto en el 2001
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