Washington, 9 feb- La timidez política del Congreso y del Gobierno de EEUU en torno a la reforma migratoria sólo alimenta la "guerra cultural" entre quienes siguen exigiendo la deportación de los indocumentados y quienes piden su legalización definitiva.
Esa "guerra cultural", que no es más que un fenómeno cíclico en la historia de EEUU como nación forjada por inmigrantes, se ha agudizado ante la ausencia de una reforma del maltrecho sistema migratorio.
Se palpa en la blogósfera, donde no pasa un día sin que alguien proponga la deportación de los doce millones de inmigrantes indocumentados por ser una "carga pública".
El pasado 16 de enero, Bob Kellar, un concejal de Santa Clarita (California), repitió en un mitin contra los indocumentados una frase del ex presidente Theodore Roosevelt (1901-1909) de que en EEUU hay una sola bandera y un solo idioma.
(Tres días antes de morir, Roosevelt dijo en una carta, el 3 de enero de 1919, que todo extranjero debía integrarse y convertirse en "americano" porque en EEUU "no hay lugar más que para un idioma, y es el idioma inglés... y no hay lugar más que para una sola lealtad, lealtad con el pueblo estadounidense").
Las palabras de Kellar, tachadas de racismo por activistas pro-inmigrantes y algunos diarios, se propagaron en YouTube y causaron una tormenta política. En vez de disculparse, Kellar ha defendido "con orgullo" sus declaraciones.
El mes pasado, la sugerencia del gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, de trasladar a unos 20.000 presos indocumentados a México para aliviar el hacinamiento en las cárceles estatales y las presiones fiscales del estado, fue aplaudida en círculos anti-inmigrantes.
Para muchos, es una idea irresponsable pero Schwarzenegger, como gobernador de la octava economía más grande del mundo, afronta graves presiones fiscales y el traslado de los presos a México le ahorraría al estado cerca de mil millones de dólares.
Las posiciones de Kellar y Schwarzenegger son tan sólo dos ejemplos de la polarización sobre cómo resolver la inmigración ilegal.
Esta "guerra cultural" se manifiesta de forma aguda en los pequeños poblados donde antes de la llegada de los extranjeros, tanto legales como indocumentados, prevalecían los hombres blancos.
El cambio demográfico, acompañado de una mayor demanda en los servicios públicos, rompe esquemas y supone una "amenaza" al grupo dominante.
Sin embargo, aparentemente no hay lugar para "términos medios" ni manera de contentar a todos los bandos en el debate migratorio.
Como bien advierten activistas de todo el espectro político, el problema es que la inmigración ilegal va en aumento y el Congreso debe asumirla como una tarea impostergable.
El legislador demócrata Luis Gutiérrez ya dio el primer paso al presentar en diciembre pasado un proyecto de ley que no es perfecto pero al menos alienta un debate franco.
Desde el Senado, el demócrata Charles Schumer y el republicano Lindsey Graham mantienen en ascuas a la comunidad inmigrante, que espera sus iniciativas.
En 2008, Barack Obama, el candidato, prometió una reforma migratoria integral a los hispanos y cantó las virtudes de esta pujante minoría.
Pero ahora Obama, el presidente, se encuentra en aprietos: su popularidad está por los suelos; el desempleo bajó apenas del 10 al 9,7 por ciento en enero, y la reforma de salud, su máxima prioridad este año, afronta un destino incierto.
No es el momento idóneo para abrir otro frente de guerra en el Congreso.
Mientras, la comunidad inmigrante está indignada, sobre todo por la ironía de que la mayoría de los indocumentados ha ayudado a crear empleos no sólo en EEUU sino en sus países de origen a través de sus remesas.
A cambio, el Gobierno los castiga con deportaciones y la fragmentación de sus familias.
La inmigración no es el tema más acuciante para los latinos -son los trabajos-, pero la tendrán en cuenta en las urnas en noviembre próximo.
En Nevada, donde los hispanos son el 12,4 por ciento del electorado, hoy mismo debutó una campaña publicitaria en español para "movilizar al público a unirse a la batalla por la reforma migratoria integral".
La campaña, que promueve el envío de mensajes de texto e incluye mensajes de radio y televisión, hace la pregunta del millón: "¿Si no es ahora, cuándo?".
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