eUna nueva edición del Foro Social Mundial (FSM) tuvo lugar la semana pasada en la ciudad brasileña de Porto Alegre. El encuentro anual, integrado por sindicalistas, representantes de iglesias, activistas antiglobalización y políticos de diversas corrientes, centró la discusión en las alternativas al modelo social neoliberal y, a grandes rasgos, reflejó cierto clima de división en las izquierdas de la región. Al foro fueron invitados los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez; de Bolivia, Evo Morales; de Paraguay, Fernando Lugo y el electo mandatario de Uruguay, José “Pepe” Mujica, quien pocos días antes del evento canceló su participación ante la proximidad de su asunción, en marzo.
Lula, entre el abucheo y los aplausos
El evento fue inaugurado oficialmente con la presencia del mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, en el estadio Gigantinho, uno de los escenarios del encuentro. En su discurso, Lula reivindicó el rol del Estado frente a las crisis económicas como “agente inversor”, una bandera que todos los partidos de izquierda en el poder han reivindicado como propia. “Me cansé de ir a Londres o a New York a debates con yuppies de 30 años que decían lo que tenía que hacer Brasil y no sabían dónde quedaba”, dijo, sugiriéndoles que vayan a decirle “a nuestro querido Obama” lo que tiene que arreglar en Estados Unidos ahora. “Los pobres no van a pagar el precio de esta crisis”, puntualizó Lula.
Los aplausos, sin embargo, se vieron empañados por el abucheo de un sector de participantes del Foro. Fue una primera muestra de descontento, simbólica si las hay: icono de la izquierda latinoamericana, el presidente brasileño solía ensimismar a los participantes del Foro cuando, desde la oposición, realizaba enérgicos discursos de barricada. Superada esa etapa, y una vez que ha logrado el objetivo principal de desbancar a los partidos tradicionales del poder, Lula ya no recoge el mismo entusiasmo. Pero el presidente no se amilanó ante los silbidos, e interrumpió el discurso de balance de sus dos años de gobierno y a favor de una nueva geografía comercial en el mundo, para responderles.
“Esos que no quieren escuchar son hijos del PT”, dijo refiriéndose a su partido, el Partido de los Trabajadores. “Es propio de la juventud: un día van a madurar, volverán al partido y los recibiremos con los brazos abiertos”, aseguró Lula, mientras los silbidos se confundían con aplausos de sus seguidores, vestidos con camisetas rojas, color PT.
La izquierda, en debate
El Boletín Somos Mercosur consultó a Luciano Dias, del Instituto Brasileño de Estudios Políticos, sobre la disconformidad en las fuerzas políticas que gobiernan en el Cono Sur. El caso más reciente: el de la Concertación de Partidos por la Democracia, que tras gobernar en Chile durante 20 años, ha sido expulsada del poder. En un grado mucho menor, el del Frente Amplio uruguayo, que ha sufrido la escisión de un minúsculo sector, de corte radical. O el del Partido de los Trabajadores, en Brasil, que también ha padecido la división interna, expresada el lunes pasado, en el corazón del Foro Social Mundial.
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