Tokio. Los pobres de Japón han organizado preotestas y presentado pleitos contra el gobierno para exigir mayores beneficios de ayuda social. así como para ser tratados con mayor dignidad.
Casos recientes de personas muertas de hambre, de pobres incapaces de permitirse un refugio y de jóvenes atrapados en el círculo de la pobreza eterna han colocado el tema sobre la mesa. Mientras el gobierno japonés se unió al movimiento global para erradicar la pobreza, un hombre que vivía solo en la sureña ciudad de Kita-kyushu murió de hambre hace unos meses luego que se le negara asistencia social.
Ha habido muertes similares en la misma ciudad, pero lo llamativo del último caso fue un diario hallado en la destartalada vivienda del hombre de 52 años, donde describió su lento sendero hacia la inanición. “Quiero comer una bola de arroz”, se lamentaba. Sus ansiosos deseos se podrían haber satisfecho con solo un dólar. Tras el hallazgo del cuerpo del hombre, más de 360 abogados, trabajadores de los servicios sociales y miembros de organizaciones no gubernamentales (ONG) presentaron una demanda criminal contra un funcionario que atendió a Kita-kyushu, ya que consideran que evadió la responsabilidad de proteger la vida y abusó de los derechos de los empleados públicos. La reducción de la asistencia social del hombre no fue un caso aislado. El gobierno ha limitado gradualmente los subsidios para mayores y ahora planea hacer lo mismo con los hogares de madres solteras.
Limitaciones. Mei Yagi, de 81 años, de Tokio, recibe una ayuda social que le permite a ella y su hija de 56 años comida por apenas 1,000 yen (9,17 dólares) por día. Afirma que uno de sus vecinos, que también dependía de la asistencia social, murió de hambre hace dos años. Según Yagi, usualmente las beneficiadas de su edad pueden afrontar el estilo de vida espartano que conlleva la asistencia social gracias a sus experiencias con la escasez durante la Segunda Guerra Mundial, pero afirma que quiere que el gobierno preste atención porque muchos japoneses jóvenes están cayendo en una espiral de pobreza. Especialmente a los trabajadores jóvenes se les niega la asistencia social cuando están demasiado enfermos para trabajar o enfrentan despidos.
La edad laboral oficial es de 18 a 64 años, y se considera que cualquiera en esa franja está obligado a trabajar. ”Aún no quiero morir. Quiero dar mi mensaje antes de morir”, dice Yagi, que encabeza a 11 beneficiarios de la asistencia social en una demanda presentada en febrero para exigir un aumento de la ayuda oficial para los mayores. Desde 2004 se han presentado en todo Japón ocho demandas similares, que involucran a más de 100 afectados.
A pesar de esto, el Ministerio de Bienestar planea ajustar los estándares de clasificación para estos subsidios en abril, mientras aumenta el número de japoneses con ayuda social, que superó los 1,51 millones en 2006. Mientras las disparidades del ingreso aumentan en Japón, más gente cae en la pobreza. La mayor población de pobres están dentro de la comunidad trabajadora, afirma Michio Goto, profesor de ciencias sociales de la universidad de Tsuru.
El Heraldo.hn
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