Nota de
Hugo N. Lilli
Córdoba – Argentina
enero 2010
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Poca gente talvez conozca el pasado de Sir Henry Alfred Kissinger, uno de los principales cerebros que planearon operaciones bélicas ejecutadas en distintas partes del planeta en los últimos treinta años, las cuales costaron innumerables vidas en su mayoría civiles.
Este rancio señor nació en 1923 en el seno de una familia judeoalemana radicada en Baviera y que luego, en 1938 emigró a EEUU. Allí, el inteligente Henry se graduó en ciencias políticas al tiempo que comenzó a vincularse con importantes y poderosas familias como los Rockefeller, quienes lo introdujeron sutilmente en la política estadounidense.
Inicialmente, fue el principal informante de Richard Nixon, quien reconoció haber ganado las elecciones de 1968 por un ajustado margen gracias a la influencia de él. Irónicamente, Kissinger opinaba de aquel presidente, según informes recientemente desclasificados, que era un político inescrupuloso y fanático, pero que cuando llegó a ocupar la presidencia de la nación le otorgó una buena cuota de poder designándolo asesor en Seguridad Nacional y director del Concejo de Seguridad Nacional y del Comité de Política Exterior. En verdad, Henry llegó a ser la cabeza de un gobierno oculto y paralelo al de Nixon.
Al poco tiempo se convirtió en el arquitecto de la guerra de Vietnam ya que tomaba parte de las decisiones minuciosas a nivel del Comando Supremo del ejército siendo perfectamente consciente del alto número de bajas que costaban dichas decisiones. En la primavera de 1969, y en contra de los consejos del Pentágono, él decidió extender las fronteras del conflicto hasta Camboya, que hasta ese momento era neutral. Inclusive se opuso a las intenciones de Nixon de terminar la guerra en 1971 pues ello podría afectar el resultado de las elecciones que se avecinaban, por lo que decidió extenderla hasta otoño de 1972, sin importarle en lo mas mínimo el número de muertes que ello acarrearía.
Claro que todo eso estuvo alejado del conocimiento del Congreso al cual se le suministró permanentemente información falsa. Kissinger fue acusado por sus colaboradores de haber manipulado las negociaciones de paz en París en provecho suyo de un modo cínico e hipócrita, culminando esa virtual actuación en 1973 cuando compartió el premio Nobel de la paz con su colega norvietnamita Le Duc Tho quien rechazó la condecoración. Pero el inefable Henry no tuvo tal inhibición y dijo en su discurso mientras recibía el premio: “…espero que esta ocasión realmente marque el fin de la angustia y sufrimiento que significó Vietnam para millones de personas en todo el mundo.”
Además de ostentar el triste récord de ser el responsable de tantas muertes en el sudeste asiático, se lo acusa de haber sido el diseñador del Plan Alfa, ejecutado en Chile en 1970, que empezó con el asesinato del coronel Schneider y culminó tres años más tarde con el derrocamiento del presidente Salvador Allende a través de un golpe de estado. Irónicamente, Kissinger viajó a Santiago en 1976 durante la dictadura de Augusto Pinochet, para dar un discurso sobre Derechos Humanos ante la cumbre de la OEA que se desarrolló en esa ciudad andina.
También se lo acusa de haber sido el mentor del famoso (y macabro) Memorándum 200 dirigido a los altos funcionarios de Washington en 1975, en donde se delineaba un programa de reducción de población para los países del tercer mundo poseedores de importantes materias primas.
Entre otros de sus tantos galardones, en 1995 su graciosa majestad la reina Isabel II lo nombró Comendador de la Orden de San Miguel y San Jorge, ello por sus importantes contribuciones en las relaciones angloamericanas. Y como si todo ello fuese poco, Henry también es: profesor en las universidades de Harvard y Georgetown, miembro permanente del Concejo de Relaciones Exteriores de EEUU y de la Comisión Trialteral (América, Europa y Japón), chairman de la consultora internacional Kissinger Associates, director de la compañía financiera American Express, chairman del Comité Asesor del Chase Manhanttan Bank, consejero del consorcio Goldman & Sachs y además ilustre asistente a muchas de las secretas reuniones del poderoso grupo Bilderberg.
Demás está decir que ningún tribunal nacional o internacional jamás se animó juzgar a este presunto asesino serial de guantes blancos y lo que es peor, no creo que nunca nadie se atreva a semejante acto, máxime si lee sus memorias recientemente publicadas en donde este nefasto personaje omitió astutamente los capítulos más oscuros de su vida.
Hugo N. Lilli
hugolilli@hotmail.com
Córdoba
La Opinión de la Gente www.laopiniondelagente.com.ar
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