Jara, la jueza que quería ser ingeniera, dictó la primera sentencia.
El 6 de noviembre de 1985, María Stella Jara, estudiante de cuarto semestre de derecho en la Universidad Católica, se dirigía a clases cuando se enteró de que el M19 se había tomado a sangre y fuego el Palacio de Justicia.
Hoy, 25 años después, convertida en jueza de la República, pasó a la historia al proferir la primera condena por el caso de los desaparecidos del Palacio de Justicia, contra el coronel (r) Luis Alfonso Plazas Vega: 30 años de prisión.
"No quiero convertirme en heroína ni ser protagonista de nada; simplemente, cumplo con mi trabajo", dice la jueza, que completa 43 años. Menuda, su voz suave no le ha temblado para dictar sentencias en casos de narcotráfico y grupos armados. Ahora, el caso que la hizo famosa -desde Europa y Estados Unidos se oyen voces que piden protección para ella y respeto a sus decisiones- la tiene también en el ojo del huracán. Lo menos que le han dicho es 'títere' de los enemigos de la Fuerza Pública.
"Me hice abogada queriendo ser ingeniera de sistemas", cuenta la jueza. En su escuela de Cubarral, Meta, en donde nació, era la 'dura' en matemáticas. Era la menor de tres hermanas y tuvo que buscar quien la apadrinara para poder estudiar en la universidad. No pasó en Ingeniería ni en la Nacional ni en Los Andes. Pero aprobó en derecho en la Católica.
Su carrera como jueza, en la que lleva 20 años, la inició en zonas rojas del Meta y Vichada. Trabajó en los juzgados de Paloquemao y fue magistrada en el Tribunal Superior de Bogotá, hasta que en octubre de 2008 fue designada en el juzgado Tercero Especializado.
Cuando llegó se encontró con el caso del Palacio de Justicia. "De haber sabido que el proceso del coronel Plazas estaba radicado acá -dice- hubiera pensado más para aceptar el cargo". Pero no está arrepentida. "Claro que supe en lo que me metía y en las repercusiones que todo esto traería", comenta María Stella Jara, mientras los teléfonos de su oficina repican sin cesar.
Leyó más de 46 mil folios y más de 100 CD y, por orden de la Judicatura, se dedicó exclusivamente al caso durante los últimos ocho meses. Y el pasado jueves, después de semanas de especulaciones, finalmente pronunció la palabra "culpable".
Anda con escoltas desde antes de asumir el caso Plazas Vega. Pero fue en este tiempo cuando las amenazas contra su vida se incrementaron. En Semana Santa del año pasado se descubrió un atentado. Luego, una camioneta de vidrios oscuros estuvo rondando por su casa. Los temores crecieron con dos sufragios que llegaron a su residencia en septiembre del año pasado. "Temí por mi vida y la de mi hijo", dice, tratando de contener las lágrimas. Esa situación la obligó a desprenderse de su niño, de 12 años, por más de 3 meses.
El nivel de riesgo condujo a que su esquema de seguridad fuera fortalecido, tanto así que incluso asignaron un policía para que la cuidara dentro de su apartamento por las noches.
Asegura que ni las presiones ni las amenazas movieron su decisión, que ahora será revisada por el Tribunal Superior de Bogotá: "Ni azules, ni rojos, ni verdes, nada; yo solo pienso en ejercer con responsabilidad, y sin distingo de partidos y cosas de esas".
Fueron meses de largas trasnochadas, estudiando y analizando documentos. Semanas antes del fallo sus nervios se alteraron y hasta tuvo que ir al siquiatra. Se blindó contra todo tipo de comentarios y encontró terapia apagando radios y televisores.
Dos días antes de tomar la decisión las gotas contra el estrés se convirtieron en su alimento. Así llegó al martes 8 de junio, fecha anunciada para dictar sentencia. Pero un problema en su computador borró parte de la decisión y disparó las especulaciones, pues el fallo se aplazó por un día más.
El miércoles 9 de junio, 24 años, siete meses y dos días después del final de la tragedia que por dos días trasladó la guerra hasta la Plaza de Bolívar, la más importante del país, se conoció la primera sentencia por esos hechos.
Los familiares de los desaparecidos festejaron y la felicitaron. Pero ella admite que no dejó de pensar en Plazas Vega: "Una alcanza a sentir el dolor del que tiene que padecer el rigor de la justicia", dice. Ahora, se prepara para irse del país por un tiempo, porque volvieron las amenazas.
Un coronel perseguido por el fantasma del Palacio
En una habitación que mira hacia los cerros, en el piso 12 del Hospital Militar en Bogotá y bajo la custodia de dos soldados, pasa sus días el coronel Luis Alfonso Plazas Vega. Su estado físico, dicen algunos de los que lo han visto, no aparenta problemas, pero más de una vez las enfermeras del piso lo han sorprendido llorando.
Así vive hoy el hombre que de ser considerado como un héroe militar, en noviembre de 1985, por la operación de retoma del Palacio de Justicia asaltado por un comando del M-19, pasó a convertirse en el único colombiano que ha sido condenado por esa tragedia.
No tendrá que pagar 30 años de cárcel por el operativo, sino por la desaparición de diez empleados de la cafetería y una guerrillera. Y aunque solo ahora fue sentenciado, lo cierto es que el fantasma del Palacio de Justicia ha perseguido al coronel desde 1990, cuando la cúpula militar de la época lo descabezó para ser general y no tuvo más remedio que pedir la baja.
Oficialmente, el Gobierno dijo que nada tenía que ver su actuación en la operación de retoma del Palacio, pero en los cuarteles, y él mismo lo dijo muchas veces, se sabía que Alfonso Plazas Vega era un militar incómodo, frecuentemente nombrado en los reportes de todas las ONG de derechos humanos.
Salió del Ejército casi a los 46 años, y alcanzó a recibir 18 condecoraciones, entre ellas varias por haber encabezado los tanques blindados que, incluso, dispararon contra la fachada del Palacio de Justicia.
Plazas no quiso resignarse a salir así del Ejército y 36 meses después trató, por tutela, conseguir el reintegro al servicio activo y la inmediata incorporación al curso para general. El Tribunal Administrativo de Cundinamarca rechazó su petición.
En 1994 se lanzó al Senado bajo las banderas del Partido Liberal, esgrimiendo como lema la frase que lo hizo famoso en ese noviembre negro: "Aquí, defendiendo la democracia, maestro". Solo consiguió cinco mil votos que no el alcanzaron para curul. Luego intentó llegar al Concejo de Bogotá, pero también se quemó.
Tras la aventura política, su nombre sonó como secretario de Tránsito del Distrito y director de la Aeronáutica Civil. Terminó designado como cónsul en Hamburgo (Alemania) por el presidente Ernesto Samper, pero de nuevo el fantasma del Palacio se le atravesó y no le dieron el beneplácito.
En ese momento decidió escribir su versión de los hechos. Pero se demoró cinco años en conseguir quién le editara La Batalla del Palacio de Justicia.
De los cuarteles salió para la Academia. Dictó cátedra en la Universidad de la Sabana y fue miembro de cinco academias de historia. En el Ejército siguió siendo importante, no solo porque lo veían como el soldado que ganó una de sus grandes batallas sino porque él era el encargado de instruir a los oficiales en varios cursos.
En el 2002, Álvaro Uribe lo revivió para la vida pública. El gobierno lo designó Director de Estupefacientes, y bajo su administración, el Edificio Mónaco, emblema del poder de Pablo Escobar, pasó a ser propiedad del Estado. Al final dejó el cargo, cuestionado por la Procuraduría.
En el 2006 volvió al ruedo político y aspiró al Senado por el partido de 'La U'. Solo obtuvo cuatro mil votos.
Pero ese no era el mayor problema del coronel: la Fiscalía ya lo investigaba por los desaparecidos del Palacio de Justicia. Está detenido desde el 16 julio de 2007.
Pruebas en las que se basa la condena del coronel
1. Un testigo dijo: "Yo también fui capturado, llevado a las caballerizas de Usaquén, sometido a torturas, me aplicaron pentotal, choques eléctricos, cinco días sin ningún tipo de alimento, sin dormir, sin poder acostarme". Fue liberado porque era magistrado auxiliar. La Escuela dependía de Plazas Vega.
2. Plazas, según varios testigos, estuvo en la Casa del Florero y allí entrevistó a algunos de los sobrevivientes. De allí salieron varios de los actuales desaparecidos, rumbo a instalaciones militares de Bogotá.
3. El general Iván Ramírez declaró: "Él (Plazas) fue el que mandó ahí, no lo podemos negar, acuérdese que él tenía línea directa con el ministro y yo me atrevo a decir algo, de pronto hasta pasaba por alto al general Arias" Cabrales.
4. Un suboficial declaró en el 2007 que fue testigo de las torturas a los desaparecidos en la Escuela de Caballería. La versión coincide con la transcripción de un casete enviado al periodista Juan Guillermo Ríos el 20 de noviembre de 1985 y que fue anexada a la investigación de la Procuraduría. Hablaban otros militares y aseguraban que varios detenidos fueron asesinados, después de ser torturados, en esa instalación militar.
Lo que dice la defensa del ex comandante de la Caballería.
1. El coronel Plazas Vega participó en la liberación de 260 personas secuestradas por el M-19, hecho suficiente para comprender que no existía ni conocimiento ni voluntad de desaparecerlas.
2. "Las presuntas víctimas fueron encontradas en el cuarto piso del Palacio de Justicia, calcinadas (...) Las personas que, bajo la hipótesis de la Fiscalía, salieron con vida y se encuentran desaparecidas (...) en realidad están muertas, aunque sin identificar". Reconoce una desaparición, la de Irma Franco, pero dice que no tiene nada que ver con ella.
3. Plazas Vega en ningún momento cumplió, desarrolló, controló o tuvo conocimiento o mando sobre las labores de Inteligencia, las que sí correspondieron al teniente coronel Edilberto Sánchez. Él también está llamado a juicio por el mismo caso, y dice que Plazas sí manejó a los sobrevivientes.
4. Los testimonios de ex militares que hablan de torturas en la Escuela de Caballería son mentirosos. En la Escuela de Caballería había un reducto que no estaba a órdenes del coronel.
Así fue la toma
Noviembre 6 de 1985
A las 11: 37 de la mañana del 6 de noviembre de 1985, una célula del M- 19 se toma la sede del Palacio de Justicia. Su argumento, dicen, son las promesas incumplidas por el Gobierno en la negociación de paz. Cerca de 350 personas, entre magistrados, consejeros de Estado, funcionarios judiciales, empleados y visitantes fueron mante- nidos como rehenes. El rescate por parte de las Fuerzas Militares generó los enfrentamientos que dejaron, después de 25 horas de pesadilla, 94 muertos, entre ellos 12 magistrados. En los mismos hechos otras 11 personas fueron reportadas como desaparecidas, muchas de ellas fueron vistas salir con vida. Su paradero se convirtió en un misterio.
12:30 p.m
Comienza a ejecutarse la primera fase de la operación militar para recuperar el Palacio, con vehículos blindados que ingresan al edificio por el sótano y la puerta principal.
2: 10 p.m
A la sede del Palacio de Justicia llegan refuerzos por aire y tierra. Los tanques cascabeles rodean la edificación, en donde se escuchan fuertes explosiones y ráfagas. El primer piso del sótano se convierte en campo de batalla. Las prime- ras víctimas fueron dos vigilantes asesi- nados por el M-19.
3:00 p.m
El presidente de la Corte, Alfonso Reyes, y varios magistrados que se encontraban como rehenes hablan a través de la radio y piden que cese el fuego. También lo hace el jefe del M-19 Luis Otero. Horas des- pués, el Gobierno de- cide suspender los reportes en directo. La Comisión de la Verdad habló de censura.
10 p.m
El incendio se extiende a todo el edificio. El fuego se originó en tres puntos del Palacio: en el sótano, en la biblioteca ubicada en el primer piso, y en la cuarta planta, que fue el más intenso.
11:30 a.m, 7 noviembre
Termina la toma. Salen por diferentes puntos rehenes rescatados por la Fuerza Pública y son llevados hasta la Casa del Florero. Una de las desaparecidas, Cristina Guarín, fue sacada en hombros por un soldado.
2001
La Comisión de la Verdad afirma que 94 sería la cifra de muertos que dejó el holocausto del Palacio de Justicia. 54 cuerpos fueron identificados y entregados a familias.
La Fiscalía abrió un proceso penal por la desaparición de 11 personas. Las investigaciones permitieron identifi- car los restos de Ana Rosa Castiblanco, inhumados en una fosa común, en el cementerio del Sur de Bogotá.
Julio del 2010
Aparte del coronel Plazas, se juzga a otros tres militares. Uno de ellos es el general Jesús Armando Arias (foto), quien está próximo a recibir sentencia. También, al general Iván Ramírez y al coronel Edilberto Sánchez..
REDACCIÓN JUSTICIA
El Tiempo
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