El asunto de los 'baby' sicarios fue un escándalo nacional porque destapó de mala manera un problema que quizás exista en este país.Pero en el mismo documental del Canal 4 español hubo dos testimonios oficiales que a lo largo para periodistas y opinión pública. Los dos testimonios decían, palabras más, palabras menos, que como Colombia era tan eficiente impidiendo que se exportara cocaína y heroína a países europeos y a los Estados Unidos, los narcos colombianos habían buscado una alternativa financiera para suplir las pérdidas. Y que esa alternativa fue incitivar el consumo local. Semejante perla pasó de largo como si nada. Es decir, los colombianos, usted y yo, pagamos impuestos para financiar unas fuerzas armadas supereficientes, que controlan la exportación de drogas ilícitas a países primermundistas a cambio de que nuestra juventud se convierta en adicta. En la medida que lucha antidrogas arroje cifras positivas para el mundo exterior, arroja cifras negativas para nuestro diario vivir nacional. Que negoziazo.
Insisto en que esa pedidera de limosna a los demás países para controlar el tráfico no debería existir. Ese control tan efectivo que hacen nuestras fuerzas armadas financiadas con impuestos de todos los colombianos debería tener un precio. Cada gramo que se deja de exportar es un gramo menos que consumirán en países ricos, pero es un gramo que nos ha costado mucho, no solo en dinero, sino en disposición de la fuerza, en descomposición social y en vidas humanas. Para mi gusto, eso debería tener un precio, una tasa.
Si un gramo de cocaína en el mundo desarrollado vale más o menos cien dólares, deberían los gobiernos de esos países ricos pagar al menos un dólar por gramo incautado. Entonces sí valdría la pena tanto esfuerzo, ya que por ahora en ninguna agenda mundial está la legalización de las drogas ilícitas y parece ser que tendremos el mismo lío por largo tiempo. Pero mientras Colombia siga poniendo el esfuerzo, los muertos, el drama y la descomposición social, todas las sociedades primermundistas estarán tan campantes porque a ellas les conviene que exista.
El narcotráfico es tan difícil de controlar justamente por la cantidad de billetes que produce. Porque esos billetes "aceitan" cuentas bancarias de personas muy bien reputadas. Porque esos billetes más temprano que tarde estarán inflando cuentas bancarias en Suiza y Alemania y Francia y Brasil. Con esos billetes se compran mansiones y carros de lujo, yates, veleros, pasajes de avión. Esos billetes, en últimas, también mueven esas economías ricas sin que se noten mucho. Total, si se acabara el narcotráfico se acabaría esa bonanza mundial de cocadólares. Y por eso ni se ha terminado por vías de hecho (ni será) y por eso tampoco se ha legalizado en el mundo.
A los países de grandes masas consumidoras de drogas ilícitas les debe costar nuestro esfuerzo. Si nuestra fuerza decomisa una tonelada de cocaína, pues entre la Comunidad Europea y los Estados Unidos nos deben pagar un millón de dólares, a dólar el gramo. Dinero que puede ser destinado a planes de prevención del consumo y a mejores propuestas para nuestros jóvenes en educación y empleo.
Esto, desde la lógica actual, esa que mantiene esta guerra pendeja contra el narcotráfico que no ha parado en nada. Que más bien nos ha empobrecido, que ahora nos está creando una legión de jóvenes adictos que no tienen futuro posible dentro de la legalidad porque no hay nada para ellos, salvo matar o ser matados
Si Colombia propusiera esa tasa por el servicio de prevención, los países de mayor consumo pensarían otra vía para atacar el problema. Pero mientras estos se lucren sin que les cueste casi nada, dudo mucho de que quieran cambiar la dinámica existente.
Mientras tanto, jóvenes y niños adictos es lo que recibimos a cambio de impedir que la droga se vaya a sus países. Qué negociazo estamos haciendo
cristianvalencia@yahoo.com
Vía: Redlatinaamericanadesalud
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