Los desechos tóxicos de las minas en el altiplano boliviano, han convertido en desierto lo que antes eran ecosistemas originales.
Por Rosa Rojas*
09/12/2010. «...Se pudo constatar cómo, desde las tolvas del ingenio de la Empresa Minera Huanuni, cae constantemente, directo al río que atraviesa la ciudad, una arena negra, que torna las aguas en espeso lodo del mismo color».
Los efectos de la explotación minera en Oruro han dejado pasivos ambientales desde la Colonia, agravados en los últimos 20 años por el uso descontrolado de sustancias altamente contaminantes –cianuro, arsénico, mercurio, sulfuros– y el vertido a los ríos de residuos contaminados por metales pesados por parte de empresas mineras y cooperativistas, han ocasionado un auténtico desastre ambiental en cuatro municipios del altiplano orureño: El Choro, Machacamarca, Huanuni y Poopó.
En la denominada sub cuenca de Huanuni, ubicada a unos 300 kilómetros al suroeste de La Paz, cerca de 53 mil habitantes sufren la contaminación de sus aguas, la salinización de miles de hectáreas de tierras que se convierten en vastos desiertos, la enfermedad y muerte de personas y animales, el éxodo de sus hijos a otras ciudades del país o al extranjero...
Durante un recorrido por la región, que culminó en el lago Poopó, se constataron los efectos de la polución minera y la sequía. Este lago, que según Wikipedia tenía una superficie de 3 mil 500 kilómetros cuadrados y 3 metros de profundidad en 1986, ahora tiene mil kilómetros cuadrados y un metro de profundidad. Las aguas de este otrora floreciente ecosistema, se han retirado, según los lugareños, más de 10 kilómetros en algunas partes, dejando en su lugar una dura, blancuzca costra salina, que a unos dos kilómetros del espejo de agua se convierte en una capa de lodo, café en la superficie y abajo negro, denso y pegajoso como el alquitrán, sobre el que hay que caminar descalzo porque te arranca los zapatos. Las poblaciones de aves silvestres cuyo habitat era el lago, entre ellas patos y flamencos, se han reducido drásticamente; los totorales (plantas acuáticas ribereñas) son inexistentes en esta parte del lago. De las toneladas de pejerrey que se pescaban aquí sólo queda el recuerdo...
Varios kilómetros antes de la ribera empiezan a encontrarse sobre la costra de sal botes de pescadores y redes abandonadas, algunos pececillos momificados, plumas de flamencos blancas y rosadas...
El líquido que alberga el Poopó, el segundo lago mayor del país después del Titicaca, es ahora salobre y su fondo se ha ido llenando de sedimentos contaminados de minas (colas en el argot minero) que, según la Coordinadora en Defensa de la cuenca del río Desaguadero, lagos Uru-Uru y Poopó (CORIDUP), arrastra el río Huanuni desde la mina del mismo nombre, la más grande del país, operada por la estatal Comibol (Corporación Minera de Bolivia) a través de la Empresa Minera Huanuni (EMH).
El río Huanuni, que tiene varios nombres en sus diferentes tramos, entronca con el río Desaguadero, que a su vez nace en el lago Titicaca. Uno de los brazos de este río desemboca en el lago Poopó y otro, el izquierdo, llega al lago Uru Uru, situado en el límite sur de la capital orureña, y después al Poopó.
El Desaguadero, cuyo cauce tenía entre 8 y 12 metros de ancho por unos tres metros de profundidad a su paso por las comunidades altiplánicas orureñas, recoge además, en su recorrido de 360 kilómetros, las aguas ácidas y colas de otras minas y las aguas servidas y basura de ciudades y poblaciones ribereñas.
En la región operan las minas Kori Chaca y Kori Kollo (de la empresa Inti Raymi), Japo, Sinchi Wayra, LaCandelaria, Tiawanaku, Morococala, Cominur, además de las explotaciones de cooperativas como la Poopó y del Carmen, cuyos residuos van a dar al río, explicó don Ángel Flores, vicepresidente de CORIDUP.
Esa organización aglutina a 80 comunidades que desde el año 2000 luchan para que las mineras –estatales, privadas o cooperativas– respeten a la madre tierra, Pachamama, cumplan la legislación del país y remedien los daños a la salud humana, el ambiente y la economía que les han ocasionado.
Con don Ángel se hizo el recorrido desde Huanuni hasta la comunidad de Cochipiacala, a unos 40 kilómetros de la ciudad de Oruro, donde el río Desaguadero es en estos días un arroyuelo de no más de un metro de ancho y unos pocos centímetros de profundidad. Para llegar ahí manejamos dos horas por una huella sobre la pampa salitrosa, donde ya no crece nada, ni la ruda paja brava altiplánica, ni otras especies de pastos como la cebadilla, que servían para alimentar rebaños de llamas, ovejas y vacunos; ni una brizna de hierba. De los totorales sólo queda un manchoncito de pequeños brotes en una orilla de ese arroyo salado.
Esta región era netamente ganadera, pero si todavía nace algún forraje los animales «lo comen pero no se alimentan y mueren de diarreas y otras enfermedades ». Se sembraba quinua y papa fundamentalmente para autoconsumo «pero ya no da», explicó, en otro recorrido, Florián Quispe, secretario general de la CORIDUP, quien relató que en su comunidad, Quesu Quesuni, él pastoreaba en su infancia las ovejas desde el río, en una barca de totora. Según la organización, la sedimentación del cauce del Desaguadero, prácticamente aparecida en ocho kilómetros, se debe a las colas de la EMH y a la basura de la ciudad de Huanuni, que también va a dar al río.
Don Ángel señaló que urge dragar el río y rehacer el cauce antes de la época de lluvias para evitar que las aguas ácidas (copajira) se rebalsen a otras tierras que aún pueden salvarse, ya que en Cochipiacala, Municipio de El Choro, por lo menos mil 500 hectáreas ya están perdidas, cifra que asciende a 12 mil hectáreas en la comunidad de Santo Tomás, según el comunario Jaime Caichoca.
Por su parte el gerente de la EMH, Marcelino Quispe López, en conversación vía telefónica, negó que la sedimentación y contaminación tanto del río Desaguadero como del lago Poopó, se deban al vertido de los desechos de la mina al río Huanuni, que dijo, ha trabajado así «desde el tiempo de los españoles».
Sin embargo, se pudo constatar cómo, desde las tolvas del ingenio de la EMH, cae constantemente, directo al río que atraviesa la ciudad, una arena negra, que torna las aguas en espeso lodo del mismo color.
Sobre las medidas para combatir la contaminación de la EMH, afirmó que «obviamente tiene que haber tratamiento de aguas, tratamiento de la basura, todo eso, pero vamos a ir programando paulatinamente...», e indicó que está en construcción un dique de colas que tendrá capacidad para residuos de 5 años. Ello pese a que se estima que la mina tiene una vida útil de por lo menos 20 años más.
Don Angel confió en que con el Decreto Supremo 0335, del 21 de octubre de 2009, que le arrancaron al presidente Evo Morales Ayma con una marcha de la CORIDUP a La Paz, en el que se declaró «situación de emergencia de carácter departamental» –referida a los cuatro municipios mencionados– haya avances, «más allá de reuniones y papeles» en la remediación ambiental de la región, porque ya cumplió un año el decreto «y en las comunidades no se ha movido ni una pala».
En dicha norma se establecen seis líneas estratégicas para proyectos de mitigación, tratamiento y control ambiental de la contaminación minera, que a un año de su promulgación no acaban de programarse, si bien ya hay un convenio con la Unión Europea para financiarlos por 14 millones 210 mil euros, de los cuales el gobierno boliviano aportará 3 millones 275 mil.
Para conocer los avances en la ejecución de los programas contemplados en el decreto 0335, se solicitó en repetidas ocasiones al Ministerio de Medio Ambiente, entrevistas con los responsables del seguimiento de los mismos.
Las gestiones fueron infructuosas. Sin embargo, el 9 de noviembre, en declaraciones al diario La Patria, de Oruro, el técnico de la CORIDUP, Limbert Sánchez, informó que al margen de los trabajos que desarrolla la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL), las otras entidades no proceden con trabajos de impacto, como el ministerio de Desarrollo Rural con la dotación de semillas.
Añadió que después de reunirse con los ministerios involucrados en ejecutar proyectos para contrarrestar la contaminación, sólo se tiene comprometido el envío de seis médicos para atender las enfermedades de los pobladores y algunos cursos de cuidado ambiental comprometidos por el Ministerio de Educación.
Por su parte Florian Quispe, secretario de CORIDUP, informó vía teléfono que con ayuda de la cooperación europea, se empezarán a perforar, en diciembre, 15 pozos profundos para abastecer de agua potable a las comunidades de Quesu Quesuni, Puñaca y Quería.
* Rosa Rojas es periodista mexicana.
Fuente No a la Mina
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