05/07/2012
Por Rubén Zamora
Se le ha ocurrido a los asesores militares de los Estados Unidos y al generalato colombiano el nombre de Vulcano para su fuerza de tarea destacada en el Catatumbo. No significa veneraciones al Dios mitológico romano. Es el volcán mortífero de sus ametralladoras, cañones y bombardeos irracionales, es la erupción de la soberbia de tierra arrasada que no discrimina víctimas en lo que constituye una demencial ofensiva por la consolidación del territorio a los fines estratégicos de la corporaciones multinacionales y de la geopolítica imperial de Estados Unidos
Algún pretexto debe justificar la violencia de la llamada Fuerza de Tarea Vulcano, instrumento servil de la parapolítica, de grandes capos mafiosos afectos de la élite política y empresarial del país y de poderosos inversores de capital nacional y extranjero. Su verdadero enemigo lo constituye la resistencia del campesinado y de las comunidades indígenas dispuestas a conservar sus raíces en el territorio que les quieren arrebatar arreciando el terrorismo de Estado.
El Plan de consolidación -que lidera la doctora Margarita Silva y la Fuerza de Tarea Vulcano- constituye la peor afrenta contra toda la población del Catatumbo, contra las autoridades civiles del departamento y sus municipios en toda su historia en cuanto a que es un plan abiertamente ilegítimo que barre de tajo con las mínimas expresiones de esta miserable democracia. Constituye un golpe de facto, lo es por voluntad de las corporaciones transnacionales a condición de una vida miserable de los pobladores y la destrucción deeste sorprendente paisaje natural que alberga la memoria de los antepasados, esperanza de estas generaciones como de otras generaciones y un verdadero enjambre de biodiversidad.
La sustitución de autoridades civiles por altos mandos militares translucen uno de los peores panoramas de la violencia institucional que bien la desempeñan quienes han preferido la función de miserables serviles de los inversionistas y de verdugos de su propio pueblo. El exterminio de civiles y las capturas en masa de campesinos acusándoles de narcoterroristas; es un oprobio por el que habrán de rendir cuentas en el momento que la justicia trascienda al derecho genuino de nuestro pueblo Con la guerra desembocan la soberbia al encontrase a campesinos e indígenas sabios que concibieron a tiempo las maniobras de engaño del régimen y han sabido defender dignamente a cuanto tienen derecho. Ni con promesas, ni propaganda, ni asistencialismo ni acciones cívico-militares, ni con masacres, ni con los llamados falsos positivos, judicializaciones, persecuciones ni amenazas han logrado quebrar su voluntad. Ello explica tanto odio del régimen.
Ahora apelan a otro desesperado recurso, levantar la Reserva Forestal con una nueva ley de la República. Logrado este objetivo, por medio de la Ley 160 de 1994, tomarán por su cuenta gran parte de las tierras del Catatumbo. Esta, está impidiendo a unos cinco millones de campesinos la titulación de por lo menos 24 millones de hectáreas, por encontrarse sus tierras de labor en el perímetro de cinco kilómetros a la redonda de pozos petroleros, de concesiones mineras y de oleoductos. Es decir, que entre la tubería que pasa por la Gabarra y el oleoducto Caño Limón, o el límite de los yacimientos de carbón y este oleoducto no podrían titularse tierras, o de este, hacia la zona alta de los municipios de Sardinata, Tibú, Hacarí, El Tarra, San Calixto, Teorama, Convención y El Carmen.
Levantada la Reserva Forestal, ¡ojo!, no podrán ser concedidos títulos individuales ni declararse allí Zonas de Reserva Campesina. Golpe artero a la posesión de tierras de las 23 comunidades indígenas y del campesinado
La opción es una sola. Resistir con impetuosa valentía e iniciativa popular en el mejor eco de nuestras tradiciones de dignidad, de alma patria, porque el Catatumbo es un corazón donde flama las más bellas aspiraciones sociales, de amor a la biodiversidad y a la felicidad colectiva, por ello, ese corazón es insustituible, lo vamos a defender como lo supo hacer el tronco de que desciende nuestra existencia. Aquí todos vamos a luchar. Desde el alma más joven hasta la sabia madurez de nuestros abuelos. A más terror del Estado más indignación colectiva, más combate popular. Es preferible morir con honor luchando que vivir un poco más en la humillación y la vergüenza
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