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Cuba: Espuma
Si dijera que durante los años más duros del Período Especial pasé hambre mentiria. No viví las historias del picadillo de cáscara de plátano,ni de fricasé de gato. Me enteré mucho después qe para comprar una hamburguesa había que tener carné de identidad y que la gente apaciguaba el dolor punzante en el estómago on aguazuca.
En casa sobrevivimos gracias a las flacuchas vacas de mi papá. El iejo se levantaba en la madrugada y las ordeñaba, aunque el fango le diera por las rodillas, o estuviera lloviendo. En el cubo de aluminio caía tibia leche, tan blanca, tan espumosa,apetecible. No era mucha, porque salvo Ubre Blanca la milagrosa, aquí, a las vacas les cuesta llegar a 10 litros en un ordeño, pero alcanzaba para el desayuno y, un día a la semana, un queso.
Con queso sobreivimos, y con mantequill. Llegó el día en que la aborrecí y en la escuela cambié mi merienda por un pan con azucar. En ese entonces no sabía que era un privilegio, porque aquella no era épocas de privilegios
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