Pablo de nadie, Pablo del silencio - Nechi Dorado

Ilustración: 'Pablo Espuma' realizado por alunos del taller de la artista plástica Beatriz Palmieri 
Aquí nomás, en un puebito costeño donde rompen las olas del mar postrándose ante la arena pasa sus días un ser incompleto, mitad hombre mitad niño que 
siempre se me ocurrió de espum. Que se me ocurrió de arena
Ver a Pablo deambular por las calles es estar frente a la imagen del abandono más imperdonable, es como presenciar el epílogo de una profesía ya que todo e pueblo vaticin que el joven inacabado respresenta un peligro para los vecinos, sobre todo las pocas personas que acariciamos sus pelos duros e mugre, donde el salitre compite con los piojos para ver quién dura más en esa cabecita.  
Todos hablan de lo arriesgado que resulta que el chico ande deambulando por las calles donde los baches parecen bocas abiertas dispuestas a deglutirse todo y más de una vez nos han hecho pensar si los misiles que se arrojaron en las guerras de oriente medio, no harín impactado sobre ese pavimento requebrajado. 
Pocos murmuran en voz baja por las dudas que los árboles escuchen y transmitan lo que realmente deberían haber transmitido los vecinos: la realidad tenebrosa de ese Pablo; la ausencia aboluta de las obligaciones del estado, de las instituciones que deberían ser conteneoras de jóvenes en su misma situación; de las iglesias a pesar de que hay tantas en la zona que hablan del pecado y amor al prójimo cuando nadie sabe quién ese famoso prójimo y qué cosa tan extraña es el pecado que siempre asient sus bases sobre la marginalida. La ausencia evidente de organizaciones autoproclamadas de derechos humanos que tampoco se dignaron en averiguar quién se debe hacer cargo de esa especie de alma errante, vagabunda, despreciada.
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