Por Federico Mayor Zaragoza
Debemos grabarlo bien en nuestra conciencia. Para saber ver “los invisibles” sin necesidad de terremotos ni tsunamis. Para saber ver más allá de lo que nos muestran los medios de comunicación, cuyas noticias se refieren, lógicamente, a sucesos atípicos e insólitos. Más allá del vendaval de noticias sobre grandes espectáculos deportivos, está la realidad de cómo viven –y mueren- cada día un gran número de seres humanos “todos iguales en dignidad” y, a los que, según el artículo 1º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, deberíamos estar unidos “fraternalmente”!
Sí: todos vamos en el mismo barco, todos tenemos el mismo destino, queramos o no reconocerlo. Todos participamos del misterio de la existencia y todos debemos, de una vez, ofrecer las manos abiertas y tendidas, y nunca más alzadas. Todos tenemos que com-padecer y, sobre todo, com-partir. Si supiéramos “partir con” los demás mejor, más generosamente, podríamos reducir las dosis de com-padecimiento.
¡Ver los invisibles!, de forma permanente: éste es el secreto. Recuerdo siempre la impresión que me produjo leer el discurso que pronunció el Dr. Bernard Lawn al recibir el Premio Nobel de la Paz en 1985: “Sólo en la medida en que seamos capaces de ver los invisibles, seremos capaces de hacer los imposibles". Si vemos los invisibles, muchos “imposibles hoy” serán posibles mañana. Éste es el gran desafío. Gracias, “El Roto”, por, una vez más, señalarnos rumbos de forma tan luminosa
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