viernes, 1 de julio de 2011

España: Una madre, una indignada

15M CRÓNICA DE CONTRADICCIONES IMPOSIBLES
Las consecuencias del 15-M son tan inciertas como diversas. Una de ellas, quizá la menos comentada, es que tanta ola de cambio ha acercado a generaciones.

Cristobal Herrero de Jaén y Rubio / Madrid
En el caso personal de este humilde observador, el 15M le ha aproximado a su madre. Tenía una madre, ahora tengo una indignada. Una indignada de las de “en casa somos más de La Señora que de leer periódicos”. Una indignada como Dios manda, por mucho oxímoron que vea el lector en esta afirmación. Porque la vida es pura contradicción: Aguirre acaba de guiñar pestañón a la Puerta del Sol proponiendo listas abiertas –pero como ella diga– en su discurso de investidura como presidenta madrileña o hasta los Mossos participan (presunta y
animadamente) en las protestas de Barcelona.

¿Quieren más? Un grupo de guardias civiles acaba de fundar la ONG Tricornios Sin Fronteras. Desde la lista de integrantes, la organización parece un campo abonado de contradicciones y es que cuesta creer que existan amigos y simpatizantes del Cuerpo. Ellos, los familiares y, por supuesto, los guardias civiles de la ONG tienen el firme propósito de trabajar en la prevención de “toda materia relacionada con la seguridad en el ámbito socio-político”. Sin desmerecer lo más mínimo la labor de la nueva organización –lo cortés no quita lo benemérito–, a nadie se le escapa que la simpar boina acharolada de tres picos no invita precisamente a abrazar la causa de un mundo “socio-policialmente” más seguro. Y es que, a veces, la culpa de tanta contradicción la tienen los símbolos que se emplean. Miren, si no, a la plaza de Chueca. Estos días está en boca de los cronistas madrileños porque peligra uno de los puntos neurálgicos de las fiestas del Orgullo LGTB de Madrid o, citando su marca comercial, el MADO. Con creciente indignación, un grupo de personas se convocaron a sí mismas a golpe de Facebook para protestar cuando el alcalde paseaba a su perro (lo de ser vecino de Chueca explica muchas cosas). La coincidencia derivó en una cacerolada en directo con un Gallardón abucheado y pidiendo vida privada. Casi en segundos, la consiguiente polémica se convirtió en carnaza de tertulia intereconómica, ese medio capaz de meter en el saco del 15M cuarto de kilo de cebollas en mal estado que estaban apostadas en el lugar del crimen.
Pero la cosa llegó más lejos. Contradicciones de la vida, los mismos periódicos que sacaban a los indignados a todo color en sus dominicales publicaron un artículo del hijo de Gallardón criticando la deriva violenta del 15M, cuando el movimiento nada tenía que ver con el asunto. Extrañado y preocupado con los acontecimientos, me apresuré a llamar a mi madre por si había sido detenida y de indignada había pasado a eso que Pedro J. llama antisistema. Para mi tranquilidad, se quedó en casa presa del desconcierto: “Hijo, ya no entiendo nada. Así no se puede”. Acababa de enterarse de que la organización del Orgullo –con una profunda base empresarial– cobra a razón de 7.000 eurazos la participación de carrozas en la manifiesta LGTB, lo que la convierte en un escaparate fetén para empresas multinacionales ávidas de dinero rosa. Traté de consolarla hablando de las contradicciones que tiene la vida, pero ella ya estaba en otra cosa: el Pacto del Euro la ha hecho recuperar la indignación: “Hay tantos motivos”, me dijo. El 15M ha hecho que yo quiera mucho más a mi madre.
Fuente: Diagonal.net

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